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Proponen crear en Sevilla un Instituto de Estudios de Música Andalusí

Terminó el Congreso de Juventudes Musicales

El 31º Congreso Internacional de Juventudes Musicales, que se clausuró el pasado domingo en Sevilla, acordó proponer la creación de un Instituto de Estudios de Música Andalusí, que tendría su sede en la citada ciudad. Esta conclusión subraya la importancia de uno de los debates más interesantes de esta reunión de musicólogos, que versó sobre las influencias que la música árabe ha tenido sobre la creada en otros pueblos de Europa. Más de quinientas personas asistieron a las sesiones del Congreso, que comenzaron el pasado 5 de julio.

Los animados debates sobre las relaciones entre la música árabe y la occidental han terminado con una serie de conclusiones, entre las que destaca un estupendo proyecto: la creación en Sevilla de un Instituto de Estudios de Música Andalusí, esa unión de dos culturas que tanto interesara a Felipe Pedrell y, más aún, a Manuel de Falla.Todos los especialistas parecen estar de acuerdo en que la capital andaluza debe ser, por su significación y su historia, la sede de un empeño permanente de este género. Estamos, como dijo Sala El Mahdi, ante «una herencia social y, como toda herencia, no debe ser dilapidada, sino desarrollada».

Por su valor universal, por la serie de proyecciones e influencias, particularmente en el mundo mediterráneo y, de modo especial, en España, este legado musical -tan unido al poético y literario- concierne a un área muy extensa de países que, a buen seguro, apoyarán la iniciativa de los estudiosos de Sevilla.

Homenaje a Falla

Un congreso celebrado en Andalucía no podía omitir el expreso homenaje a Manuel de Falla. El viernes, los seiscientos participantes en el 31º Congreso de la Federación Internacional de Juventudes Musicales marcharon a Cádiz para escuchar la obra de Falla en tres aspectos bien diferenciados: los nocturnos -prodigiosamente entendidos por Jacinto Matute, gran valor de la pianística gaditana-, el Concerto y el Retablo de Maese Pedro.El Gran Teatro, que desde 1926 lleva el nombre del genial compositor español, registró un lleno hasta la bandera, imagen taurina perfectamente adecuada a la estética arquitectónica del coliseo. Rafael Puyana, con los solistas Agustín Llavata, Miguel Quirós, Antonio Herrera, Gerard Claret y Rafael Ramos, expusieron con buen criterio y gran belleza sonora el Concerto, la primera obra contemporánea que reintroduce el clave.

Después, el milagroso Retablo. Recuerdo aquella emocionante carta de Wanda Landowska a Manuel de Falla en la que, al explicarle el estreno de la obra en Nueva York, comenta algo insólito: a poco de iniciarse la Sinfonía de Maeste Pedro, el público la interrumpió con una interminable salva de aplausos. El niño Alberto Bustamante, el tenor Manuel Cid y el barítono Manuel Bermúdez cantaron muy bien, y Juan Antonio Villarejo -cuarenta años de lucha por el teatro guiñol- hizo una escenificación adecuada: expresiva y sin lujo, como conviene al pasaje cervantino. La asistencia internacional y la gaditana reaccionó con tanto entusiasmo como los neoyorquinos de medio siglo atrás, sobre todo cuando Luis Izquierdo enarboló la partitura de Falla.

Es preciso destacar la inteligente juntura de sevillanismo e internacionalidad lograda por los organizadores de la manifestación, que, para muchos asistentes, ha sido el más interesante y atractivo congreso entre los celebrados por Juventudes Musicales. Tanto que ha establecido un «modo de hacer» que será imitado.

Recordar esa presencia de los músicos de Sevilla me parece no sólo justo, sino obligado. Compositores de ayer y de hoy, como García Torres, Eduardb Torres, Turina y Manuel Castillo; intérpretes como Angeles Rentería, el guitarrista José María Gallardo (discípulo de América Martínez), el oboísta Miguel Quirós, granadino, pero afincado en el Conservatorio sevillano, instrumentista de extraordinaria calidad, como quedó demostrado en su intervención con la Orquesta de Cámara Española; el tenor Manuel Cid, la Orquesta Bética Filarmónica, los Seises de la catedral, sumaron su labor a la de otros artistas andaluces: los pianistas Jacinto Matute y Manuel de Diego, gaditanos; el guitarrista granadino Manuel Cano, que acaba de editar un interesante estudio sobre los guitarreros de la ciudad de la Alhambra; el joven profesor Reynaldo Fernández Manzano, también de Granada, y el aragonés José Enrique Ayarra, organista de la catedral y, por lo mismo, incorporado a Sevilla, como lo estuvieran antes el valenciano Eduardo Torres o el vasco Norberto Almandoz.

Ultimos conciertos

El domingo por la tarde cantó Manuel Cid canciones españolas de cinco siglos, desde el XV hasta Joaquín Rodrigo. Y por la noche, en el patio de las Doncellas de los Reales Alcázares, tocó Narciso Yepes páginas de Alfonso X el Sabio, Mudarra, Sanz, Sors, Tárrega, Granados, Turina, Gombau y Leo Brouwer.

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