Escandalo por el "afeitado" de los toros
La cuestión del afeitado se ha convertido en escándalo en esta feria bilbaína de 1981, que está resultando una de las más vergonzosas que se recuerdan en lo que se refiere a la integridad de las astas de las reses.La afición y la crítica locales, vigilantes del prestigio de la feria y del coso, han emprendido acciones para que la autoridad, máxima responsable de que el fraude continúe, ponga en marcha los sencillos mecanismos que prevé el vigente reglamento para sancionar con ejemplaridad a los culpables.
Tenemos noticia de que las astas de varios toros han sido enviadas a la Escuela de Sanidad Veterinaria, de Madrid, para su examen. Pero no es suficiente. Parecería más lógico que autoridad y veterinarios rechazaran en los reconocimientos, sin contemplaciones, aquellos toros que aparezcan con las defensas escobilladas o romas, pues en tal estado no son reglamentarias en festejo mayor.
Mientras tanto, la autoridad, más severa para otras cuestiones irrelevantes, ha propuesto sancionar a Rafael de Paula y a Antoñete por sus deficientes actuaciones el miércoles y jueves últimos, respectivamente. La medida es absolutamente arbitraria, pues estos toreros no se inhibieron de la lidia (único caso en el que se les podría multar), y ni el vigente realamento ni ningún otro -tampoco el sentido común lo aconsejaría- arbitran sanciones para los toreros que estén mal. Si esta medida prosperase, habría que multar a la casi totalidad del escalafón en la casi totalidad de sus actuaciones.
Babelia
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