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El Gobierno pedirá al Parlamento la prórroga del tratado con EE UU

El Gobierno tiene la intención de prorrogar el vigente Tratado de Amistad y Cooperación Hispano-nortearnericano durante tinos siete meses, con el consentimiento explícito del Parlamento español, ante el que será sometida a debate y votación dicha prórroga antes del día 21 de septiembre, fecha en la que caduca el citado acuerdo militar firmado por Madrid y Washington en 1976. Asimismo, el Gobierno no tiene la intención de suspender las negociaciones con Estados Unidos, con vistas a culminar el proceso de integración de España en la OTAN que propone el Gabinete del presidente Leopoldo Calvo Sotelo, sino que las continuará en los próximos meses, en la doble perspectiva de ingresar o no en la OTAN.

Estos dos temas. OTAN Y nuevo acuerdo con Estados Unidos, a los que se sumará estrechamente el problema de Gibraltar, cuyas negociaciones se reanudarán a nivel de expertos la semana entrante, van a situar la política exterior española en el centro del debate político del otoño. La urgencia con la que el presidente Calvo Sotelo quiere concluir el proceso de adhesión a la OTAN, decidiendo la convocatoria urgente de un debate en las Cortes v utilizando el sistema de aprobación de dicha integración en el marco atlántico por simple mayoría de votos en el Parlamento, ha provocado va duras reacciones en los principales partidos de la oposición y en amplios sectores de la opinión pública. por lo que se prevé que el Ejecutivo deberá mantener una doble batalla Política contra reloj en los planos interno e internacional.En relación con el tratado bilateral, es ya un hecho casi consumado y pendiente de la autorización del Parlamento (y probablemente del Congreso de Estados Unidos) que el Ejecutivo español va a prorrogar por unos siete meses los acuerdos firmados en 1976 en condiciones de inferioridad para España y al margen de la vigente situación democrática hispana y de los textos constitucionales.

Para ello, el Gobierno piensa someter al Congreso y al Senado, con la máxima urgencia y antes del día 21 de septiembre (fecha en la que caduca el tratado), la propuesta de prórroga. El argumento para la prolongación de un tratado no firmado en el marco democrático actual será el de solicitar tiempo para concluir esta negociación que se inició tarde, la pasada primavera, y para vincularla al tema de la Alianza Atlántica, si es que el Parlamento español y los países aliados aprueban definitivamente el ingreso en la OTAN.

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España y Estados Unidos continuarán negociando un nuevo acuerdo bilateral, se entre o no en la OTAN

Viene de primera página

En todo caso, lo que sí se prevé es que las negociaciones Madrid-Washington continúen a lo largo de los próximos meses en busca de un nuevo acuerdo que no tendrá el rango de tratado, y ello se apruebe o no la prórroga en el Congreso y en el Senado, porque en el caso de que ésta fuera rechazada los negociadores se acogerían al articulado del vigente contrato bilateral. En él se da un plazo de un año a Estados Unidos para desmantelar las bases si para el 21 de septiembre no hubo firma de nuevo acuerdo o prórroga. En este caso, la desarticulación de las bases americanas no sería inmediata, sino que se dejaría para el final de este período de doce meses, tiempo que el Gobierno considera más que suficiente para concluir un nuevo acuerdo. Asimismo, se sabe que las negociaciones van a continuar en el próximo otoño en dos frentes paralelos: uno, en busca de un acuerdo bilateral y militar complementario al ingreso de España en la Alianza Atlántica y en su organización militar integrada; y otro, que trataría de la simple negociación de un acuerdo bilateral que sustituya al tratado vigente para el caso en el que surjan obstáculos o retrasos para el ingreso de España en la Alianza bien en el plano interno o en el internacional. Hay que recordar, por ejemplo, que algunos países aliados deberán someter la cuestión del ingreso de España en la Alianza Atlántica a la aprobación de sus propios parlamentos. También podrían surgir algunas complicaciones, como la llegada de un Gobierno socialista al Gobierno de Atenas, la insistencia en no ampliar los bloques militares de los socialistas, de Holanda, que también podrían repartirse varias carteras del nuevo ejecutivo de La Haya o, simplemente, el que. Portugal llevara a cabo su deseo de reformar el sistema de mando defensivo de la Península Ibérica para mantener su actual autonomía en el marco de la OTAN, como lo han declarado, algunos dirigentes de Lisboa. En el caso de que surgieran problemas de este tipo u otros más inesperados, el Gobierno tiene la intención de conseguir un nuevo y simple acuerdo bilateral con Estados Unidos que incluya -según la fórmula que impuso el ex ministro Marcelino Oreja- unas páginas amanrillas o cambiables que serían sustituidas por otras en el momento en el que se hiciera efectivo el ingreso de España en la organización aliada.

