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La reactivación decisiva de la economía española no se producirá hasta 1982, según la OCDE

La esperada y ansiada recuperación de la economía española no se producirá hasta entrado el año 1982, y dependerá, en un amplio grado, de las expectativas de crecimiento económico y del comercio en el resto de los países occidentales, según las estimaciones para los próximos dieciocho meses del informe semestral Previsiones Económicas, publicado ayer por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

El informe, que ya adelanta que la actividad económica española permanecerá «débil» durante este año, pese a la política moderadamente expansionistas adoptada por el Gobierno en el frente presupuestario, hace una importante corrección de sus estimaciones de hace seis meses, al asegurar que la proyectada recuperación de la economía occidental se está retrasando y no tendrá lugar hasta mediados o finales de 1982.En lo que respecta a España, el informe es categórico al señalar que «pese a la política moderadamente expansionistas en la manipulación de la demanda, la actividad se prevé débil en 1981. Pero si la política expansionistas se mantiene, una recuperación inducida por las exportaciones puede producirse en 1982, en vista de la mejora de la competitividad asociada con el deterioro de los términos comerciales y un relanzarniento del mercado de exportación a medida de que se recupera el comercio mundial».

Los expertos de la OCDE estiman positivo el hecho de que España haya reducido sus niveles de inflación -pese al incremento registrado en los precios de las importaciones-, y consideran que es to ha sido posible gracias a una política monetaria ligeramente restrictiva. Con todo, la actuación sobre la demanda, vía una política presupuestaria inicialmente neutral en 1980, pero claramente expansionista en el ejercicio de 1981 (donde está previsto un incremento del 30% en las inversiones públicas), hace pensar que habrá una ligera recuperación, pero ésta será insuficiente sin el apoyo de un hipotético boom en las exportaciones.

De esta forma, es imprevisible que la esperada recuperación amortigüe el crecimiento del desempleo, poco probable, que el fuerte déficit exterior de 1980 se contenga, sino todo lo contrario (hasta llegar a 6.500 millones de dólares en 1981), y es asimismo inseguro que se amortigüen definitivamente las tensiones inflacionistas.

Las previsiones globales

Respecto a las estimaciones para todo el área de los veinticuatro países de la OCDE, el informe es marcadamente pesimista, ya que incluso retrasa en seis meses o más la recuperación que, en su último análisis del pasado diciembre, había previsto para finales de 1981. No obstante, la OCDE señala que habrá importantes diferencias en los resultados económicos entre los países miembros, debido fundamentalmente al factor del tipo de cambio entre las diferentes monedas y a la contradictoria política monetaria que aplican los distintos países. Así, el crecimiento del PIB en las principales economías europeas será negativo (-1%) en 1981, aunque saltará a ser del orden del 1,5% positivo en 1982. En Japón, las previsiones son mucho más positivas. hasta llegar a ser del orden del 3,5%, este año y hasta se podría acelerar en el próximo. En Estados Unidos, cualquier estimación es considerada muy arriesgada por la OCDE, aunque sí se señala que este año el crecimiento será muy modesto, para llegar a ser del orden del 2-2,5 % en 1982.

En el frente del desempleo, los técnicos de la OCDE son francamente pesimistas, al estimar que se incrementará el índice de paro en medio punto por encima del 7% actual de la fuerza laboral en los veinticuatro países. En términos absolutos, esto significará que los veinticuatro millones de parados de hoy pasarán a ser veintiséis millones en la segunda mitad del año próximo. En cuanto al desempleo entre la juventud, llegará a ser del 20% en algunos países europeos. La inflación es, por el contrario, el único frente donde la OCIDE estima que habrá una mejora. El debilitamiento de los precios del petróleo y de otras materias primas, junto a una previsión más moderada en el crecimiento de los salarios, hasta que del 10% de inflación general en el área se pase al 8,5% para finales de 1982. No obstante, el staff técnico de la organización advierte que las diferencias entre los distintos países será grande, y oscilará entre el 3,5% que posiblemente registrará la República Federal de Alemania, en la segunda mitad de este año, al 15% de Italia.

Respecto a las balanzas exteriores, el informe señala que los déficit por cuenta corriente deberían ser inferiores en 1981 a los que se registraron en 1980, pero esta caída no será superior a los 30.000 millones de dólares, para ser, a final de año, del orden de los 70.000 millones de dólares.

La mejora en las posiciones exteriores en los países miembros está siendo detenida, sin embargo, por las fluctuaciones en los cambios, resultado directo de la fortaleza del dólar. La depreciación creciente de las monedas europeas que produce la subida de la divisa norteamericana hace que la posición exportadora de los países OPEP, vendedores de crudo, se mejore frente a Europa, pese a la caída de los precios del petróleo.

