Saldo de toros mochos
Figuraba en los carteles, con enormes letras de color rojo, que El Escorial celebraba su gran feria del arte. Para llevarla acabo se contrató a tres toreros de diferentes características, pero coincidentes en saber hacer el toreo. Sobre el papel estaban allí el ángel del toreo sevillano, la maestría del otrora llamado torero de cristal y los duendes del gitano Paula. Pero para colaborar en esta gran fiesta, de las dehesas gaditanas donde pastan los toros de Osborne, llegaron al pueblo serrano seis ejemplares que parecían haber visitado el establecimiento de Fígaro antes de salir al ruedo. El que no era escobillado era mocho, y de ahí para arriba.Para colmo, los toros no dieron facilidades a los toreros. Pelearon sin mucha codicia y llegaron ásperos. cabeceantes y rebrincones a la muleta. Con estos regalos. Manolo Vázquez estuvo desconfiado. sin ánimos y con ganas de coger en seguida la carretera de MadrÍd.
Plaza de El Escorial
10 de agosto. Corrida de feria. Toros de Francisco Javier Osborne, de desigual presentación, mansurrones y ásperos en la muleta. Todos, a excepción del quinto, escobillados y sospechosos de pitones. El cuarto fue ruidosamente protestado por este motivo. Manolo Vázquez: bronca y silencio. Antoñete: ovación y palmas y pitos cuando saluda. Rafael de Paula: bronca y bronca. Fue despedido con lluvia de botes de cerveza.
Rafael de Paula ofreció el espectáculo de su impotencia y su falta de recursos con capote, muleta y espada, sin que pudiéramos oír esa música con la que sueña Bergamín.
Sólo Antoñete sacó a relucir su torería en los detalles maestros, a través de trincherillas, ayudados a dos manos y adornos que calaron en los asombrados veraneantes.
Pero la afición auténtica estuvo de uñas. Se abroncó a los veterinarios que ocupaban, sonrientes y, ajenos al asunto, un burladero del callejón. Se indicó a gritos que la corrida de rejones del próximo día 14 parecía haberse adelantado, y se cantó a coro el estribillo de ladrones, ladrones. Nada de esto parecía afectar al presidente, que al menos esperamos que disponga el envío de las astas al reglamentarlo examen.
Cuando los diestros abandonaron la plaza hubo palmas a Antoñete. mientras Manolo Vázquez y Rafael de Paula tenían que escuchar una bronca, acompañada para éste con lluvia de botes de cerveza, tanto por su desafortunada actuación como porque llegó a encararse con el público.
De cualquier forma, lo verdaderamente grave de la corrida fue el lamentable estado de los pitones. El público se indignó porque se sentía defraudado. Y mientras tanto los precios de las localidades eran casi de escándalo.
Babelia
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