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La Comisión Europea no toma en cuenta la declaración de la ministra gala

Soledad Gallego-Díaz

Las declaraciones de la ministra de Agricultura francesa, Edith Cresson, según las cuales su partido votará en la Asamblea Nacional contra la entrada de España en la Comunidad Económica Europea (CEE) no suponen, correctamente entendidas, ningún veto, según los expertos de la Comisión Europea. Lo que Cresson ha hecho ha sido, simplemente, ratificar una vez más la posición de París sobre las negociaciones con España: no es posible negociar los aspectos agrícolas importantes, mientras que el Gobierno francés no esté convencido de que sus agricultores sean suficientemente protegidos contra la competencia española.En este sentido, las declaraciones de la ministra de Agricultura no suponen ninguna novedad. El secretario de Estado para Asuntos Europeos, Chandenagor, lo expresó también en Bruselas, con motivo del último Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores de los diez. Las negociaciones para la adhesión de España a la CEE no adelantarán sustancialmente mientras que los países miembros estén estudiando la reforma de la política agncola común. Hasta entonces, y todavía no se sabe cuál será el ritmo que lleven los diez en la búsqueda de una solución para sus problemas internos, España tiene que limitarse a ir negociando otros aspectos.

"No debe haber sorpresas"

La posición del partido sdicialista francés no debe sorprender en España, porque formó parte de su programa electoral. Bien es cierto que las sensibilidades están a flor de piel en Madrid, sobre todo desde que el Gobierno desea vincular de alguna manera la adhesión de España a la OTAN con una futura e hipotética buena marcha de las negociaciones con el Mercado Común. Tanto es así, que el presidente del partido socialista francés, Lionel Jospin, quien ha sido invitado por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) a participar en un encuentro de los socialistas europeos en Madrid, el próximo mes de noviembre, parece haber puesto como condición que la sesión sea a puerta cerrada y que se controle bien la información, para no molestar al Gobierno y para evitar interpretaciones apresuradas, tanto en la Prensa española como en la francesa.

Por el momento, la única novedad en la larga marcha de las negociaciones hispano-comunitarias la constituirá el próximo documento de los diez sobre el desarme arancelario, que debe realizar España, y los períodos transitorios que pueden estudiarse. El documento será, posiblemente, duro, pero, al menos, permitirá que los españoles contesten y se vayan viendo los auténticos problemas que planteará a la industria espanola la integración en la Comunidad y la competencia de sus compañeros europeos.

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