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El capitán Acera niega haber recibido órdenes contrarias a las de Tejero

Los abogados de los capitanes Francisco Acera y Juan Pérez de la Lastra, así como de los tenientes Pedro Izquierdo y José Salva, presentaron ayer sus conclusiones provisionales ante el Consejo Supremo de Justicia Militar. Respecto del primero de los citados, el letrado Dimas Sanz mantiene la tesis de que su defendido obedeció en todo momento las órdenes del teniente coronel Tejero, y que ninguna autoridad superior le dio otras, pese a que reconoce haber escuchado a un ayudante del director general de la Guardia Civil que debía recoger a sus hombres y llevarles de nuevo a su unidad.Según informa Efe, el escrito del abogado mencionado atribuye a otros oficiales -entre los que cita a los capitanes Pérez de la Lastra, Bibis y Gómez Iglesias- la iniciativa de solicitar su participación «para un inminente servicio a España, a la Corona, a la democracia y al orden». Esto se produjo sobre las 17.30 horas del 23 de febrero, cuando el capitán Acera se encontraba en el parque de automovilismo de la Guardia Civil, en la calle del General Mola, donde realizaba un curso para ascenso jefe.

El capitán Acera, «cumpliendo con lo que establecen las ordenanzas militares de la GuardiaCivil», se prestó a dicho servicio. Se le indicó que éste se encontraba al mando del teniente coronel Tejero, y que debía dirigirse a las inmediaciones de la plaza de Neptuno en uno de los autocares dispuestos a salir con cuarenta hombres. Una vez en la puerta del Congreso, Acera preguntó por el teniente coronel Tejero, a quien dio la novedad y se puso a sus órdenes.

El escrito del abogado Dimas Sanz indica que, una vez en el interior del Congreso, este capitán atendió la solicitud de una doctora para que dejara salir a la diputada Ana Balletbó-que se encontraba en período de gestación-, lo cual se hizo previo permiso del teniente coronel Tejero. Este último autorizó también al capitán para gestionar, en las farmacias cercanas, medicinas que se necesitaban en el botiquín del edificio.Llega el dírector de la Guardia Civil

«A continuación», asevera el defensor en su escrito, «el capitán Acera observó la llegada del director general de la Guardia Civil, junto con su ayudante, el comandante Guillermo Ostos -al que conocía el capitán Acera-,sin que ninguno de ellos le diera orden alguna contraria a la recibida del teniente coronel tejero».

Acto seguido, el capitán salió del Parlamento y, dado el tiempo transcurrido en los incidentes antes mencionados -salida de la diputada y otros-, «no encontró ni a los guardias que había traído ni al autocar en el que se efectuó el traslado». En cambio se encontró con el teniente coronel Catalán Jiménez, también ayudante del dírector general de la Guardia Civil, quien le manifestó que debería coger a los guardias que había traído y el autocar y llevarlos a su unidad. La contestación del capitán Acera fue que no sabía dónde estaban los guardias, y que estaba a las órdenes del teniente coronel Tejero.Informa a Tejero

Entrando de nuevo en el Parlamento, Acera informó a Tejero de su anterior conversación y de que no encontraba a los guardias que le habían acompañado. Tejero le ordenó -siempre según el escrito mencionado- que permaneciera en el Parlamento, y concretamente en el botiquín, auxiliando a la doctora en lo que necesitara. Tenía que simultanear esa tarea con la de «hacersecargo del mando de la fuerza que, procedente del parque de automovilismo, no tenía oficiales», distribuyendo los turnos y servicios a realizar.

El capitán Acera reconoce haber leído a los diputados el bando del capitán general de la III Región, Jaime Milans del Bosch, pero agrega que lo hizo por orden del teniente coronel Tejero.

Las primeras dudas del capitán acerca de la legalidad del servicio que estaba efectuando se produjeron hacia las tres de la madrugada del 24 de febrero -nueve horas después de la ocupación del Congreso-, cuando se enteró, por rumores, del mensaje dirigido por el Rey a los españoles. Entonces el capitán salió del Parlamento y marchó al hotel Palace, donde se encontró con el antes citado comandante Ostos, ayudante del director de la Guardia Civil. A éste no se le ocurrió otra cosa en aquellos momentos que preguntarle si estaba haciendo por aquellas fechas un curso de mando, según afirma el defensor.

La conclusión del abogado es que siempre serían de aplicación a su defendido las eximentes de cumplimiento de un deber, obediencia debida y no exigibilidad de otra conducta, además de pedir la absolución.

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