El fraude se extiende por el sector alimentario
Mientras tanto las inspecciones en materia de Sanidad y Fraude alimentro se limitan a vigilar el peso de los contenidos de los productos envasados y a medir las letras de los mismos envases. Los resultados están a la vista, medio centenar de muertos causados por la neumonía atípica, provocada por manipulaciones en el aceite.Al realizar el Balance de la Campaña Oleícola 1979-80 se vio que con una producción de 421.000 toneladas, un consumo interno de 360.000 toneladas y unas exportaciones que alcanzaron las 128.000 toneladas, las reservas de aceite de oliva procedente de anteriores campañas deberían haber disminuido en 67.000 toneladas y sin embargo apareció un excedente de 81.000.
Revisadas tanto las cifras de consumo, exportación y producción para ver si existía algún error, los números volvieron a cuadrar, por lo que la única causa racional de la presencia de estas 81.000 toneladas, que ya habían sido consumidas y estaban ahí, era el fraude.
Tanto las organizaciones agrarias de ámbito nacional como las sectoriales del olivar vienen denunciando durante los últimos años la existencia de un fraude considerable en el comercio de grasas y aceites y fundamentalmnte en el de oliva sin que por parte de las autoridades competentes se hayan tomado las medidas oportunas.
La CNAG (Confederación Nacional de Agricultores y Ganaderos) habla de un fraude de cincuenta millones de kilos de aceite al año en el mercado español. Otros productos en los que el fraude está a la orden del día son el vino, en el que habría que analizar las graduaciones alcohólicas y edulcoraciones al llegar a manos del consumidor. Otro tanto sucede con la leche y todos sus derivados; últimamente se han detectado numerosos fraudes en el queso manchego, en cuyo proceso de elaboración se ha utilizado leche de vaca, y con los embutidos y resto de los productos cárnicos.
La COAG (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos) piensa que los más perjudicados por los fraudes de los productos agrarios son los propios productores. Señala como productos más afectados los vinos, los aceites, las carnes y los derivados lácteos. UFADE (Unión de Federaciones Agrarias de España) coincide en su mayor parte con lo expresado anteriormente al igual que los Jóvenes Agricultores, quienes estiman que más de 150.000 toneladas de aceite son manipuladas y que se comercializan entre quince y veinte millones de hectólitros de vino más de los que se producen.
Tal y como está la situación del mercado alimentario español se pueden encontrar dos tipos de fraudes. El sanitario, que también lo es económico, se da cuando se manipula un producto de tal forma que puede resultar perjudicial para la salud, bien porque no es comestible o porque contiene sustancias tóxicas, como es el caso del aceite que ha provocado la neumonía atípica. Habitualmente estos productos se venden en el mercado clandestino.
Por otro lado se producen los fraudes de tipo económico que consisten en vender como productos de una zona que tiene denominación de origen o que tienen ya una marca de garantía en el mercado, otros que no lo son. Este es el caso de las judías de Barco de Avila, en las que el 90% de las que se venden como tal, no proceden de este lugar. Otro tanto sucede con la ternera de Avila, con el jamón de Jabugo o con el Ribeiro o el Rioja, y así hasta una lista interminable. En estos casos sólo existe un fraude de tipo económico al consumidor y al productor de las zonas de calidad.
Para poner orden en el mercado de los productos alimenticios las organizaciones agrarias de ámbito nacional coinciden en la necesidad de crear el Ministerio de Agricultura y Alimentación y centralizar en este organismo administrativo todas las competencias en materia de sanidad y control de producción de los alimentos. «También se debe potenciar el Servicio de Inspección de Fraudes, ya que ahora mismo hay cuatro ministerios que tienen competencias en este aspecto», según Miguel Ramírez, secretario general de la CNAG.
Por su parte Jóvenes Agricultores urge «a la Administración y al Gobierno, para que las Cortes aprueben una ley, similar a la Ley Salari italiana, en defensa de la calidad y pureza del aceite de oliva, en la que se incluya el fraude como un delito». También solicitan que se potencien los laboratorios agrarios.
«La Administración investiga y las empresas que menos tenía que controlar», según ha informado a EL PAIS un portavoz autorizado de la Federación de Industrias de la Alimentación y la Bebida, «sin embargo no se dedican a controlar los mercados clandestinos, que es donde verdaderamente se producen los fraudes sanitarios y económicos».
Los productos en los que hay más fraude son, según la Federación, los embutidos, muchos de los cuales salen al mercado sin nombre y apellidos, y la pastelería.
Otros sectores donde el fraude está a la orden del día son el de aceites y grasas, la leche, el de pollos y el de licores, siendo España uno de los pocos países donde se utiliza el tapón irrellenable.
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