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El general Juste asegura que en ningún momento dio su conformidad los planes golpistas

El general José Juste Fernández, que mandaba la División Acorazada Brunete (DAC) el pasado 23 de febrero, cuando un grupo armado de la Guardia Civil a las órdenes del teniente coronel Tejero asaltó el Congreso de los Diputados, justifica en sus declaraciones ante el juez instructor del sumario abierto a raíz del intento de golpe de Estado el porqué de su actitud, «que en ningún momento fue de inhibición ni de mera aquiescencia a las iniciativas del jefe del Estado Mayor de la División, coronel San Martín, procesado en esta misma causa, sino que mantuvo el mando efectivo».

El general Juste asegura en sus testimonios, a los que ha tenido acceso Europa Press, que «era muy conocida la situación de ánimo de la mayoría de los cuadros de mando del Ejército, producida por la evolución de la situación nacional en los últimos años, que ha podido crear en ellos un clima a las soluciones que se propusieron el 23 de febrero».En síntesis, los aspectos más importantes de las tres declaraciones efectuadas por el general Juste ante el juez instructor son las siguientes: «Desconocía absolutamente, y aclaro que no había llegado a mí el más leve indicio, rumor o noticia con anterioridad a mi incorporación al cuartel general de la División Acorazada, minutos antes de las cinco de la tarde del día 23, cuanto tenía o tuvo relación con el proyecto de operación que culminó con la ocupación del Congreso el día 23 de febrero».

«Formulo esta declaración, que estimo fundamental, como base a mi acción de mando, en la seguridad de que no podrá aportarse testimonio alguno que la modifique, y porque en mis planteamientos personales y profesionales nunca consideré como solución para los problemas nacionales acciones de fuerza como la que se trató de aplicar el 23 de febrero, y salvo que fueran ordenadas y autorizadas por el mando superior».

«Rechazo terminantemente cualquier intención o propósito que condujera a un acuerdo previo con el general Torres Rojas (también procesado en esta causa), para que en mi ausencia, por motivos de inspección en San Gregorio, asumiera el mando de la División Acorazada. En el mismo sentido, rechazo también terminantemente contacto alguno, conversación, acuerdo o conocimiento de propósitos o planes conducentes a acciones del tipo que nos ocupa con anterioridad al 18 de enero ni en esa fecha».

«Asímismo, afirmo, además de reiterar mi rechazo a las soluciones de fuerza para tratar de resolver los problemas nacionales, mi respeto a la Constitución y mi lealtad a todos mis mandos superiores, que culminan en su majestad el Rey, en quien contempla con respeto y subordinación el último eslabón jerárquico del mando militar con todas sus consecuencias».

Relato de los hechos

El general Juste, en su primera declaración ante el juez instructor, relata cómo se enteró de que algo grave estaba pasando en la División Acorazada, en los siguientes términos:

«A las once horas del día 23 llegó al acuartelamiento de la brigada paracaidista en Alcalá de Henares, acompañado del Estado Mayor de la DAC, coronel San Martín, y de su ayudante de campo, teniente coronel Santa Cruz, con objeto de asistir a los actos conmemorativos del 27º aniversario de la fundación de las fuerzas paracaidistas del Ejército».

«Al observar que había habido un error en su uniformidad y en la de sus acompañantes, sin tener posibilidad de remediarlo antes de la hora del comienzo de la ceremonia, decidió continuar el viaje a Zaragoza, adonde tenía previsto trasladarse para inspeccionar unos ejercicios de unidades de la Brigada Acorazada XI, juntamente con el ATP XI en el campo de maniobras de San Gregorio de dicha plaza».

«Serían las 11.50 horas cuando emprende la marcha de nuevo, no sin antes acceder a que por el coronel San Martín se comunicara al de la División Acorazada el cambio de programa, anticipando el punto donde se preveía efectuar el almuerzo».

«Como quiera que al llegar a éste -parador nacional de Medinaceli- lo encontráramos cerrado, continuamos hasta el de Santa María de Huerta, volviendo a telefonear a El Pardo, desde allí el jefe de E. M. para comunicar la nueva modificación del programa».

«A la salida de la cabina telefónica, el coronel San Martín me manifestó que el capitán Tamarit le había dicho debíamos regresar inmediatamente al cuartel general porque algo grave ocurría, cuyo detalle no se le precisó, a su parecer por la poca discreción del teléfono».

«Sin detenernos nada más que el tiempo indispensable para recoger unos emparedados y unas botellas de cerveza que encargamos para consumir en el trayecto, iniciamos el regreso a las 14.30 horas, llegando al cu artel general de El Pardo pocos minutos antes de las cinco de la tarde».

