El carpetazo a sus años de crisis
La Bolsa vuelve hoy a estar de actualidad. Y por primera vez en bastante tiempo, para bien. La evolución del mercado de acciones en lo que llevamos de 1981 confirma que los especialistas -las instituciones- han dado carpetazo a la crisis bursátil 1974-1980. El gran público asiste -su protagonismo sigue siendo escaso- a los funerales de la crisis, aunque no acaba muy bien de entender el porqué y el cómo de tales fastos. Esta tarea corresponde a los que de alguna forma han sido protagonistas casi exclusivos de la representación: las instituciones directamente interesadas en el mercado. Hacer hincapié en este tema no es gratuito y debe ser valorado a lo largo de todo el análisis de lo acontecido en las líneas que siguen.Pero antes de entrar en él, otra consideración previa que debe también ser tenida en cuenta: desde el punto de vista económico, de estructura productiva, la Bolsa no es representativa de lo que es el país; sólo representa al reducido abanico de sectores y empresas cotizadas. Es decir, al sector financiero y al sector de servicios públicos con incrustaciones de empresas industriales de algunos sectores productivos importantes.
Las dos ideas expresadas hasta aquí desembocan, lógicamente, en una característica sin la que es bastante difícil explicar lo que está pasando: la de una cierta «autonomía» del mercado. Combinado esto con las clásicas pautas de comportamiento de todo mercado de expectativas, conforme un marco de análisis un tanto especial.
A fuerza de parecer simplistas, la explicación de la detención de la caída puede buscarse en los tres niveles clásicos de conformación de opinión del mercado.
a) Político: la representatividad de los actores del mercado en este terreno (el sector financiero) encontró en el vicepresidente económico Calvo Sotelo, nombrado el pasado septiembre, un interlocutor con el que la comunicación era fácil. Hasta ahora, esto no había sucedido desde la transición; los asuntos económicos iban a tener ya un enfoque que suena bien y van a ocupar un primer plano. Se produjo, pues, la reconciliación plena política económica. Cuando un porcentaje muy significativo del mercado depende en sus cifras de resultados de fijación de tarifas y planes de expansión (servicios públicos) y de precios (productos industriales) y ,del grado de liberalización y de criterios en la regulación jurídico-fiscal (sector firíanciero), aquí, hay que ver también -y sobre todo- algo más que un problema de humor.
b) Económico: la suavización de la política monetaria y del tema de las plantillas operado entre 1979 y 1980 (crecimiento real importante de la financiación al sector privado y reducción de 700.000 puestos de trabajo) ha rebajado en bastantes grados la presión hacia la suspensión de pagos de muchas empresas cotizadas. El dinero extranjero, más frío que el nacional, comenzó, en cuanto la peseta perdió posiciones, a entrar en valores industriales en saldo.
e) Técnico: el mercado tenía mucho -que descontar, ya que era mucho lo que se había perdido: descenso de la rentabilidad de las empresas, ausencia de alternativas de inversión por falta de estructuración de mercados competitivos, excesos del pasado derivados tanto de la éstrechez, del mercado mismo en los momentos de euforia como del modelo de utilización de él por las empresas (política de ampliaciones).
Operada ya la baja, producida la reconciliación poderes fácticos del mercado/poder civil sobre formas políticas ahora en gestación.
1. Acciones bancarias: la banca mantiene su posición de privilegio en el sistema financiero y ha conseguido repercutir sus incrementos de costes (incluido riesgo y pérdidas en cartera). Sigue ganando dinero en general, aunque -esto es importante- el abartico de rentabilida-des se ha abierto y hay bancos de primera y segunda fila según este baremo, que es el real. Los bancos decidieron en su momento que sus acciones dejarían de bajar (el episodio bancario de mayo del ochenta) y que las expectativas de plusvalía que podían autogenerar con su intervención podía competir con la rentabilidad por dividendo de otros sectores.
2. Acciones eléctricas y Telefónica: la aprobación del PEN despejó su futuro hasta -seguramente- más allá de 1983. Con la entrada en funcionamiento de las nucleares, quizá puedan justificar económicamente el dividendo que vienen abonando y que mantendrán. La solución del tema de los paquetes del Banco de España deja el mercado de sus acciones bastante limpio y resistirán bien niveles próximos al 70%, mantener el dividendo y seguir con la discutible política de ampliaclones, justifican sobradamente los cambios actuales. El tema elecciones es la única nube en un futuro de uvidente mejoría en su situación económica.
3. Acciones industriales. Aquí hay que matizar mucho más, tanto por sectores como por empresas; también -y en función de su propia diversidad- el abanico de rentabilidades se ha abierto y las diferencias se mantendrán en el futuro. Cabe esperar el mantenimiento de trayectorias positivas de modo gene,ral porque el reciente acuerdo sobre el empleo es un paso muy importante para la recuperación de los márgenes empresariales. En 1981 consolidan una estructura financiera delicada con cargo al coeficiente de préstamos a largo de la banca, contando también con créditos suficientes, y en 1981 continuarán el ajuste de plantillas con reducción del coste real del factor trabajo. Aunque falta todavía el tema del incremento de la demanda y de la reducción del precio de la financiaciónjas que venían repartiendo dividendo lo confirmarán (e incluso. lo elevarán) y las que todavía no presentan perspectivas de abonarlos se alejan de las situaciones de suspensión de pagos (únicas quejustificaban muchos cambios y van reduciendo pérdidas), acercándose en el tiempo la posibilidad al volver a abonar dividendos.
es director de Serfibán, SA
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.