Las recomendaciones sobre política económica

Por vez primera en varios años, la OCIDE sugiere a los Gobiernos de los países miembros un «cambio en la atención», por no decir orientación, a la política económica. Este cambio, que fue tema de fuerte debate en la última reunión anual ministerial de la OCDE. celebrada el pasado junio, se cifra en una política que debe «balancear el uso de una serie amplía de instrumentos, tomando en cuenta la interdependencia entre los países miembros y la necesidad para encontrar un equilibrio entre las acciones dirigidas a los problemas coyunturales y a los estructurales, las políticas de demanda y de oferta, el corto y el medio plazo».

Una frase tan rebuscada y equilibrada en su composición viene a cuento de la enorme e irresuelta polémica que se planteó entre los países miembros durante la mencionada reunión, a propósito de la necesidad de modificar la política monetaria fuertemente restrictiva patrocinada por Washington (tesis francesa y de los países mediterráneos), y la oposición de Estados Unidos, Gran Bretaña y, hasta cierto punto, de la RFA, a este cambio.

Finalmente, y como se recoge en el informe, las recomendaciones de la OCIDE sobre política económica son una mezcla entre ambas posiciones, pero con la variante de que se recoge el cambio señalado en la orientación de las mismas, especialmente en lo que el propio secretariado de la organización hacía hincapié en su informe previo sobre la necesidad de iniciar políticas claras de estímulo del empleo.

A este respecto, la OCDE matiza que la «mezcla apropiada de medidas económicas» dependerá parcialmente de la situación de cada país y siempre teniendo en cuenta que la mayor presión en los instrumentos monetarios, presupuestarios o fiscales, dependerá de las tensiones inflacionistas y de las condiciones de la demanda interna. En todo caso, las medidas adoptadas tenderán siempre a promover más la inversión que a inhibirla, sobre todo aquellas en el terreno presupuestario.

Las medidas, en definitiva, deben buscar sobre todo la inversión, con el fin de mejorar el comportamiento general de la economía, crear nuevo empleo y mejorar aquellos sectores estratégicos, como son el energético, etcétera.

Los principales países

Aparte de estas recomendaciones globales, el informe detalla sus previsiones y análisis de los diferentes países que forman la organización. De éstos, seleccionamos los siguientes: Estados Unidos. Después de la fuerte recesión del segundo trimestre de 1980, la economía norteamericana presentó síntomas alentadores en los primeros meses de 1981. La inflación se ha mantenido a altos niveles, pero últimamente está cediendo, como consecuencia de la estabilización de los precios del crudo y de los alimentos. La situación económica norteamericana está fuertemente condicionada por el nuevo programa del presidente Reagan y los objetivos monetarios del Sistema Federal de Reserva.

En este sentido, es difícil hacer una previsión sobre cómo evolucionará la economía estadounidense, según la OCDE. En todo caso, y tras haber elaborado dos escenarios, pesimista y optimista, la organización señala que, si tiene éxito la nueva asignación de recursos que se plantea la nueva Administración, la economía norteamericana tendrá un relanzamiento ciertamente espectacular.

Japón. En 1980, la economía japonesa disminuyó el ritmo de actividad, permaneciendo la demanda estancada, pese al enorme esfuerzo inversor del sector público. El sector exportador se debilitó, la producción industrial se redujo y las condiciones del mercado de trabajo se deterioraron. En 1981, estas condiciones básicas permanecerán constantes con una nueva ralentización de la actividad económica. Esto se traducirá en una contención de la inflación, derivada en cierto sentido de una contención de los precios de los productos importados, que es a su vez fruto de la apreciación del yen. A finales de 1982 se registrará un empeoramiento de la situación de la balanza de pagos por cuenta corriente, que terminará equilibrada en 1981.

República Federal de Alemania. La economía alemana se encontraba en franca recesión en el segundo semestre de 1980, que se tradujo en una regresión del PIB de 2,75% en dicho período, con la construcción y las exportaciones siendo los más afectados. En 1981 cabe esperar una recuperación de las exportaciones, pero no la suficiente para relanzar el crecimiento. No obstante, la pérdida de valor del marco permitirá una recuperación del importante sector exterior alemán en 1982, y se puede pensar también en un debilitamiento de la inflación en el mismo año.

Este año, sin embargo, es de prever un fuerte problema en el frente del desempleo, que se incrementará en un 1% adicional de la fuerza laboral. Esta regresión en el frente laboral continuará, aunque a un ritmo más lento, el año próximo.

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