Más de quince ciudades tendrán universidades populares en enero de 1982
Desde aquellos lejanos intentos por llevar la cultura a la clase trabajadora -que se prodigaron durante el siglo XIX, en pleno auge del movimiento obrero, y que con la rúbrica de universidades populares pretendían ser una réplica de clase a la universidad y a la ciencia impregnada de un inequívoco sabor elitista y burgués- hasta estos centros de la actualidad que, aun que incipientes en España, cuentan ya con gran arraigo en la mayor parte de los países europeos, tan sólo el nombre se ha mantenido como referente histórico. Las universidades populares de esta última parte del siglo XX, en plena civilización del ocio, han cambiado radicalmente de naturaleza y de funciones. Su institucionalización, al amparo de los municipios, ha logrado darles una estabilidad en su funcionamiento y capacidad de convocatoria realmente impensables hace unas décadas.Pero esto mismo, su creación desde arriba y la financiación con fondos públicos, ha tenido como consecuencia que el carácter combativo y radical del que hicieron gala en su origen, empapado muchas veces con ciertas dosis de voluntarismo, haya trocado en moderado espíritu crítico y progresista, con una atención destacada para aspectos de la creatividad personal.
El precedente de Rekaldeberri
Este cambio de planteamiento, favorecido por el acceso a las par celas de poder, principalmente municipal, de los grupos socialistas en sus diferentes versiones ha permitido institucionalizar unos centros de formación cultural de adultos cuya creación también había sido intentada en nuestro pasado reciente con medios precarios y resultados poco brillantes, como su cedió en el seno de ciertas asociaciones de vecinos o también en medio sociales muy conflictivos, como la experiencia con creta realizada en el barrio bilbaíno de Rekaldeberri. Aquí se asistió, durante el año 1977, a la creación de una Universidad Popular de marcado matiz beligerante frente a las estructuras de poder y con unos programas que radicalizaban su contenido sociopolítico como respuesta al desierto cultural en que tenía que desarrollarse la vida en el barrio.
Las universidades populares que ahora empiezan a crearse parten, sin embargo, de unos esquemas cualitativamente distintos. Para empezar, se financian públicamente, en el marco de una nueva concepción de la política cultural por parte de los ayuntamientos. En segundo lugar, se ha abandonado el carácter fuertemente ideologizado de sus programas por unos contenidos de animación sociocultural a partir de las nuevas necesidades de los individuos, enfrentados a los rápidos cambios sociales. Estos cambios, por último, hacen que la experiencia sea fácilmente generalizable, aumentando de esta forma sus posibilidades de implantación social.
Después de llevar casi un año funcionando, la Universidad Popular de San Sebastián de los Reyes, la primera en crearse en España bajo estos nuevos planteamientos, ha cumplido, en opinión de su director, Ricardo Berea, el principal objetivo de su primera etapa, que era el de darse a conocer entre la población.
De un censo estimado de 45.000 habitantes, más de seiscientas personas han estado inscritas en alguno de los cursos programados por la Universidad Popular, si bien una parte de ellas procedían del vecino pueblo de Alcobendas e incluso de Madrid. Paralelamente, y para paliar en lo posible la falta de respuesta directa de una gran parte de la población, se han programado con periodicidad semanal actividades abiertas a todo el vecindario, que se desarrollan principalmente a través del cine-club, que lleva el nombre de la Universidad Popular.
Tres áreas de actividad
Durante este primer curso, la programación que se ha desarrollado estaba formada por tres grandes áreas. La primera de ellas, la de conocimientos específicos, comprende los cursos de alfabetización y perfeccionamiento, de taquigrafía y mecanografía, idiomas y graduado escolar.
La segunda de las áreas se ocupa de fomentar la creatividad, teniendo cabida en ella actividades como la música, el teatro, cine, fotografía, pintura y ritmo en sus respectivos talleres de creación.
El último de los grandes bloques se reserva para un gabinete de psicopedagogía, que entrará próximamente en funcionamiento. No está concebido con carácter asistencial, sino que se encargará de estudiar las necesidades del municipio y la mejor forma de encauzarlas en el marco de acción de la Universidad Popular. Se pretende realizar con ello una permanente tarea de animación cultural que penetre en una gran parte del tejido social. Para el director de la Universidad Popular de San Sebastián de los Reyes, la actividad que en mayor medida ha lastrado la concepción de una universidad popular como un lugar de formación cualitativamente diferente de los otros centros de enseñanza tradicionales ha sido la necesidad de acoger a los chicos que por haber cumplido los catorce años han sido apartados de la escuela, al no lograr su certificado de graduado escolar. Para estos casos, que lógicamente son los más problemáticos, no existía una oferta adecuada por parte de las autoridades educativas, por lo que el Ayuntamiento encargó a la Universidad Popular que se hiciera cargo de su formación. A pesar de que se ha elaborado con ellos una dinámica distinta a la de la escuela normal, se pretende que esta parcela de la educación sea encomendada a otros centros específicos.
