Lemóniz y el riesgo atómico
Ha pasado un mes desde que EL PAIS publicara (5 de julio) un artículo, fechado en Bilbao, bajo el título Un accidente grave en la central de Lemóniz obligaría a evacuar un millón de personas. Sorprendentemente, nadie ha rebatido tal afirmación.Se cita en el artículo un informe de la Comisión de Defensa de una Costa Vasca no Nuclear. Dicho informe es, evidentemente, recogido casi sin crítica por EL PAIS, lo que conduce al periodista a efectuar una exposición alarmista del peligro nuclear y a reproducir afirmaciones inexactas que, como persona interesada en deshacer fundamentales errores de planteamiento en este tema tan vital para Euskadi, al que ya con anterioridad he contribuido en numerosas ocasiones en la Prensa vasca, considero necesario salir al paso.
Es un error afirmar que «el centro de Bilbao se encuentra a quince kilómetros de la central». Basta medir en el mapa para comprobar que el centro de Bilbao se encuentra a veinte kilómetros de la bahía de Basordas. Además, en el radio de quince kilómetros no hay un millón de habitantes, sino menos de 100.000.
A lo largo de todo el artículo se desenfoca el carácter de los estudios americanos que se citan como argumentos contra la ubicación de Lemóniz. El valor de estos documentos no es normativo ni preceptivo, sino que contienen recomendaciones de grupos de estudio constituidos tras el accidente de la central de Harrisburg.
Harrisburg y la seguridad en el extranjero
Resulta preciso recordar que el accidente nuclear de Harrisburg no causó una sola víctima, a pesar del tono alarmista con que se tiñeron todas las informaciones de Prensa esos días, lo que demuestra la capacidad de hacer frente a las emergencias por parte de las centrales nucleares.
Es importante señalar que de las normas norteamericanas vigentes respecto a la selección de emplazamientos para plantas eléctricas nucleares, aun después de Harrisburg, ninguna tiene carácter retroactivo, como inexactamente se recoge en el artículo. En el caso de los nuevos emplazamientos, para los cuales se solicita permiso en los Estados Unidos, resulta solamente necesario efectuar un análisis de alternativas, en caso de que los niveles de población recomendados se vean excedidos. Es decir, no se excluye que se puedan autorizar nuevas plantas en zonas de mayor densidad de población. Sí, en conjunto, representan la alternativa óptima.
Hay plantas nucleares en EE UU, como la de Indian. Point, que se halla situada en los suburbios del norte de la ciudad de Nueva York, donde, en un radio de cinco kilómetros, vive una Población diez veces mayor que la afectada por Lemóniz. La central de Zion, en las afueras de Chicago situadasobre una playa del lago Michigan, está rodeada de población en sus inmediaciones. Ambas plantas son más potentes que Lemóniz y siguen funcionando con todos los permisos oficiales.
Se aducen en el artículo unas palabras dichas hace dos años por mi amigo Txiki Benegas en el Congreso de los Diputados, por las que afirmaba que, en Estados Unidos, la normativa nuclear preveía que la evacuación debería efectuarse «hasta una distancia de veinticuatro kilómetros», y que estaba en estudio extenderla «hasta 32 kilómetros». Nada de eso es cierto. Benegas fue mal asesorado.
En EE UU, país sensible como pocos en cuestión de seguridad ciudadana, la norma nuclear establecida solamente exige planes de evacuación para el caso de uwaccidente de probabilidad tan pequeña que puede calificarse de caso hipotético, en un radio de diez millas, es decir, diecisiete kilómetros. Si se aplicara esta norma al caso de Lemóniz, Bilbao quedaría excluida del plan de evacuación.
En Francia, país con criterios de seguridad que pudiéramos considerar término medio en la práctica internacional, se prevé la evacuación de la población solamente en el caso del más grave accidente imaginable, en un radio de cinco kilómetros. Y lo que es muy importante, después dé un tiempo mínimo de preaviso y reorganización de doce horas. (El informe de la Comisión de Defensa de una Costa Vasca no Nuclear presenta la emergencia sugiriendo que, en caso de un accidente en la planta eléctrica nuclear, habría que huir alocadamente, como si de la explosión de una bomba atómica se tratara. Nada más lejos de la realidad. Una planta atómica de las que se usan para genesar electricidad, cuyo reactor es controlable, no puede, en ningún caso, explosionar en un abrir y cerrar de ojos, como una bomba de uso militar).
Los criterios españoles, conservadores
Los criterios oficiales españoles sobre planificación de emergencias, tarea que depende de las juntas de Protección Civil, son conservadores, y se sitúan, en cuanto a distancias, en la zona media-alta de la práctica mundial. No hay ningauna razón para pensar que el plan público de, emergencia para la central de Lemóniz no pueda ser equivalente a los mejores planes de emergencia preparados hasta ahora en cualquier país de Europa.
La densidad de población alrededor de la central de Lemóniz es equivalente a la de muchas otras centrales en diversos países, e inferior a la de algunos europeos, como Bélgica.
La Organización Internacional de Energía Atómica, con base en Viena (Austria), interesada en su día por el Consejo General Vasco, concluía: «Aunque la central de Lemóniz está en una región de alta densidad de población, no hay ningún factor importante que la distinga de otras centrales situadas en zonas muy pobladas, o que disminuya la confianza en que la central se pueda explotar sin riesgos indebidos para la población circundante». (Informe sobre Lemóniz. OIEA. Agosto 1980).
Un país debe escoger entre vivir sin progreso industrial ni modernos medios o correr ciertos riesgos razonables. La electricidad puede causar muertes por electrocución, pero nadie piensa en prohibir su utilización. Cantidad de hogares y edificios se calientan con gases licuados, pero el accidente de Ortuella, doloroso como fue para el País Vasco, no impide que se sigan utilizando las instalaciones existentes.
Del mismo modo, no puedo ver cómo se puede pedir al pueblo vasco que renuncie a construir sus centrales atómicas, dentro de una seguridad razonable, como lo hacen otros países europeos: Suiza, Bélgica, Alemania, Francia...
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