Schmidt estuvo en peligro de muerte antes de haberle sido colocado el marcapasos
El canciller alemán, Helmut Schmidt, no asistirá a la conferencia Norte-Sur, que se celebrará la próxima semana en Cancún (México). En Bonn circulan versiones contradictorias sobre las condiciones en que se realizó la operación para colocarle el marcapasos. La televisión informó que Schmidt estuvo el domingo en su casa en peligro de muerte, perdió el conocimiento y este estado se repitió el lunes.
El periódico Bild Zeitung publica hoy una noticia según la cual, ante el grave estado del canciller, se procedió el martes por la mañana a la colocación inmediata de un marcapasos con carácter provísional para evitar riesgos en la operación definitiva.En la conferencia de Prensa de ayer por la tarde, el portavoz del Gobierno, secretario de Estado Kurt Becker, o no dijo la verdad o puso de manifiesto que no se enteró de nada de lo ocurrido con el canciller. A la pregunta de si Schmidt había perdido el conocimiento, Becker respondió: "Es la primera vez que lo oigo". Un periodista dijo que la fuente era un médico del hospital, y Becker respondió que "si eso lo ha dicho un médico, primero creo que no es así, porque todavía considero que un médico está obligado al secreto profesional. Sólo por este motivo no me parece una fuente fiable".
El periódico Bild Zeitung asegura hoy que Schmidt estuvo cuatro veces en peligro de muerte antes de la operación, y dice que se produjo una asistolia, es decir, un cese en la actividad cardiaca. El periódico añade que ya el pasado mes de julio Schmidt padeció una ataque semejante.
Las informaciones oficiales aseguran que Schmidt ha superado perfectamente la operación para colocarle un marcapasos, y que ayer mismo, veinticuatro horas después de la intervención, ya despachó con sus colaboradores de la cancillería y quería a toda costa conocer las anotaciones de la última partida de ajedrez entre Karpov y Korchnoi.
Pero la discusión sobre las repercusiones políticas está abierta. El estado de salud de Schmidt plantea casi directamente el problema de la sucesión o, más bien, el de la ausencia de un candidato claro para ocupar la Cancillería con la actual coalición de Gobierno entre socialdemócratas (SPD) y liberales (FDP). El año 1974, cuando dimitió Willy Brandt, Schmidt era el indiscutido príncipe heredero, aceptado en su partido y también por los liberales.
Las consecuencias políticas de la operación de Schmidt son todavía difíciles de predecir. Podría producirse una reacción de solidaridad con el canciller enfermo, pero también puede ocurrir que se intenté aprovechar su estado de salud para intentar cambiar el rumbo del Gobierno en Bonn, donde desde hace tiempo se habla de que los liberales desean desengancharse de la coalición gobernante.
Casi desde el otoño pasado, tras las elecciones de 1980, se dice en Bonn que "el vicecanciller (Hans Dietrich Genscher) es el que dicta actualmente la línea política", porque se advierte en Schmidt un claro cansancio, producto quizá de la falta de salud o de las disputas dentro de su partido, el socialdemócrata
Un pragmático como Genscher podría aprovechar la situación actual para sacar el máximo provecho para su partido liberal, e incluso plantar las vías para un cambio de coalición. En la conferencia de Prensa con los portavoces del Gobierno federal, representantes de periódicos conservadores preguntaron abiertamente ayer: "¿Quién es actualmente el canciller en funciones, es Schmidt o se trata de Genscher?"'.
El problema de la sucesión de Schmidt se agrava todavía más dentro de las filas de su partido, el SPD, donde la llamada troika dirigente, el presidente del partido, Willy Brarldt el canciller federal, Schmidt, y el jefe del grupo parlamentarlo, Herbert Wehner, ha alcanzado ya la edad de la jubilación, y los tres tienen serios problemas de salud.
Wehner, 75 años y enfermo de diabetes, tiene cada día más dificultades para controlar la fracción parlarnentaria del SPD, le critican a derecha e izquierda, y ya se habla de su sucesión. Brandt, 67 anos y un ataque cardíaco que le obligó a reducir considerablemente su actividad, amenazó hace pocos días con dimitir si no le acep tan tal como es.
Schmidt va a cumplir 63 años, su cansancio psicológico era evidente en los últimos meses y ahora se le añade la operación que acaba de sufrir. Al SPD se le plantea un serio problema con la sucesión de la troika que dirigió el partido con éxito en los últimos años. Todo esto en un momento en que la crisis de los socialdemócratas está abierta, con divisiones internas y descensos en las encuestas de opinión.
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