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Calvo Sotelo apela a Ortega y a Unamuno para conseguir la plena modernidad de España

El presidente del Gobierno inauguró el curso en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo

El presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, asumió ayer en Santander el reto de la plena modernidad de España en un discurso con frecuentes referencias a Ortega, Unamuno, Maritain y Julián Marías, de los que reconoció un magisterio, «en el que creí encontrar por algún tiempo», afirmó, «una vocación luego añorada». Calvo Sotelo, que presidía el acto inaugural del curso de verano de la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo de Santander, dijo que «los políticos luchamos, agonizamos, por decirlo en lenguaje de Unamuno, ante ese reto que nos interpela por igual a los hombres que nos sentimos sustantivamente cristianos y a los hombres que se han formado en la tradición cultural laica».

Junto al presidente del Gobierno se sentaron en el estrado del paraninfo de La Magdalena el ministro de Educación, Juan Antonio Ortega; el secretario de Estado para Universidades e Investigación, Manuel Cobo del Rosal; el rector de la UIMP, Raúl Morodo y diez rectores de otras tantas universidades españolas, entre ellos el de Santander, Autónoma de Madrid, Politécnica de Barcelona, Sevilla y Valencia. La lección inaugural estuvo a cargo del profesor Jullán Marías, que habló sobre la Ausencia de la filosofía.Leopoldo Calvo Sotelo, en un discurso de unos quince minutos de duración, destacó los méritos que tiene la institución santanderina para llamarse «efectivamente universidad», recordando el ensayo que sobre el tema escribió Ortega y Gasset, en cuya lectura dijo que «se han formado los hombres de mi generación». El carácter multidisciplinar de la vida universitaria, de la que hay que desterrar lo que Ortega llamaba «la barbarie del especialista», se cumple y se ha cumplido ejemplarmente en la Universidad de verano de Santander, en opinión del presidente del Gobierno.

Destacan, por otra parte, sus exigencias de rigor y de la libertad intelectual, el respeto al pluralismo y la honda preocupación por la cultura. Citando a Maritain, Calvo Sotelo dijo que la universidad que lleva el nombre de Menéndez y Pelayo y que tuvo unido en sus orígenes «otro nombre egregio, el de Giner de los Ríos, es uno de los mayores esfuerzos culturales de España en los últimos siglos».

Maritain, junto a Unamuno

Las lecciones de Unamuno, «que se consideró a sí mismo más español por ser vasco», Y las del filósofo francés Maritain fueron enfrentadas por el presidente del Gobierno. Del primero admira su «irreprimible inquietud intelectual», y del segundo, su humanismo integral, siendo los dos «radicalmente religiosos y universales». Calvo Sotelo advirtió, sin embargo, que frente al clamor unamuniano «por una radical separación entre lo que él llama cristiandad y la sociedad civil», el filósofo francés, que cumple el primer centenarío de su nacimiento en noviembre, recuperó para los cristianos «la autonomía de lo temporal, la libertad de las personas, la unidad social basada en la democracia personalista y la comunidad fraterna, a cuya realización están llamados creyentes y no creyentes».El presidente del Gobierno terminó manifestándose compañero «en una empresa que, por ser cultura, es plural» y que tiene como objetivo final «el reto de la modernidad de España, recogido en los valores constitucionales a cuyo servicio estamos todos».

Ausencia de la filosofía

El filósofo Julián Marías, en su lección inaugural, se refirió a la «ausencia de la filosofía», que es nota característica del siglo XX, especialmente a partir de los años treinta. «Se está haciendo un intento», dijo, «de vivir sin filosofía» a partir de tres mecanismos de suplantación que el profesor Marías concretó en arcaísmo: olvido del pasado reciente, para sustituirlo por un pasado distante, lo que produce una profunda distorsión en el alma contemporánea. Otro mecanismo consiste en las disciplinas marginales, por lo que un gran número de los cultivadores de la filosofía proceden de disciplinas que no son esencialmente filosóficas. El tercer mecanismo es una progresiva renuncia a la radicalización y a las cuestiones últimas. Julián Marías acusó el síntoma de que a veces se sustituye la doctrina por una mera etiqueta, aunque advirtió que «el intento de evitar la filosofía es nulo», porque el hombre, «que es presente, pero vuelto hacia el futuro, nunca ha dejado de hacer filosofía desde el fondo insobornable de su ser pensante. Marías, antes de desear que no perdamos la oportunidad de esta nueva filosofía, afirmó que «en España se ha hecho muy poca filosofía antes de este siglo, y casi toda en latín».

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