La cláusula de "seguridad"

Las vacilaciones del Gobierno sobre el calendario OTAN y la inminencia de la caducidad del acuerdo es lo que ha provocado la urgencia política actual. A ella se le han sumado, al parecer, difi cultades que los negociadores norteamericanos han puesto a las pretensiones hispanas de conseguir amplias contrapartidas políticas, económicas y militares. España, aparte de reformar el marco jurídico del acuerdo adaptándolo a las circunstancias democráticas del momento, desea una cláusula de seguridad o garantía de defensa del territorio de ambos países en caso de ataque, compensaciones económicas mediante una cooperación industrial y tecnológica (por ejemplo, en la industria militar) y compensaciones militares con la compra y cesión de material de guerra norteamericano moderno y sofisticado. El reequipamiento de los ejércitos de mar y aire (la compra de los cazas de combate) entraría en los dos últimos capítulos. La cláusula de «seguridad» o de garantía de defensa constituye el punto más importante de la negociación bilateral. Estados Unidos no está dispuesto a conceder a España esta garantía en el marco de un simple acuerdo bilateral, aunque sí en un acuerdo bilateral complementario al ingreso de España en la OTAN. Este ha sido uno de los puntos que ha aconsejado al Gobierno a intentar el doblete del acuerdo y de la OTAN de manera simultánea o paralela. Washington considera que en el marco de la OTAN esta cláusula es aceptable por su congreso, porque, de facto, ya se incluye en el mismo tratado de Washington. Lo que está también en discusión es si el tema de Ceuta y Melilla, la defensa de estas dos plazas españolas, podría incluirse en el marco OTAN y en el nuevo acuerdo bilateral, o al menos en este último, como resultado de una negociación a dos que eximiría a la OTAN de toda responsabilidad en esos territorios del norte de Africa. Ello sería posible, ya que las bases americanas (de utilización conjunta) instaladas en España no tendríanque pasar forzosamente a ser bases OTAN, sino que alguna puede serlo y otra no. En el tema de las bases hay que señalar que no se descarta la posibilidad de que éstas queden reducidas a dos, quedando eliminadas las de Torrejón y Morón, aunque sobre todo ello no hay decisión final. También en el plano de la «seguridad» está el tema de la no utilización directa o indirecta de las instalaciones militares norteamericanas en conflictos terceros, como el de Oriente Próximo, dañándose los intereses españoles. Para ello, España busca un sistema de control y de autorizaciones estricto. Lo que sí será cierto es que las instalaciones militares americanas en España serán mucho más operativas si España está incorporada al sistema defensivo integrado de la OTAN, por lo que el peso estratégico de la Península Ibérica se verá multiplicado en el equilibrio Este-Oeste. Igual ocurriría en el caso de la base de Gibraltar, cuya operatividad en caso de conflicto sería casi inviable sin el consentimiento o el apoyo de España.

Gibraltar, también urgente

El tema de Gibraltar está también incrustado de lleno en la negociación Madrid-Washington y en las conversaciones del Gobierno con la OTAN. No sería aceptable por la opinión pública el ingreso de España en una alianza militar en la que uno de los países, el Reino Unido en este caso, tiene una base militar de la OTAN en territorio español y en contra de los deseos de los españoles. Por ello esta última colonia europea sería difícilmente aceptable, ya que, por ejemplo, en caso de ataque a Gibraltar, España estaría obligada a defender la Roca, de acuerdo con el tratado de Washington. Por todo ello, la negociación con Gibraltar se verá acelerada en los próximos meses. El recien te encuentro entre los ministros Pérez-Llorca y Lord Carrington, en Madrid, al término de las vacaciones en Trujillo del secretario del Foreign Office, parece indicar la reapertura del diálogo Londres-Madrid, recientemente animado por las conclusiones obtenidas tras su visita a España por el comité de relaciones exteriores del Parlamento británico. Conclusiones que favorecen muchas de las tesis españolas en la negociación. De momento, la semana entrante se reanudará la discusión sobre Gibraltar a nivel de directores generales de los ministerios de Asuntos Exteriores de ambos países. Aquí se hablará del acuerdo de Lisboa, de la base militar, de la autonomía de la población y de la soberanía reivindicada por España. Pero, sobre todo, de lo que se hablará será de las restricciones españolas y de la apertura de la verja, así como del inicio de la negociación propiamente dicha, de acuerdo con lo pactado en Lisboa entre Lord Carrington y Marcelino Oreja en la primavera del pasado año. Hasta ahora las negociaciones no se iniciaron, y no se abrió la frontera porque España quería conseguir para los trabajadores españoles que vayan a Gibraltar los mismos derechos que ya tienen los ciudadanos de los países de la CEE. Esta era, al menos, la escusa formal, aunque más cierto parece que el Gobierno de Madrid deseaba obtener del Foreign Office la garantía absoluta de que las negociaciones iban a caminar por el camino de la descolonización y no quedarse en un debate eterno. Estas garantías, Londres parece, por el momento, dispuesto a darlas, y para ello cuenta con la presión de Washington y de varios aliados de la OTAN interesados en el ingreso de España en la Alianza. El informe de los diputados británicos apunta también en este sentido y, aunque quita a Londres importantes argumentos en la negociación, ampara al Foreign Office en un supuesto político de descolonización frente a su opinión pública. La solución de una base militar conjunta hispano-británica en el marco de la OTAN, utilizable también por la VI Flota norteamericana en el Mediterráneo, como se ha escrito en la Prensa británica en los últimos días, parece tener posibilidades en esta negociación sobre Gibraltar, en la que el futuro de los gibraltareños parece ser el obstáculo mayor a la conclusión de un acuerdo rápido como lo desea Madrid también para presentar ante la opinión pública hispana el tema de la OTAN como una operación exitosa que el actual Gobierno de UCD querría utilizar, con Gibraltar de por medio, como elemento de combate en una futura campaña electoral.

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