La facultad de Farmacia de Salamanca paraliza sus actividades
La facultad de Farmacia de Salamanca no iniciará este curso su actividad académica hasta que el Ministerio de Educación no se comprometa a reanudar las obras de construcción del edificio que albergará la facultad y no se dote a los departamentos de unas instalaciones mínimas donde desarrollar su labor docente e investigadora. La decisión adoptada por la junta de facultad ha sido comunicada «con todo respeto, pero con toda claridad y firmeza», según su decano, al Ministerio, al rectorado y la opinión pública.
Las obras del edificio de Farmacia se paralizaron el pasado mes de enero por falta de un presupuesto suplementario que puede suponer el 10% del total y que, al parecer, ha de conceder el Consejo de Ministros. Desde la creación de esta facultad en 1970 hasta el pasado curso, el profesorado y los alumnos han desarrollado sus actividades en aulas y pequeñas dependencias cedidas por la facultad de Ciencias y también por la Universidad Pontificia. Aquélla albergó durante los primeros cursos a los alumnos de Farmacia, que compartían las enseñanzas con los de Biológicas y Químicas, hasta que, con la dotación de cátedras, comenzó a llegar el profesorado específico.Desde entonces, la inexistencia de espacio ha impedido impartir clases y prácticas en condiciones satisfactorias y realizar tareas de investigación. Pero la necesidad de ampliar algunos departamentos de Ciencias, el aumento continuo de alumnos -que llegaron a 1.300 el pasado curso- y la llegada de nuevos catedráticos de Farmacia -hasta ahora son once, y en breve plazo se cubrirán otras dos cátedras- han hecho insostenible la situación, según los miembros de la junta. Como ejemplo puede decir se que cinco catedráticos carecen de un despacho, una silla o una mesa y, por supuesto, de un departamento, laboratorio o biblioteca.
En la actualidad, el edificio que acogerá a la facultad de Farmacia se encuentra casi terminado. El decano, señor Marinet Font, calcula que de no haber paralizado su construcción podría haberse ocupado este curso. Pero los problemas burocráticos que comporta la concesión de un «reformado adicional» impiden su conclusión.
Según el decano, los escritos y gestiones realizados por la facultad y por el rectorado salmantino ante el Ministerio desde hace tiempo, y sobre todo durante el curso pasado, no han dado ningún resultado. El edificio, que comenzó a proyectarse en el curso 1976-1977, cuando la facultad había sobrepasado ya el millar de matrículas, tendrá que revisarse y repararse cuando se ponga en funcionamiento.
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