La OTAN espera un bebé

«Shovel Six llama a Black Horse One Zero. Confirmo el primer informe de Charlie One como sigue: una importante formación de blindados acaba de atravesar la frontera de las dos Alemanias, Zero Three Zero Five Zulu, aproximadamente con la dimensión de una brigada. Compuesta por Papa Tango 76, Bravo Tango Romero 62 y Tango 72. Informad a Black Horse Six que Shovel va a su encuentro. Terminado».Así comenzó el 4 de agosto de 1985 la tercera guerra mundial, según el relato novelado que sobre esta hipótesis escribió el general sir John Hackett, ex comandante en jefe del flanco norte de la OTAN. Y así comienzan, más o menos, los argumentos centrales de quienes se empeñan en acelerar el ingreso de España en la Alianza Atlántica al grito de: ¡que vienen los rusos!

Desde luego, no era este el objetivo de sir Hackett, quien en su narración no incluyó a España como país número dieciséis de la OTAN, pensando, quizá, que en el verano de 1985 Suárez estaría aún en el palacio de la Moncloa. Sir Hackett pretende alertar a la opinión pública de los países atlánticos, y a las nuevas generaciones en particular, sobre el riesgo militar que supone el descuido del rearme occidental. en pos del equilibrio militar ton el Pacto de Varsovia, ante la creciente reticencia de varios Parlamentos europeos a la hora de aprobar el aumento de sus respectivos presupuestos militares.

La vieja disyuntiva del rearme como principal elemento disuasorio y primera garantía de la paz se proyecta, a diario, en el debate Es.paña-OTAN que UCD y PSOE escatiman solapadamente a la opinión pública española, sumida en problemas mucho más graves e inmediatos y capaces de servir de argumento mayor a un relato de ficción con muchas más probabilidades de acierto que la crónica militar de sir Hackett, aunque, desde luego, sin la ambición de protagonizar un conflicto mundial. He aquí un simple ejemplo de un macabro relato de ficción a la española: «A las cinco de la madrugada del día 4 de agosto de 1982, la emisión musical de Radio Nacional de España fue interrumpida bruscamente con el siguiente comunicado: "Ante el clima de inestabilidad política y social, que ha facilitado un frustrado intento de asalto de las plazás españolas de Ceuta y Melilla por bandas armadas marroquíes, ha sido constituida en la pasada noche una Junta Militar de Salvación Nacional que asume el gobierno de la nación y, que ha decretado el estado de sitio en todo el territorio nacional"».

La proximidad del 23-F da uncierto aire posibilista a esta crónica de ficción, que incluye como espoleta del golpe la intentona marroquí sobre Ceuta y Melilla, unas plazas estas en cuya defensa nunca se comprometería la OTAN, como tampoco lo hizo Estados Unidos en los llamados Acuerdos de Amistad y Cooperación, que ahora se renegocian, también solapadamente, entre los Gobiernos de Madrid y Washington.

En todo caso, esta negra novela a la española nos sirve de excusa ,Para denunciar la debilidad vigente de la dernocracia,española, que en los últimos cuatro meses se ha ganado a pulso el sobrenombre de vigilada. Y baste echar un vistazo a la equívoca ley de Defensa de la Constitución, a los recortes del Senado sobre la legislación del divorcio, a la nueva censura televisiva, a la confusión sobre la intentona militar, el asalto del Banco Central de Barcelona, los sucesos de Almería, etcétera, para constatar la precariedad del momento en el que el Gobierno plantea un tema de tanta trascendencia política como lo es la firma, para siempre, del Tratado de Washington.

El Gobierno y el primer partido de la oposición quieren aprovechar este ruornento de obligada prudencia política para que, de la noche al día, nos despertemos en la OTAN sin más explicaciones, ni debates, ni consultas populares de ningún tipo. El PSOE se queja, pero se deja. Dirá no con la boca chica, en conferencias de Prensa y en el Parlamento, pero no dará la batalla política que se esperaba de su programa electoral. La revelación de la conversación Genscher-Felipe González da una idea de hasta qué punto el PSOE considera la aceptación de la OTAN como su Bad Godesberg particular sin sonrojo alguno.

Pero lo más grave no es simplemente que los partidos se entiendan por lo bajini, eludiendo a sus respectivos electores un debate de tanta importancia histórica como el de la OTAN; lo peor, y casi lo más gracioso, es que el Gobierno de Calvo Sotelo tiene la intención de presentar el ingreso en la OTAN como una victoria de su política exterior, para tapar así el descalabro permanente en las negociaciones con la CEE, el bloqueo de Gibraltar, la crisis pesquera, las tensiones con el Vaticano y los riesgos permanentes con Marruecos.

Se nos va a anunciar, para el otoño entrante, una pírrica victoria exterior que recuerda los éxitos diplomáticos del franquismo, que sellaban con champaña la firma de unos acuerdos leoninos con Washington en los que se institucionalizaba nuestra dependencia exterior y la pérdida de la soberanía nacional. Y ello, esta cualitativa e ideológica opción atlántica, que nada tiene que ver con ser o no occidental, no se lo va a coincidir con la debilidad interna, sino que se va a desarrollar cuando la presencia exterior de España está aún muy lejos de haber desarrollado al máximo todas sus posibilidades.

Las relaciones económicas y comerciales con el este europeo están aún por iniciarse. No hay relaciones diplomáticas con Israel. Permanece la confusión sobre la actitud a adoptar definitivamente ante las repúblicas revolucionarias, dictatoriales y demócratas de América Latina. Está en vilo la crisis del Sahara, y la que debería ser prioridad exclusiva de la acción exterior, el ingreso en la CEE, aparece cada vez más lejano por la oposición, entre otras cosas, de muchos países de la OTAN que son también miembros de las Comunidades Europeas y que consideran débil la democracia hispana para incluirla en el Tratado de Roma y fuerte para entrar en la OTAN.

Va a dar igual recordar que la dictadura portuguesa estaba en la OTAN, como también lo estuvo la Grecia de los coroneles o está la vigente dictadura turca. Va a dar igual que nuestra política exterior esté por definir y que la democracia permanezca en pañales bajo vigilancia fáctica. La suerte parece echada, y no habrá la más mínima posibilidad de destapar ese debate nacional con. el que nos amenazaron hace ya un año los líderes de las primeras formaciones políticas.