«En el patio del acuartelamiento pude ver en seguida al general Torres Rojas acompañado de un grupo de jefes y oficiales, al que saludé, apresurándose a explicarme que, invitado por algún antiguo subordinado, había estado comiendo en nuestra residencia».

«Nos dirigimos a mi despacho, en donde penetró con algunos de los jefes de la División que, con anterioridad a mi llegada, habían sido convocados, según supe después, para que tuvieran ocasión de dar satisfacción al deseo del general Torres Rojas de saludar a sus antiguos subordinados durante el breve tiempo que pensaba permanecer en el cuartel general ».

«Ya en el despacho, el general Torres Rojas manifestó que su presencia en Madríd obedecía a tener que resolver cuestiones notariales relacionadas con un piso de su propiedad, y que no había querido desaprovechar la oportunidad de saludar a,buenos amigos».

«Nos encontrábamos en ese momento allí los coroneles San Martín. Arnaiz, Centeno, Pontijas y Cervantes, y el comandante Pardo, además de Torres Rojas y yo. Sucesivamente irían llegando el general Juste y los tenientes coroneles Sanz de Villaviciosa y Pardo de Santayana del Gaal y, ya terminada la reunión, el general Ortiz y el coronel Valencia».

«El coronel San Martín anuncia que hay un tema muy importante que tratar y pide permiso para que sea expuesto por el comandante Pardo».

Un hecho sonado

«Este pasa a informar de la entrevista que el día anterior, domingo 22, había mantenido en Valencía con el capitán general de la II Región llamado por él. Según su relato, el teniente general Milans del Bosch le expuso que en esta tarde del lunes iba a producirse un hecho muy importante y de extraordinaria gravedad, ante el que no habría más remedio que actuar para garantizar el orden y la seguridad, que su III Región ya estaba preparada -pensaba declarar el estado de excepción- y que la DAC tenía que estarlo por si fuerapreciso. Que la señal desencadenante sería un hecho sonado, del que sabríamos por la radio y la televisión, que no estaba en condiciones de concretarnos, y que se produciría a partir de las seis de la tarde. Esta misma señal nos daría explicación de las razones la actuación».

«El comandante Pardo y el general Torres Rojas insistieron reiteradamente en la constitucionafidad de la acción prevista, que se desarrollaría a las órdenes del, Rey y -llegaron a afirmar- con la simpatía y apoyo de la Reína».

«Como garantía de esas afirmaciones se indicaban los nombres de los mandos supuestamente implicados, de personalidad sobradamente por todos conocida: el teniente general Milans del Bosch y el general Armada, que se encontraría en la Zarzuela a partir de las seis de la tarde».

«Hizo asimismo hincapié en la importancia de garantizar las instalaciones y especialmente las de Radio Nacional y Televisión Española».

«El tiempo había ido transcurriendo (ya que por los retrasos de algunos de los convocados hubo que repetir la exposición), y, ante la observación de alguien de que el personal de las unidades hubiera ya salido de los acuartelamientos, se dijo habían sido retenidos alertándolos para unos supuestos ejercicios Erízo».

«Se hicieron al comandante Pardo varias objeciones, por mi parte y por la de algunos de los asistentes, entre ellas la de que había que informar al capitán general, respondiendo algo así como que el teniente general Milans establecería contacto en su momento con los capitanes generales, y que sobre otros aspectos no era posible conocer más detalles, pero que se podía tener la seguridad de que todos estaban estudiados y resueltos por quien procedía».

«Ante la premura de tiempo, el Ílefe de Estado Mayor me propone que por el mismo se proceda a preparar las órdenes de puesta en marcha de la operación Diana, con modificaciones, a lo que accedo». .

"No llamarle «movimiento»"

«El general Torres Rojas advirtió que a la actuación eventualmente a desarrollar no debía dársele el nombre de movimiento, que no se le ofrecían dudas sobre su resultado por contar con la voluntad del Rey, poniéndose personalmente a mis órdenes para lo que pudiera precisar; ofrecimiento al que no respondí».

«Al poco rato regreso al despacho del comaridante Pardo, solicitando autorización para leer la propuesta de di9tribución de misiones, que, en síntesis, consistían, en su conjunto, enocupar distintos puntos de la capital y hacer acto de presencia en los centros de comunicación de radio y televisió n, suspendiendo, si la situación lo hiciera necesario, la transmisión de noticias. Unícamente sí las unidades fueran atacadas violentamente por grupos civiles, harían las fuerzas fuego al aire, primero, si no fuera suficiente, al suelo, y sólo en último extremo, sobre los atacantes».

