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El temor al paro enfrenta a los alumnos de la Escuela Nacional de Aeronáutica con los pilotos libres

El martes de la pasada semana los alumnos de la Escuela Nacional de Aeronáutica iniciaron en Madrid una protesta pública por la concesión del ministro de Transportes de una convocatoria extraordinaria a todos los pilotos comerciales de segunda para poder sacar el título de primera. Detrás de las acusaciones de aquellos alumnos, acusaciones de difícil demostración -falta de seguridad, escasa formación-, late un problema esencial en la aeronáutica española, quién y cómo se debe formar al piloto, y un problema real: la escasez de puestos de trabajo y el consiguiente paro.

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La aviación civil española no ha podido regatear la crisis económica mundial. Los planes de expansión para las compañías líderes del sector -léase Ibleria, Aviaco, Spantax, Transeuropa o TAE- frenaron el año 1975, cuando el precio de los carburantes empezó a multiplicarse.Y justo por aquel tiempo la llamada «aviación general» comenzaba a despuntar. Pero la coyuntura económica la atenazó de tal manera que hoy existe en España un trío de compañías de aerotaxis, varias de fotografía aérea y arrastre de carteles y una escuela autorizada temporalmente, además de las escuadrillas estatales para trabajos de fumigación. Sólo tres empresas tienen aviones particulares.

Para hacer fotografía aérea, arrastre de carteles y fumigación se necesita el título de piloto comer cial de segunda; para el resto de.los trabajos, el título de primera.

La demanda optimista de pilotos que se previó en 1975, al tiempo que se montaba la Escuela Nacional de Aeronáutica (ENA), está enterrada. A medio plazo, las previsiones no indican que la aviación española despegue con nuevo ímpetu, lo que significa un lento crecimiento de puestos de trabajo para pilotos. El paro hoy en la profesión es real. Y el temor a un porvenir incierto comienza a cundir. Este temor subyace en el conflicto virulento que enfrenta desde hace una semana a los futuros pilotos formados en la ENA con los transitorios viejos y de «nuevo cuño».

En el orden estrictamente académico los alumnos de la ENA aseguran que su formación es superior a la de los pilotos que hacen la carrera por libre y que, en cualquier caso, la convocatoria extraordinaria concedida por el ministro de Transportes a estos aspirantes para que puedan acceder al título de piloto comercial de primera es una vía contraria a las regulaciones de la Organización Internacional de Aviación Civil (OACI). Estos argumentos, claro está, los rebaten en los mismos términos los pilotos de formación académica libre.

Formación del piloto

Detrás de este toma y daca de acusaciones se esconde un problema básico para la aviación española: cómo y quién debe impartir las enseñanzas a los futuros pilotos. Y las opiniones son diversas entre los profesionales.El Sindicato Español de Pilotos de Líneas Aéreas (SEPLA) es partidario de centralizar la enseñanza en la Escuela Nacional de Aeronáutica, previa remodelación y potenciación de la misma.

La Asociación General de Pilotos Civiles, que agrupa a los 85 pilotos pendientes de superar en la ENA el examen de calificación IFR H24, entiende que la enseñanza aeronáutica debe estar unificada, pero considera que cada aspirante tiene derecho a educarse en el centro que prefiera. Para garantizar el aprendizaje y evitar posibles discriminaciones, la AGPC propone la creación de un filtro independiente común a todos los aspirantes que esté facultado para expedir las calificaciones.

La Asociación Española de Pilotos Civiles Comerciales (AEP) considera válida y necesaria la ENA, pero defiende el derecho de los aspirantes a utilizar otro camino que ofrezca garantías de calidad y seriedad, aunque al final sea la ENA el centro que certifique los estudios.

Una decisión ministerial

La aviación civil española nació entrado el siglo y vivió algunas décadas gracias al espíritu aventurero de arrojados aviadores deportivos. El fin de la guerra civil y el excedente de pilotos militares proporcionó a la aviación comercial las tripulaciones necesarias para la supervivencia de una actividad que iba a ser la estrella del transporte.El rápido crecimiento de la aviación determinó la necesidad de crear una escuela de futuros pilotos. A ello obedeció la Escuela de Polimotores del Ejército del Aire, que durante muchos años siguió nutriendo las filas de las compañías aéreas españolas, en especial a Iberia. La técnica aeronáutica fue poco a poco diferenciando los esquemas de vuelo militar y civil, lo que, unido a los gastos de formación de pilotos, cada vez más crecientes, sugirió la idea de montar una escuela para pilotos civiles.

En 1974 se creó la Escuela Nacional de Aeronáutica para pilotos civiles. Pero la Administración se encontró con la obligación de dar salida a las aspiraciones de un número de pilotos que habían seguido su formación con los planes de la Escuela de Polimotores, en calidad de alumnos libres. La Subsecretaría de Aviación Civil decidió ofrecer a estos alumnos una serie de convocatorias de exámenes, pruebas que debían realizar en la ENA.

Estas convocatorias las estableció la Administración, Subsecretaría de Aviación Civil, para todos los pilotos comerciales de segunda que tuvieran este título antes de finalizar el año 1977. Los aspirantes que decidieron presentarse a ellas -se realizaron siete completas y una de vuelo en junio del pasado año, considerada de gracia- fueron 275, de los cuales, en la actualidad, hay 85 que no las han superado. Aquellos que obtuvieron la calificación IFR H24 sólo necesitaron acreditar un Cierto número de horas de vuelo para optar al título de piloto comercial de primera, título que concede por ventanilla la Administración.

El pasado 7 de mayo, agotadas las posibilidades de examen para los aspirantes, el ministro de Transportes firmó una convocatoria extraordinaria para «todos» los pilotos comerciales de segunda que puedan acreditar tal condición en la actualidad. En una carta enviada a la Comisión de Pilotos Transitorios, José Luis Alvarez dice que «es evidente que esta convocatoria extraordinaria, por motivos de estricta justicia, debe hacerse extensiva no sólo al grupo del período transitorio, sino a todos los aspirantes que en esta fecha se encuentren en las mismas condiciones.

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