"¡Aupa, Soria!"
«¡Aúpa, Soria! » era el grito cuando José Luis Palomar banderilleaba, y cuando toreaba de muleta, y aún sonó más fuerte cuande le cortó la oreja al tercero. José Luis Palomar es de Soria, claro, y se le nota en la reciedumbre con que interpreta las suertes.En el tercero consiguió el éxito. Los naturales y la estocada le valieron el éxito. Primero muleteó en redondo al buen toro y le salía como los ventarrones invernales de su entrañable tierra. Pero cuando se echó la muleta a la izquierda ya fue otra cosa: templó el viento en el temple del pase, y la suerte, ejecutada con valor y hondura, hizo rugir el olé. Después se volcó sobre el morrillo para hundir el acero por las agujas, hasta la empuñadura.
Plaza de Las Ventas
Domingo 19 de julio. Cinto toros de Moreno Silva, bien presentados -en terciado y, cornicortos-, mansos pero encastados, que dieron juego. Cuarto, sobrero de El Sierro, precioso de trapío, grande, cornalón, astifino y manso. Joaquín Bernadé: media (vuelta protestada). Dos pinchazos y bajonazo descarado (división cuando saluda). Gabriel Puerta: estocada baja que asoma, rueda de peones. dos descabellos y bajonazo (palmas y pitos cuando saluda). Tres pinchazos y se acuesta el toro (silencio). José Luis Palomar: buena estocada (oreja). Pinchazo, estocada corta rueda de peones (vuelta). Presidió bien el comisario García Conde. Buena entrada. El peón Paco Puerta resultó cogido por el segundo. Parte facultativo: cornada en región inguinal izquierda, con trayectoria hacia arriba de veinte centímetros, que produce destrozos en aponeurosis mayor y ilíaca antero superior. Pronóstico menos grave. contusiona zona
Triunfo de José Luis Palomar, soriano para su bien, que no pudo refrendar del todo en el sexto, de manejable condición, pues no conseguía meterlo en el engaño y hacerlo humillar. Al toro se le notaba cierta tendencia a desparramar la vista, seguramente producida por las interferencias que se habían hecho mutuamente durante la brega el matador y su peón Curro de la Riva. A ese toro había que fijarlo. Y Palomar no lo intentó siquiera. A la faena le faltó sentido del dominio, armazón, técnica. O, a lo mejor, lo que ocurría es que el torero no está placeado y necesita un rodaje. Bien. Si es así, que se lo dé quien pueda, porque merece la pena. Hay torero en Soria.
Con las banderillas estuvo bien en su primero y superior en el otro. Pares de emoción, dejando llegar, reuniendo en la cara, prendido en vertical y arriba. Sobriedad en la preparación de la suerte, con sabor de torero clásico. Y Ia montera puesta, lo mismo en este tercio que en el último del sexto toro, a semejanza de los diestros cie la edad antigua del toreo, cuando no brindaban.
La corrida se dejó torear y la toreó con arrestos José Luis Palomar. También la toreó Joaquín Bernadó, éste con finura, que en ocasiones ribeteaba de sufiles delicadezas. Un contraste interesante había entre el soriano recio y el primoroso catalán. Contraste de mano a mano, a ver, que se vea cómo dominan los toros, uno por las bravas, otro por las persuasivas.
Porque el Noi de la Rierela nomanda, convence. Aquella súbita voz del tendido -«¡con la izquierdaaa!- cuando Bernadó dialogaba con el cornalón sobrero de El Sierro antes de empezar los pases y las cosas era indicie de que había en el tendido quien no entendía nada. Sepa el impaciente e indocto espectador que Bernadó necesita llegar a una entente cordiale con el toro, y por eso estaban allí, parados, de conversación. Le decía: «Cuando volsté vullgui em pesamos». Y el toro: «Confío en que será cuidadoso y no me hará daño, pues, en otro caso, habré de tomar las medidas oporturias».Y Bernadó: «No se preocupi, que aixó bermell es suave paño de Tarrasa, según garantisa su orillu: miri, miri». Y el toro: «Pues, ea, vamos allá».
No conviene que los espectadores interrumpan el diálogo, si quieren ver algo de faena, cuando torea Bernadó. Es fundamental que torero y toro lleguen a un acuerdo.
Faena completa será difícil que se le vea. Bernadó se entrega en los detalles, tiene una peculiar forma de interpretar el toreo, que nunca puede desbordar los límites de la más rigurosa estética, y pocos toros admiten tan aquilatado recital.
Quizá toro de recital fuera el quinto, pero cayó en las toscas manos de Gabriel Puerta, que lo molió a pases. El segundo iba bien por el derecho y lo moll ó a derechazos, como era de temer. Ese toro había salido con peligro, muy claro por el izquierdo, y en la brega corneó al peón Paco Puerta, que precisamente es hermano del matador. Posiblemente, la impresión de la cogida le afectó de forma profunda a Gabriel Puerta, y no era capaz de motivarse, aunque la fortuna le había puesto delante un toro de recital. Cuando un hermano va a la enfermería con una cornada en la ingle, es lógico que no se esté para nada.
Babelia
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