«Apenas se había desalojado el despacho por los últimos llegados (salvo por los generales Torres Rojas y Juste y coronel San Martín), supimos, por un transistor que tenía encendido, la noticia del asalto al Congreso, hech o que, sin duda, correspondía al anunciado por el comandante Pardo».

"Ni está Armada ni se le espera"

«Mi preocupación inmediata fue llamar a la Zarzuela para comprobar la presencia del general Armada allí. Los enlaces telefónicos, indudablemente por la sobrecarga de las líneas, eran difíciles de conseguir en esos momentos. Sin embargo, sobre las 18.45 horas logro enlazar con el general Fernández Campo, al que pregunto por Armada, conteitándome que ni está allí ni se le espera para nada. Se extraña ante mi insistencia, y al ponérseme en evidencia, no se sabe nada de él'en palacio, desaparecen mis dudas».

«En el contacto que me apresuré a establecer con el capitán general, le doy cuenta de la situación de la Acorazada, ordenándome dispusiera se mantuvieran las unidades en sus acuartelamientos».

«Se procede a transmitir las órdenes oportunas, que al hacerlo a algunas unidadesya las habían recibido directamente de Capitanía General y a las que fueron reiteradas por el mando de la División y procediendo a confirmarlas por escrito, firmando personalmente por mí y distribuido. inmediatamente por agentes de enlace sobre vehículos».

«Se me da parte de que, salvo Villaviciosa y un destacamento del Regimiento Mixto de Ingenieros, la totalidad de las unidades estaban en sus acuartelamientos. Se insiste cerca del coronel Valencia, que, al parecer, tiene dificultad para transmitir la orden. En todo caso, antes de las 21.15 horas ha bían regresado las unidades del primero, y antes de las 20.30 horas, la de Ingemeros».

Torres Rojas, a La Coruña

«Habiéndose informado al capitán general de la presencia del general Torres Rojas en el cuartel general, hacia las ocho de la tarde se me indica que aquél le transmita la orden de su capitán general (teniente general Fernández Posse) de que se reintegre inmediatamente a su puesto en La Coruña, orden que recibe sin comentarios, limitándose a consultar seguidamente un horario de aviones y a pedirme un vehículo para trasládarse a Barajas, a lo que accedo, Se despide de mí, sale de mi despacho y, según pude comprobar posteriormente en el control de salida, a las 21.50 horas abandona el acuartelamiento».

«Durante la estancia en el cuartel general, el general Torres Rojas efectuó algunas salidas de mí despacho, al parecer para adquirir intormación sobre la marcha de los acontecimientos ».

«Hacia las 20.30 horas se recibe orden de Capitanía de pasar a la situación de alerta 2 de la operación Diana, que, adelantada por teléfono. a las unidades, es confirmadá por escrito y remitida por agentes sobre vehículo entre las nueve. de la noche y las 21.30 horas».

«,Hacia la 1.30 horas del día 24, por el transmisor que tenía en mi despacho, me entero de que vehículos de la División Acorazada están aproximándose al Congreso. Llamo al coronel San,Martín para que se informe y me comunique la unidad a que pertenecen. Al momento me informa de que se trata de las compañías del cuartel general y Policía Militar de la División que, con sus mandos naturales al frente y a las órdenes del comandante Pardo, habían abandonado el acuartelamiento sobre las 12.30 horas y la una de la madrugada. A la expedición se habían incorporado voluntariamente otros dos capitanes».

Pardo anunció que iría con Tejero

«Al preguntarle cómo había podido pasar inadvertido el hecho en el Estado Mayor, me dice que hacia las 21.30 horas el comandante Pardo, en el despacho de la tercera sección, te había hecho, en efecto, presente su intención de salir a apoyar al teniente coronel Tejero, haciéndole ver el propio coronel que se trataba de una barbaridad que no debía hacer. Y que, tras un intercambio de palabras con el comandante, éste le respondió: "Bueno, no te preocupes, mi coronel", por lo que, creyendo le había conseguido disuadir, regresó a su despacho de jefe de Estado Mayor».

«Hacia las 2.30 horas transmito al coronel San Martín la orden del capitán general para que se presente en Capitanía, en donde se le encomienda la misión de tratar de convencer al comandante Pardo para que deponga su actitud, acompañándole el teniente coronel Bonello, del Estado Mayor deCapitanía, lo que tampoco consigue a pesar de ser portador de un mensaje personal de su majestad el Rey para el comandante. El coronel San Martín se reintegra al cuartel general hacia las nueve horas».

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