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Reportaje:Centroamérica: la política de los extremos / 2

El Ejército guatemalteco, poco acostumbrado a perder elecciones

Para afrontar la creciente actividad guerrillera, algunos sectores de la derecha guatemalteca han lanzado ya el nombre del general Aníbal Guevara, actual ministro de Defensa, como posible candidato presidencial para las elecciones de la primavera próxima. Si cuaja su nominación, él será el nuevo presidente. El Ejército no está acostumbrado a perder elecciones. Poco importa lo que ocurra en las urnas. Con una abstención del 70% no es dificil hacer fogatas con los votos, como ya ocurrió en 1974, y rellenar rápidamente unos nuevos.

Lo único que podría alterar estos planes sería el deseo norteamericano de ver a un civil en la presidencia. En este caso, aumentarían las posibilidades de Mario Sandoval, líder indiscutible del ultraderechista Movimiento de Liberación Nacional (MLN), aunque su extremismo inquisitorial puede resultar incómodo para Estados Unidos.Este torquemada guatemalteco, que habla dificultosamente por culpa de un cáncer de garganta que le fue extirpado con éxito, sueña en conquistar Belice y en hacer una pira gigantesca con todos los subversivos, que, según su cuenta particular, deben ser casi la mitad de sus compatriotas. Para la economía tiene un curalotodo infalible: que el Estado se desentienda de ella y debe funcionar libremente el mercado, con una política de puertas abiertas a la inversión extranjera.

Estas son las líneas programáticas del partido más importante de Guatemala. Pese a no estar en el Gobierno del general Romeo Lucas, el MLN es el que cuenta con mayor número de diputados (veinticuatro sobre sesenta), el que tiene mayor implantación en todo el territorio y, desde luego, el mejor armado.

Entrar en su sede produce auténtico escalofrío. Ametralladoras montadas apuntan desde los tejados y una decena de fusiles protegen permanentemente la puerta principal. Ha sido definido como el partido de la violencia organizada y de sus filas se nutren principalmente las bandas de extrema derecha.

Los líderes del MLN no tienen pelos en la lengua. Su portavoz, Leonel Sisniega, lo mismo acusa a México de ser el santuario de la guerrilla guatemalteca -"después de dar el golpe se refugian en Quintana Roo, para curar su fatiga de guerra"- que niega toda legalidad al acuerdo alcanzado en el Reino Unido para otorgar la independencia a Belice.

"Belice es nuestro, así lo establece la Constitución de Guatemala. Para reformarla hace falta una mayoría de dos tercios en el Congreso, la convocatoria de una asamblea constituyente y la posterior ratificación en referéndum. Nadie se atreverá a proponer una cosa así al pueblo guatemalteco y, desde luego, el MLN estará en contra. La historia y la razón están de nuestra parte. Inglaterra sólo tiene la fuerza. En el momento en que la levante, invadiremos Belice".

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Discrepancias sobre Belice

La derecha, que es monolítica en temas como la lucha antiguerrillera o la negativa a cualquier reforma social, presenta divisiones en la cuestión de Belice. El Gobierno opina que es una causa perdida y que el acuerdo con el Reino Unido (cesión de islotes, puertos francos en el Caribe y derechos de explotación del subsuelo) es el mejor que se podía haber conseguido.

Eduardo Castillo Valdez, ministro de Relaciones Exteriores, manifestó en un almuerzo reciente con directores de empresa que la cesión de Belice a los ingleses había sido un acto soberano de España anterior a la independencia de Guatemala y que, por tanto, era insostenible la reclamación de ese territorio basada en razones históricas.

La excesiva radicalización del MLN en el tema beliceño puede costarle la enemiga de Estados Unidos, que con la independencia de la colonia británica quiere erradicar un posible foco de tensión en el área centroamericana. Fuera del MLN, nadie parece dispuesto a arriesgar una guerra por Belice, incluido el Ejército.

El general Guevara, que como ministro de Defensa ha tenido que apoyar el acuerdo con el Reino Unido, podría aparecer así como un candidato moderado frente al visionario Sandoval. Los dos partidos que apoyan al general Romeo Lucas (el Partido Institucional Democrático, con diecisiete diputados, y el Partido Revolucionario, con catorce) respaldarían su candidatura con toda seguridad. La esperanza del MLN es que "el péndulo político apunta esta vez a una candidatura civil".

Toda esta controversia electoral preocupa en el fondo muy poco a la mayoría de la población. La derecha se guisa y se come sola sus elecciones. Mientras tanto, el proceso de depauperización continúa alimentando a la guerrilla. Los salarios en el campo apenas llegan a los tres dólares por día trabajado (unas 290 pesetas) y más de la mitad de la población activa no tiene más recursos que el cultivo de diminutos minifundios o la recogida de las cosechas en las grandes fincas. La población se duplica cada veintitrés años, mientras la producción de granos básicos para consumo interno lo hace cada veintiséis.

Cuando se plantea la incidencia de la miseria en la lucha armada, Leonel Sisniega contesta como el rayo: "Los salarios mínimos del campo corresponden también a tareas igualmente mínimas. Nada les impide realizar dos o tres tares diarias, como lo hacen en vísperas de la fiesta de su pueblo para poder comprar ropa nueva y alcohol". Esta idea de convertir el campo en un gran destajo cuenta con los parabienes de los grandes latifundistas, un 2% de propietarios que poseen el 65%. de las tierras.

La situación de los cuatro millones de guatemaltecos, que ni siquiera alcanzan niveles de subsistencia, tiende a empeorar tras la baja de los precios del café en un 50%. Los grandes cafeteleros ya han empezado a apuntar que no podrán pagar ni siquiera los sueldos de los jornaleros.

Nada saben, en cambio, de los beneficios del petróleo que las compañías transnacionales han descubierto, en grandes cantidades, a lo largo de la franja transversal del Norte. Las reservas probadas superan los 2.500 millones de barriles, pero otras estimaciones rigurosas las sitúan en los 12.000 millones.

Aunque el ritmo actual de extracción se limita a unos modestos 5.000 barriles diarios, algunos indicios hablan de que este tope será elevado pronto hasta los 60.000 y que durante los próximos cuatro años Guatemala pasará a ser un exportador apreciable.

Por el momento, el descubrimiento de petróleo, en el que participa la compañía española Hispanoil, sólo ha provocado un mayor interés de Estados Unidos por colaborar con el régimen guatemalteco. Portavoces del Departamento de Estado han reiterado su voluntad de estrechar relaciones con el Gobierno del general Romeo Lucas, pero la Administración Reagan no se ha atrevido hasta ahora a proponer al Congreso que levante el embargo sobre la venta de armas, vigente desde 1977.

El hecho de que la Administración Reagan rehúya un debate de esta naturaleza constituye de por sí un reconocimiento implícito de que el régimen guatemalteco es culpable de graves violaciones de derechos humanos.

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