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Los vigilantes jurados del "metro" solicitan portar armas de fuego

El comité de empresa representante de los vigilantes jurados que prestan sus servicios en las instalaciones del metro inició, el pasado lunes, una huelga con el fin de que se les permita portar armas de fuego y se les dé unas normas claras de comportamiento que pongan fin a algunos roces surgidos con los viajeros. La petición se basa en la dificultad de los vigilantes para hacer frente a las pandillas, armadas en ocasiones, que delinquen en las instalaciones. El Consejo de Intervención del metro y la dirección de la empresa de seguridad Prosesa, de la que dependen los vigilantes, se oponen a la concesión de armas por el grave peligro que ello supondría.Hasta el momento, la huelga la protagonizan sólo los miembros del comité de empresa y un reducido número de trabajadores, aunque es previsible que el conflicto se intensifique en los próximos días. Por lo demás, el paro se produce en un momento en que la imagen pública de los implicados se encuentra bastante deteriorada, como consecuencia de la agresión sufrida por el subdirector general del Medio Ambiente. El servicio de vigilantes jurados del metro, coiltratado con la empresa de seguridad Prosesa a finales del mes de octubre de 1979, consiguió en los primeros meses de actuación unos resultados satisfactorios, ya que logró erradicar la venta ambulante, la prostitución, el tráfico de drogas y la mendicidad que se desarrollaba en las instalaciones del metro. A partir de ese momento se estableció un sistema de mantenimiento de la seguridad con el fin de evitar el resurgir de estas actívidades y de luchar contra el gamberrismo, las agresiones a empleados y los asaltos a taquillas, que en los últimos meses han vuelto a cobrar importancia. Como ejemplo, en los últimos tres meses se han contabilizado veintinueve agresiones a vigilantes y empleados, veintitrés asaltos o intentos de asalto a taquillas y dieciséis actos de gamberrismo, aparte de otros hechos, tales como la detención de un hombre que intentó violar a una joven en la estación de Sainz de Baranda o la de otro que se estaba masturbando sobre las doce de la noche en la estación de Sol.

Falta de preparación

Este cambio en la actividad de los vigilantes no fue acompañado, según informaron algunos miembros del comité de empresa, de ningún cursillo de adaptación. "No sólo no nos han dicho cómo actuar en cada caso, sino que tampoco se ha dado una suficiente información al público sobre cuál es nuestro papel aquí. Por otra parte, frente al gamberrismo y el asalto de taquillas estamos en muchos casos indefensos, ya que ni tenemos una preparación fisica adecuada, ni realizamos ningún curso periódico de adiestramiento, ni podemos hacer nada con una defensa de goma contra cinco o seis jóvenes que nos ataquen armados con navajas; es en estos casos extremos cuando la sola tenencia del arma de fuego disuadiría a los atacantes".En opinión de Juan Torres, presidente del Consejo de Intervención,"en el metro madrileño el índice de conflíctívidad no es superior al de otros metros del mundo, aunque se puede disminuir; desde luego, incidentes como el de la agresión a Jose Antonio Errejón, director general del Medio Ambiente, no estarnos dispuestos a tolerarlos, y así se lo comunicamos a Prosesa, empresa que ha actuado con la máxima rigidez contra los vigilantes que han abusado de su autoridad. El servicio tiene defectos y estamos estudiando la forma de subsanarlos; así, vamos a reestructurar los horarios, ya que se ha visto que los incidentes son más frecuentes entre las seis de la tarde y las nueve de la noche. Con respecto a la petición de portar armas, yo no veo posible esta autorización, ya que no hay que olvidar que cada día pasan por el metro 1.300.000 personas, lo que, en caso de utilización de un arma, significaría un gran peligro".

Luis Valdés, director, general adjunto de Prosesa, informó que la petición de llevar arma le parecía irracional, ya que, aunque en el metro hay mucha conflictividad y las agresiones son muy numerosas, el hecho de sacar un arma para disparar es algo muy peligroso, por la cantidad de público que utiliza este transporte".

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