El nuevo presidente egipcio jura vengar el asesinato de Sadat
El nuevo jefe del Estado egipcio, Hosni Mubarak, de 53 años, realizó ayer un doble juramento al tomar posesión de la presidencia: nada más jurar su cargo, en el que ha sido confirmado con un 98,46% de los sufragios emitidos en el referéndum del martes, Mubarak juró que el asesinato de Anuar el Sadat no quedará impune. En un tono solemne, el nuevo rais aseguró ante la Asamblea del Pueblo que ningún culpable "escapará al castigo", si bien evitó referirse directamente a los intégristas musulmanes, limitándose a calificarles como "aquellos que reniegan de Dios y de sus leyes".
Mubarak no pudo evitar que se le escaparan las lágrimas en su emocionada loa al fallecido presidente Sadat, "un amigo, un hermano y un padre".El hasta ahora hombre fuerte del régimen egipcio obtuvo 9.567.904 votos favorables en el referéndum popular, mientras que, según los datos oficiales, tan sólo 149.650 electores se declararon contrarios a su elección como nuevo presidente de Egipto. El índice de participación fué del 81,03%. El porcentaje de votos afirmativos obtenidos por Mubarak sobrepasa el alcanzado por Sadat en 1970, tras la muerte de Gamal Abdel Nasser, que fue del 90,04%. En cambio, el número de votos negativos se ha duplicado en relación al referéndum del pasado mes de septiembre, en el que se dio luz verde a la medidas represivas contra la oposición y, más concretamente, contra las organizaciones extremistas
Egipto empezó ayer a recobrar su tranquilidad habitual, alterada de nuevo tras el asesinato de Sadat por un numeroso grupo de integristas musulmanes, que el jueves pasado (a las 48 horas del atentado) asaltaron varios edificios administrativos de la localidad de Asyut, a cuatrocientos kilómetros al sur de la capital egipcia.
Hoy llegarán a Egipto dos aviones-radar AWAC (del mismo tipo que pretende adquirir Arabia Saudi, a lo que se niega por ahora el Congreso norteamericano) que Estados Unidos pone a disposición de la administración Mubarak por un tiempo indeterminado para "reforzar su capacidad defensiva".
La elevada cifra de votos favorables a Mubarak no constituye ninguna sorpresa, en la medida en que era esperada por todos los observadores de la política egipcia Mubarak había sido designado candidato a la presidencia por el partido oficialista, Partido Nacional Democrático (PND) tras el asesinato de Sadat por un comando de extremistas capitaneado por un oficial del Ejército.
Normalización con Israel
El nuevo jefe de Estado egipcio, en un breve discurso pronunciado ayer tras su investidura, reiteró que uno de los principales objetivos será proseguir la política trazada por Sadat para concluir la normalización con Israel y aportar una contribución pacífica al problema palestino.
La elección de Mubarak ha sido una simple formalidad, si se tiene en cuenta que se trataba de ratificar una candidatura avalada por la casi totalidad de las fuerzas políticas legales, con la excepción del Partido de la Unión Progresista, de Jaled Mohiedine, que había he cho un llamamiento al pueblo egipcio para que votara en contra de Mubarak.
Una vez ratificada la candidatura de Mubarak, el gran interrogante lo constituye la eventualidad de que éste propicie un giro de rumbo a su política, en lo que concierne al mundo árabe, que le considera como un hombre político desconocido.
La oposición legal ha reafirmado que se opondrá a la política de Mubarak si éste no cambia las coordenadas del diálogo con Israel y sigue haciendo del tratado de Camp David la base de su actuación en materia de relaciones
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