La venta de aceite a granel continúa en establecimientos de Madrid
Dos semanas después de que el Ministerio de Sanidad admitiera el aceite adulterado como posible causa de la hasta ahora llamada «neumonía atípica», la Asociación Madrileña de Empresarios Minoristas ha denunciado varios establecimientos donde persiste la venta de aceite a granel.La denuncia se produjo después de que la Jefatura Provincial de Comercio Interior solicitara ayuda a esta asociación.
Hasta el momento, la asociación ha denunciado seis establecimientos donde todavía se seguía vendiendo aceite a granel, principalmente en la zona de Villaverde Alto, Usera y Tetuán de las Victorias. Ayer mismo se había detectado otro despacho en la céntrica calle de Gaztambide. También ayer, dentro de un programa radiofónico, se denunciaba la venta de aceite a granel marca «El Gusto» en un economato madrileño y se procedió a retirar otro en un céntrico hotel.
Las autoridades del Ministerio de Comercio se encuentran en estos momentos sin personal suficiente para proceder al precinto de todos los establecimientos que pululan por la ciudad, por lo que ha solicitado ayuda de los pequeños comerciantes y de las propias amas de casa. Sin embargo, se encuentran con el problema, por una parte, de la incredulidad de gran parte del público, y, por otra, de la reticencia de éstos a tirar el aceite que ya han comprado en grandes cantidades. Lo cierto es que si el aceite a granel se sigue vendiendo es porque parte del público lo sigue comprando.
Los pequeños comerciantes llevaban cuatro años denunciando la venta de aceite a granel, prohibida por un decreto del 27 de mayo de 1979. Sin embargo, hasta el momento, la Jefatura de Comercio Interior se limitaba a poner pequeñas multas que no afectaban para nada a sus beneficios, y lo único que conseguía era alargar la tramitación de los expedientes impuestos.
Este amor por los productos naturales que últimamente se ha despertado en el público ha llevado a algunos comerciantes a utilizar la picaresca, como es el caso de un frutero que, después de cerrar su tienda, ha salido a la calle con dos camiones de plátanos, que en la versión de venta ambulante se han pagado tres pesetas más caros que en su propio establecimiento.
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