Al margen ya de este aspecto, varios de los cursos que se imparten dentro del bloque de conocimientos específicos encajan muy justos en el planteamiento de la universidad Popular como centro de formación de adultos. Para remediar en parte esta contradicción se ha querido aunar la adquisición de unos conocimientos prácticos con unos métodos de enseñanza no exclusivamente mecánicos.
Presupuesto y funcionamiento
Una situación diferente es la que se da en los cursos de alfabetización y graduado escolar para adultos, en los que, sin la obligación de dar un programa en un plazo de tiempo, se hace posible destacar «el carácter crítico, emancipador y progresista que es deseable dar al concepto de cultura». El presupuesto con que ha contado la Universidad Popular de San Sebastián de los Reyes ha sido de 17.798.400 pesetas. De este dinero se esperaba recaudar tres millones y medio con las cuotas de inscripción, que en buena parte no se han llegado a cubrir. El resto ha corrido a cargo del Ayuntamiento, del fondo para actividades culturales y educativas.
Los cursos de la Universidad Popular han estado empezando normalmente a partir de las seis de la tarde, aunque la mayor asistencia se lograba entre las ocho y las diez de la noche. Se contaba con una plantilla de veinticuatro personas para atender a los grupos, que han sido, por lo general, de tamaño reducido. En el curso de idiomas, por ejemplo, que ha contado con bastante aceptación, se han formado seis grupos distintos.
Para inscribirse, los participantes han tenido que pagar una cuota que oscila entre las quinientas y las 1.500 pesetas, según los cursos. El motivo de cobrar esta cantidad, en gran parte simbólica, es, según explica Ricardo Berea, para que los asistentes se comprometan con la gestión del centro, garantizando de alguna forma la continuidad de su asistencia, ya que lo que se da gratis no se valora del mismo modo.
El funcionamiento interno ha estado presidido por un estatuto en el que se recoge la participación de los alumnos. Por encima de la Universidad Popular, y a modo de puente con el Ayuntamiento, se ha creado un patronato, que es el que decide en los temas de gastos y de contratación a propuesta de la Universidad Popular. Esta mantiene su autonomía en lo que se refiere a la programación y a la libertad de enseñanza. La concreción de este esquema general para el caso particular de San Sebastián de los Reyes muestra la composición de un patronato con once personas, ocho de las cuales están en representación del Ayuntamiento, y tres, de la propia Universidad Popular. De los miembros municipales, dos son cargos técnicos ocupados por funcionarios, y los otros seis puestos se reparten entre los partidos políticos, de modo que los socialistas, con mayoría absoluta en el Ayuntamiento, cuentan con cuatro representantes en el patronato, y uno cada uno, el PCE y UCD.
De la composición actual del patronato es fácil deducir que no se han planteado trabas a la libertad de funcionamiento de la Universidad Popular.
Ahora bien, dado que se pretende generalizar el modelo por toda la geografía municipal española, qué garantías de continuidad pueden tenerse en el caso de que unas nuevas elecciones municipales cambiasen radicalmente la relación de fuerzas políticas en los Ayuntamientos. «Ante esta posibilidad», responde Ricardo Berea,' «hay que procurar que las universidades cuajen a nivel popular, que adquieran una sólida implantación y que el poder de decisión sobre la orientación que deben darse a sus programas quede siempre en el seno de la propia universidad popular».
Tras San Sebastián de los Reyes y Puertollano, que han mantenido frecuentes contactos entre sí en lo que puede ser el embrión para una federación de universidades populares, otros ayuntamientos están poniendo en marcha iniciativas similares. Se trata de Vigo, Gijón, Elche y Cartagena, y, en la provincia de Madrid, Villalba, Alcobendas y Móstoles, que empezarán a funcionar para el próximo mes de octubre. Está ya prevista la ampliación del proyecto en la provincia de Madrid para los pueblos del cinturón industrial de la capital. Getafe, Parla, Alcorcón, Leganés, Colmenar Viejo e incluso algún núcleo rural podrían contar con universidad popular desde enero del próximo año.
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