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Schmidt intenta quitar hierro a la polémica

El canciller federal alemán, Helmut Schmidt, salió ayer al paso de la contestación creciente que encuentra en la RFA la doctrina militar de la OTAN de la respuesta graduada, tras una reunión de su Gabinete dedicada casi exclusivamente a las declaraciones de Reagan sobre una eventual guerra nuclear en Europa."La estrategia de disuasión de la Alianza Atlántica, que reposa en la amenaza de utilización de todos los medios militares apropiados en caso de ataque contra Europa occidental, permanece intocada ... El presidente Reagan no ha puesto en duda esta estrategia", dice una declaración del canciller. "Es impensable un conflicto militar en Europa sin la participación del potencial bélico de EE UU".

Para Helmut Schmidt, "la mejor garantía de una disuasión eficaz es un equilibrio militar aproximativo", que debe ser llevado, según el jefe del Gobierno alemán, "al nivel de armamento más bajo posible".

Bonn eGneede gran importancia a la vista de Breznev, prevista para finales de noviembre, "en el contexto de las próximas negociaciones soviético-norteamericanas sobre curomisiles". "El resultado ideal de estas negociaciones sigue siendo la denominada opción cero; es decir, que las dos partes (EE UU y la URSS) renuncien a las armas nucleares de alcance medio".

Las declaraciones de Reagan, que han irritado a la derecha y la izquierda del partido socialdemócrata alemán y puesto de relieve más que nunca la debilidad de la coalición entre la formación de Schmldt y los liberales de Genscher, están recibiendo un trato muy duro de la Prensa de la RFA.

Washington ha subestimado el alcance de los movimientos pacifistas, se considera en Bonn. "Hesse no es Arizona, ni la Baja Sajonia, Nevada", comenta el diario liberal de izquierda Frankfurter Rundschau, aludiendo a los dos Estados norteamericanos de baja densidad de población en los que serán desplegados los nuevos cohetes estadounidenses. "Una guerra nuclear táctica en la RFA provocaría millones de víctimas", afirma. Revistas como Der Spiegel y Stern han alertado regularmente a la opinión pública sobre las consecuencias de la escalada atómica.

Las declaraciones realizadas el martes en Escocia por el ministro norteamericano de Defensa, Caspar Weinberger, especulando con que una guerra nuclear en Europa no tiene por qué suponer una conflagración mundial, no han servido para calmar los ánimos en la RFA.

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