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Irán, tras la muerte del presidente y del primer ministro

Jomeini se queda sin clase política para dirigir la revolución iraní

¿Quién queda en la política iraní para sustituir a su clase dirigente clerical, diezmada por los atentados?. Esta es la pregunta que se hacen hoy todos los observadores, cuando los cadáveres todavía calientes del presidente Ali Rayai y su primer ministro, Javad Bahonar, acaban de ser enterrados en el cementerio de los mártires de Behestzahara. La cuestión tiene dos respuestas. La de Jomeini, que sigue asegurando que en la política iraní "quedan 36 millones de candidatos para dirigirla", y la de los analistas nacionales y extranjeros, que comprueban que los sustitutos de los asesinados se cuentan con los dedos de una mano y sobrarían dedos. Los nombres que más pesan a partir de ahora son el de Hasemi Rafsanjani, presidente del Majlis, sagaz y maestro del juego corto, pero sin vocación de hombre de Estado, y el del ayatollah Moussavi Ardebili, presidente de la Corte Suprema de Justicia, hombre discreto del que se cuenta que asumió el cargo vacante tras el asesinato del ayatollah Bejesti a regañadientes, tras una contundente indicación del imán Jomeini. Ambos, Rafsanjani y Ardebili, componen ahora el Consejo Provisional de la Presidencia, un órgano del cual tenía que formar parte el asesinado Javad Bahonar, jefe del Gobierno.

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Fuera de éstos, únicamente Behzad Navabi, ministro de Estado para Asuntos Ejecutivos y portavoz del Gobierno, así como Ali Akbar Parvaresh, actual ministro de Educación, cuentan con algún ascendiente para acceder a la cabeza decapitada del Estado y del Gobierno iraní.

Sospechas sobre la SAVAK

Fuentes iraníes en Madrid cren ver en este atentado la mano de un experto de los explosivos de nombre Jalil, oficial del Ejército imperial de Reza Pahlevi, que posteriormente habría pasado a formar parte de la SAVAK, la temible policía política del monarca destronado. Su mano también la detectan en el atentado contra Bejesti y la sede del Partido de la República islámica. Pero, quienquiera que sea el autor material de los atentados, lo que queda al descubierto tras ellos es la extrema vulnerabilidad del régimen de la República Islámica, que hasta el momento, según todos los observadores, se ha limitado a la aplicación de una policía represiva y no preventiva incapaz de yugular la sangría de los atentados. Independientemente de que queden muchas dudas sobre si realmente la organización izquierdista Mujaidin e Jalq, seiscientos de cuyos militantes han pasado por los pelotones de ejecución, tiene envergadura suficiente para realizar estos actos contra el poder islámico, los principales temores del régimen de Teherán se orientan hacia un sector del Ejército que, según algunos, podría estar dando cobertura a estos atentados mientras se gesta un golpe, si no pro-monárquico, sí plenamente anti-clerical.

No cabe duda que este vacío de poder si Jomeini no lo suple con una política pragmática dirigida a reconciliar y convocar a las fuerzas que hicieron la revolución contra el sha, podría conducir incluso a que la opción restauradora imperial cobrara fuerza a medio plazo. De momento, parece seguro que el Consejo de Resistencia creado por el ex presidente Banisadr y el dirigente de los Mujaidin e Jalq, Radjavi, que preconiza un régimen no clerical y progresista según cánones mitigadamente occidentales y socializantes, pase a instalarse en el interior de Irán. La secesión kurda, la oposición entre los baluchis y la herida abieria, que no cicatriza, de la guerra contra Irak, unidas a las feroces disputas internas y a los atentados, no permiten presagiar que el mantenimiento de una ortodoxia política islámica a ultranza sea el mejor camino de salida de una crisis que puede ser la última que viva el imán Jomeini y el régimen de los clérigos.

El Ejército, entretanto, sigue siendo una incógnita. Por el momento, parece esperar hasta que el clamor político enmudezca. Cuando esto suceda, y la fluidez de los acontecimientos augura que lo hará pronto, todo indica que puede jugar sus papeles que hasta el momento guarda en la bocamanga. Y entre estos papeles figuran desde la opción restauradora, socialdemócrata de cuño Baftiar, hasta la opción civil laica troquelada por Banisadr, sin olvidar la alternativa islámica mixta que mantiene el Tudeh, partido muy próximo a Moscú de los comunistas iraníes, única fuerza política organizada que apoya, junto al PRI a Jomeini y que mantiene cuadros en el interior de las Fuerzas Armadas.

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