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CC OO de Cataluña iniciará mañana una nueva política de beligerancia sistemática frente a la Generalidad

Las Comisiones Obreras catalanas iniciarán mañana un «proceso de beligerancia sistemática respecto a la actuación del Gobierno catalán en el terreno social y económico», según manifestó a este diario uno de sus principales dirigentes. De este modo, la primera central sindical de Cataluña pondrá fin a toda una etapa, durante la cual fue el principal apoyo -y a menudo el único- a los deseos de Jordi Pujol de establecer una concertación social permanente.

Jaime Aznar, secretario nacional de relaciones políticas y sindicales de las Comisiones Obreras catalanas, propondrá tal cambio de postura en el curso de una reunión de la dirección del sindicato, a celebrar mañana. Sin la más leve duda, esta inflexión en la política de la central será aceptada por práctica unanimidad, debido a que, por un lado, ya cuenta con el apoyo del núcleo dirigente del sindicato, y por otro lado, responde a los deseos de una amplia base, que en todo momento deseó una mayor combatividad frente a las posiciones sociales del Gobierno catalán. Durante el año largo de oobierno autonómico, Comisiones Obreras intentó apoyar los tímidos intentos de concertación social protagonizados por la Generalidad. Todos los intentos acabaron en fracaso, debido básicamente a que la Generalidad cedió ante los rechazos radicales que expresó sistemáticamente la principal patronal catalana, Fomento del Trabajo Nacional. Ha sido la reiteración de estos fracasos la que ha llevado a Comisiones Obreras al cambio de política en ciernes.

«El balance que realizamos de año y medio de gobierno nacionalista de Pujol en la Generalidad es francamente negativo para Cataluña y los trabajadores», manifestó ayer a este diario Jaime Aznar. «Ese balance nos obliga a un aplazamiento de la postura de Comisiones Obreras respecto de un Gobierno catalán que, si bien nunca hemos compartido su política, le hemos dado un margen temporal para la rectificación y el acuerdo».

La misma fuente sindical, responsable dentro de la dirección de CC OO de las relaciones con la Generalidad, afirmó ayer a este diario que «la política de traspasos de la Generalidad en materia laboral es poca, mala y sospechosa. Da la impresión de que no se efectúa el menor esfuerzo para conseguir competencias en expedientes de crisis y planes de reestructuración, para así descargar toda la responsabilidad únicamente sobre la Administración central. Además, es francamente vergonzoso que algunos servicios y competencias ya traspasados por la Administración central a la Generalidad funcionen todavía peor y estén más politizados que cuando dependían directamente de Madrid. El Instituto de Mediación, Arbitraje y Conciliación (IMAC) es un caso tristemente ejemplar de ineptitud por parte de la Generalidad: han transcurrido más de ocho meses y aún no se ha establecido la participación sindical prevista por la ley».

La misma fuente sindical afirmó textualmente: «Existe más vinculación entre la organización laboral autonómica y el partido en el poder en la Generalidad, que entre UCD y el aparato administrativo estatal. Los criterios de contratación por parte de la Generalidad de los altos funcionarios son escandalosos».

«Respecto al diálogo con los sindicatos», afirmó asimismo Jaime Aznar, «la Generalidad practica la política del gesto, desprovista de todo contenido real. Se trata de una auténtica caricatura de la concertación institucional, que pretende enmascarar las insuficiencias y servidumbres del Gobierno catalán en la respuesta al paro obrero. Cataluña es donde el ritmo de destrucción de puestos de trabajo muestra una tasa muy superior a la del resto de España. Frente a todo ello, la política de la Consejería de Trabajo tiende más hacia el asistencialismo que a una política global de lucha contra el paro. No nos sirve la escusa de falta de transferencia de competencias laborales e industriales».

Fin de las buenas relaciones

La misma fuente efectuó consideraciones sobre el proceso de buenas relaciones, entre CC OO y la Generalidad, que ahora concluyen. «Desde un primer momento», afirmó Aznar, «Pujol hizo bandera de la concertación institucional en las relaciones laborales en Cataluña. A pesar de las connotaciones reformistas que habitualmente ha tenido esa formulación, quisimos comprobar en la práctica hasta dónde llegaban realmente esos esfuerzos, frente a una patronal dominada en Cataluña por los sectores más asilvestrados y opuestos a cualquier diálogo con los sindicatos. Hoy hemos de constatar que el balance de la negociación y concertación con la Generalidad es prácticamente nulo. El único acuerdo fue una campaña institucional en favor de las elecciones sindicales, pero ésta tuvo un final grotesco. Jaime Aznar afirmó que «no cometeremos el error de los anarcosindicalistas, que durante la Segunda República derivaron hacia posiciones de enfrentamiento global contra la Generalidad y abandonaron la lucha en favor de los derechos nacionales de Cataluña. Estamos por el catalanismo, pero nuestro modelo de catalanismo es diferente del de Pujol. Nosotros nos consideramos parte integrante de un catalanismo porular. No quisimos oponernos a la Generalidad inmediatamente después de la victoria de Pujol, pese a lo que podía representar su persona, porque quisimos juzgarle en base a sus actos. Consideramos que era peligroso enfrentarse con el presidente de la Generalidad sin antes intentar una política de concertación y de defensa de los derechos nacionales de Cataluña. Pero nuestra buena voluntad y nuestros deseos de acuerdos no han dado ningún resultado positivo, por lo cual vamos a cambiar nuestros planteamientos de modo inmediato. Vamos a llamar a los trabajadores de Cataluña a que luchen por obtener mediante las movilizaciones, parciales y generales, aquello que sus sindicatos no hemos podido conseguir en la mesa de las negociaciones. Por eso, este 11 de septiembre lo caracterizamos como jornada de lucha obrera y popular, y va a representar para nosotros el inicio de un largo y combativo proceso de movilizaciones contra el paro.

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