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EL ESCÁNDALO DEL ACEITE

Las causas fundamentales del proceso de envenenamiento, descubiertas por el Instituto de la Grasa, de Sevilla

La transformación de las anilinas, sustancias que se añadían al aceite de colza para desnaturalizarlo y hacerlo inservible para el consumo humano, en anilidas, principalmente durante el proceso de refinación, es la causa fundamental del envenenamiento producido por el llamado síndrome tóxico, según las investigaciones realizadas por el Instituto de la Grasa, de Sevilla.

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Este instituto, centro especializado en grasas y aceites, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, fue ignorado por las instancias oficiales del Ministerio de Sanidad como posible colaborador especializado desde que se tuvo conocimiento de la relación entre el aceite de colza desnaturalizado con el síndrome tóxico, el pasado día 10 de junio, hasta el día 5 de agosto, en que recibió la primera muestra para analizar. Hoy el Instituto de la Grasa ha elaborado un informe de sus actividades, firmado por él director, José Manuel Fernández Suárez, en el que se resumen las experiencias obtenidas.Los resultados de las investigaciones realizadas se resumen en los siguientes cuatro puntos:

- Todas las muestras de aceites recibidas como supuestamente tóxicas consisten en mezclas de hasta cuatro clases de aceites de muy distinto origen. Todos los aceites de colza que forman parte de las mezclas son del tipo «pobre en ácido erúcico». Este calificativo se utiliza para aceites de colza que no sobrepasen el 1% o 2% de ácido erúcico.

- Los únicos componentes anómalos encontrados hasta ahora son las anilinas y las anilidas grasas. Estas últimas están en cantidades apreciables (0,1%-0,2%) y son, con toda probabilidad, los agentes directamente responsables o desencadenantes de la intoxicación.

-Estas anilidas se han formado a partir de la anilina usada para desnaturalizar el aceite, y de los ácidos grasos, muy probablemente de forma espontánea durante el transporte y/o almacenamiento del mismo. No puede descartarse una formación adicional de anilidas motivada por tratamientos térmicos durante la refinación de los aceites, en cuya última fase se han eliminado parcialmente, junto con la anilina libre residual.

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Falta de información

De cualquier forma los resultados obtenidos por el Instituto de la Grasa pueden quedar bloqueados ante la falta de información por otra serie de conceptos que el director del propio instituto ha planteado a Sanidad. Las dudas expuestas se refieren a: muestras de aceite importado, a la salida de la empresa de Francia, muestras de aceite de colza bruto sin desnaturalizar, de la anilina utilizada, de aceite a la salida de las empresas distribuidoras, de aceite a la entrada y salida de todas y cada una de las empresas implicadas, de otros tipos de aceite utilizados y manipulados (orujo, colza, grasa animal, esterificado, etcétera), de aceites mezclados y distribuidos, de diferentes productos químicos empleados y de aceites consumidos por enfermos. Evidentemente, la investigación, a falta de numerosos detalles, se ha realizado por pura intuición e información paralela para suplir el silencio de Madrid.

Una de las experiencias más interesantes desarrolladas por el Instituto de la Grasa, tomando como buena la conclusión de que las anilidas grasas son «con toda probabilidad los agentes directamente responsables o desencadenantes de la intoxicación», ha sido la formación (reconstrucción del proceso) de anilidas en los aceites de colza desnaturalizados con anilina. «La presencia de anilidas en los aceites tóxicos», dice el informe, «era atribuible desde un punto de vista químico a la reacción de la anilina desnaturalizante con los ácidos grasos libres, durante la fase de refinación en que el aceite se somete a calefacción, sin que dichas anilidas se hayan eliminado totalmente al final del proceso». Se ha demostrado en laboratorio que calentando un aceite de colza bruto puro, con una acidez libre del 1,5%, al que se añadió un 2% de anilina, a una temperatura de 180-200 grados centígrados, durante dos horas, se forman anilidas grasas.

Una vez demostrado que un proceso de refino convencional (como el realizado en Itehache y Danesa Bau con los aceites de Raelca) deriva en formación de anilidas grasas, presuntas responsables del síndrome tóxico, el Instituto de la Grasa intentó demostrar la posibilidad de que el aceite de colza bruto desnaturalizado con anilinas pudiera contener anilidas tras un proceso de almacenamiento y transporte. Para ello se prepararon una serie de muestras de aceite de colza refinado comestible, a las que se añadieron, en unos casos, un 2% de anilina, y, en otros, un 2% de anilina más otro 2% de ácidos grasos libres (acidez aproximada de los aceites de colza brutos). Las muestras se mantuvieron durante seis días en una estufa, a una temperatura de 40-50 grados centígrados y se emplearon tanto recipientes de vidrio como de acero inoxidable para reproducir las condiciones de las cisternas de transporte. En todos los casos se demostró que la coexistencia de ácidos grasos y anilina deriva en la formación de anilidas.

Un proceso mortal

Hay un importante comentario en este informe que se refiere a la presencia de anilina y anilidas en los aceites de colza brutos desnaturalizados, de importación, y el correspondiente refinado en la industria. El aceite bruto contiene mucha mayor cantidad de anilina que anilidas, mientras que en el refinado la relación se invierte, «hasta el punto que en cromatografía de capa fina no llega a detectarse la anilina». La conclusión textual de este informe es la siguiente: «Es muy probable que durante el transporte y almacenamiento del aceite de colza bruto desnaturalizado se ha podido formar espontáneamente una parte de las anilidas, habiéndose podido formar más cantidad durante el proceso de refinación. Finalizado este proceso se han eliminado sólo en parte las anilidas formadas y casi la totalidad de anilina libre residual. Según nuestras medidas, el aceite de colza refinado contiene todavía un 20% aproximadamente de las anilidas que tenía el aceite bruto».

El Instituto de la Grasa había avisado oficialmente, meses antes de la intoxicación, de una anormal presencia de colza en los aceites de semilla.

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