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Linternas y sirenas iluminaron la noche de Pamplona

El atentado perpetrado contra la subestación de Fuerzas Eléctricas de Navarra, SA (FENSA), empresa distribuidora que Iberduero tiene en Cordovilla, dejó sin suministro eléctrico durante más de diez horas al 60% de la población de Pamplona, así como a la totalidad de los habitantes de un número considerable de poblaciones cercanas a la capital navarra, durante el día de ayer. La ciudad pasó la noche iltiminada únicamente c on linternas y sir,enas de los coches policiales que recorrían las calles céntricas. Se estima que, como consecuencia del atentado, presumiblemente perpetrado por ETA Militar, quedaron sin luz entre 150.000 y 200.000 personas. Los daños materiales se calculan en más de cuarenta millones de pesetas.

A las 23.25 horas de ayer, la mayor parte de Pamplona, así como las poblaciones cercanas, se quedaron sin luz en el momento en el que finalizaba en televisión el capítulo correspondiente del serial americano Dallas. El apagón sorprendió a las familias en sus domicilios y a más de una persona en el ascensor, donde tuvieron que pasar toda la noche, ya que ningún técnico podía solventar el problema, debido a la falta de energía eléctrica. La impresión generalizada, en los minutos posteriores al apagón, es que se trataba de un atentado etarra contra alguna instalación de FENSA, Siguiendo las luces azules de aviso de los coches policiales, algunos periodistas imaginaron que el atentado había sido contra la subestación de Cordovilla -la mayor de Navarra-, ya que en la comisaría de Policía se limitaron a constatar que se trataba de un atentado, sin especificar el tipo y el lugar.Ataron al vigilante

En Cordovilla, en las afueras de Pamplona, los inspectores de Policía y la Policía Nacional habían acudido a las instalaciones de FENSA pocos minutos después del atentado. Un cuarto de hora antes de medianoche, la policía había localizado, sujeto con cadenas a una de las verjas que protegen las instalaciones, al empleado de FENSA encargado de vigilar la subestación. Con la ayuda de linternas, la policía efectuó una pri mera inspección a distancia, ya que, según se informó a EL PAIS, era posible que los autores del atentado hubiesen colocado otro tipo de cargas explosivas en la subestación, preparadas para explosionar al paso de miembros de las fuerzas de seguridad del Estado. Después de esta inspección, una furgoneta comercial, propiedad de una empresa dedicada a la venta de pescados congelados, se introdujo unos metros en el recinto vallado de la subestación para iluminar más ampliamente con sus faros.

Sobre las 0. 15 horas llegaban a Cordovilla tres furgones de las Unidades Antiterroristas Rurales (UAR) de la Guardia Civil. En un momento, los miembros de las UAR descendieron de un land rover seis motocicletas todo terreno, con las que, metiéndose por caminos y campos labrados, realizaron una detallada inspección en las torretas de conducción eléctrica que parten de la subestación. Otros miembros de las UAR estaban apostados en las inmediaciones del lugar del atentado. En medio de aquella oscuridad, en la que únicamente destacaban las linternas de los cuerpos policiales, un miembro de las UAR se dirige a un grupo de tres periodistas y le pregunta a este corresponsal: «Vosotros sois del Ctierpo Superior, ¿no?». «No, no-, somos periodistaa». «Pues, entonces, quedaos aquí, porque la cosa va para largo. Aquí no se va a hacer nada hasta que no salga el sol». A medida que pasaba el tiempo iban citando hasta Cordovilla coches del Cuerpo Superior de Policía, con una luz azul destelleante colocada en el techo.

En aquella situación de impotencia, una persona, a quien únicamente se le veía la cara cuando pasaban coches por la carretera, comenta: «Esta tarde, un comando de ETA Militar había secuestrado en Pamplona un R-6, dejando a su propietario atado a un árbol. La policía estaba buscando este coche cuando se oyó la explosión. El R-6 fue util Í zado por los autores del atentadp para ir hasta Cordovilla, colocar las bombas y desaparecer».

La explosión de los cuatro artefactos dejó sin luz a un gran número de familias, así como a las empresas con turnos de noche. En Potasas de Navarra, SA, la cosa fue peor. Después de producirse la explosión, la luz se cortó en los pozos de Esparza y Undiano, en donde a esa hora unos 350 mineros se encontraban en los tajos a punto de finalizar el relevo. La dirección de la empresa se puso en contacto con un ingeniero de FENSA para conocer el alcance de los desperfectos de la avería, y comprobó que los daños eran considerables, por lo que el servicio tardaría en restablecerse casi medio día. En esta situación, la empresa, a através de un sistema telefónico interior, avisó a los trabajadores de los pozos para que salieran andando al exterior. Según informó a EL PAIS uno de los mineros afectados, muchos tuvieron que recorrer cerca de cuatro kilómetros por las galerías, alumbrándose exclusivamente por la linterna del casco, hasta llegar a la superficie. Las galerías que conducen a las bocas de los pozos de Esparza y Undiano tienen una pendiente del 15 %,y miden cuatro y dos kilómetros de longitud, respectivamente.

«Cuando nos avisaron que teníamos que salir andando», dijo uno de los mineros, algunos pensaron que sería cosa de poco tiempo y decidieron esperar, pero después de una hora nos movilizamos todos. Andando despacio, porque no había ventilación y la respiración se cansa mucho más, algunos, los que estaban más cerca de la boca, llegaron a la superficie sobre las dos de la madrugada, los últlmos salieron a las cuatro». En Potasas de Navarra, un miembro de la dirección señaló a este periódico que, al quedar desconectada la ventilación, existía peligro de propagación de gas metano, que es altamente explosivo, por lo que ordenaron a todos los mineros que salieran al exterior andando. Potasas de Navarra no pudo continuar con la extracción de mineral hasta mediodía de ayer, y calcula que ha dejado de producir 5.000 toneladas de óxido de potasio.

Sirenas en Pamplona

Mientras los mineros de Potasas de Navarra realizaban su larga caminata hasta la superficie, en las primeras horas de la madrugada del miércoles Pamplona ofrecía un aspecto poco común. Gran número de vehículos policiales, con las señales óptícas conectadas, recorrían las calles céntricas, ya que las alarmas de las entidades bancarias y joyerías, que entran en funcionamiento cuando se produce un corte en el suministro eléctrico, habían comenzado a sonar. Sin embargo, había gente en los balcones y portales preguntándose por las características del atentado y el lugar en donde se había producido.

En el barrio de San Juan, una de las pocas zonas que continuó con luz, los trasnochadores no le habían dado importancia al apagón, ya que apenas se habían enterado. Este barrio, con un elevado número de cafeterías, pubs y discotecas, continuó con la vida normal. Los pubs de San Juan habían recibido a los clientes de otros establecimientos de Pamplona que habían tenido que cerrar por falta de luz.

FENSA hizo pública en la mañana de ayer una nota en la que indicaba que se estaba restable ciendo el servicio por zonas del centro de Pamplona recobró la luz sobre las diez de la mañana, hora en la que las emisoras de radio co menza . ron sus programas, y otros puntos afectados tuvieron suministro eléctrico a mediodía y a lo largo de la tarde), aunque de forma muy precaria. «Esta sociedad», señala el comunicado, «hace constar su profunda preocupación e indlgnación por estos incalificables actos terroristas que ponen en grave riesgo a cuantas personas intervienen en el cumplimiento de su deber hacia este servicio público y ocasionan graves perturbaciones en el normal desarrollo de las actividades domésticas, ciudadana e industrial».

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