El plebiscito bursatil
Una aparente paradoja define el comportamiento de los ahorradores e inversionistas durante los meses transcurridos de este año: el índice de la Bolsa registra un alza de cerca del 25 %, lo que quiere decir que hay más compradores que vendedores y, sin embargo, la situación económica general presenta los problemas tan repetidos y la opinión pública tiene como componente más extendido el miedo, en la triple versión: terrorismo, golpismo y este socialismo que ha hecho su aparición tras los Pirineos.Para intentar interpretar los movimientos de. las cotizaciones (la Bolsa, corrio fenómeno estético, tiene más de arte abstracto que figurativo), hay que despojarse de la óptica propia de la mitología bursátil convencional -propensa a la lírica, resistente al raciocinio- y entender que el contenido, el núcleo del lenguaje bursátil, está constituido por una evaluación diferencial de lo que acontece en el tiempo. Si la opinión inversionista entiende que lo que ocurre hoy o puede ocurrir mañana es mejor que lo que ocurrió antes (no día a día, sino en un tramo temporal mayor), los, ahorradores compran y la Bolsa sube. Por el contrario, si valoran la actualidad o el futuro próximo negativamente en comparación con el pasado, venden y la Bolsa baja (teoría de la relatividad bursátil).
La aplicación de este principio a los determinantes de las cotizaciones en los meses de este año arroja una diferencia temporal positiva en la mayoría de ellos. Estos son los sucesos más importantes que inciden en las oscilaciones bursátiles.
Monetarios. Mayor fluidez y menos tensiones.
Empresariales. Las juntas generales que se están celebrando de la mayor parte de las sociedades y representadas en Bolsa publican cifras mejores que las del ejercicio anterior.
Fiscales. El incremento de la presión tributaria ha, estimulado y revalorizado resignadamente las desgravaciones fiscales y ha aumentado por esta motivación las compras de valores, acogidas a estos beneficios. Además, se ha incorporado la inflación al cálculo de las plusvalías, mediante la actualización del valor de adquisición de las acciones, con lo que se reduce su tributación (Real Decreto 879/1981, de 27 de marzo).
Institucionales. El desarrollo de la reforma de la Bolsa va a ir permitiendo un sistema de previsión más, preciso para la estrategia del inversionista. El gran fracaso de la Bolsa ha sido no haber previsto casi nadie una baja tan prolongada y profunda. Las disposiciones legales y actuaciones en marcha proporcionarán mayores elementos de juicio al ahorrador para afrontar sus problemas cardinales, que son la selección de valores y elección del momento de la inversión (información empresarial, formación de las cotizaciones, mercado efectivo, crédito al comprador y vendedor, indicadores dinerarios, etcétera).
A través de los hechos y factores anteriores, de orden específicamente financiero y bursátil, se filtran los estados de opinión de los inversionistas -confianza o desconfianza- que yacen subentendidos en sus decisiones y constituyen la médula de las cotizaciones. Por eso, el lenguaje de la Bolsa también exterioriza juicios colectivos de los ciudadanos.
Estos componentes sociopolíticos durante los meses pasados han sido:
Terrorismo. Después de la sucesión de atentados en todo el mundo, se ha definitivamente desvelado, hasta para los más recalaitrantes, que el terrorismo universal no es una característica peculiar de nuestra situacíón política. Por eso no se puede suspender ninguna actividad -ni, entre ellas, la bursátil- esperando la total erradicación de esta epidemia de nuestra época, porque la parálisis podía ser peor.
Golpismo. Una disposición espiritual netamente conservadora, como la que simboliza la Bolsa, tiene que rechazar toda clase de aventurerismos en favor de te-rapéuticas simplistas y milagreras para resolver los intrincados problemas de hoy. El alto coste social del golpe que hace exactamente 45 años se ultimaba por estos días es una experiencia muy convincente.
Socialismo. La Bolsa española ha tenido la misma respuesta moderada que todos los medios financieros mundiales ante el triunfo de monsieur Mitterrand. Explicablemente, la única Bolsa que se ha separado de la serenidad ha sido la francesa. No está claro que todo vengan a ser perjuicios, en comparación con S. M. Giscard.
En resumen: como siempre, el ahorrador adopta la actitud más auténticamente conservadora, exenta de intoxicaciones políticas, a la hora de comprometer su ahorro. Juzga que la rentabilidad, riesgo y liquidez -objetivos de sus inversiones- han mejorado comparativamente. Y al trasladar esta criteriología y discernimiento a su órbita de ciudadano se alinea con quienes propugnan la paz y la estabilidad, con la manifestación posgolpista en Madrid, con los dos minutos de silencio en toda España y con el homenaje a la bandera y las Fuerzas Armadas en Barcelona.
Es un plebiscito, una resolución colectiva en favor de la ley y la seguridad y en contra de desestabilizadores y delincuentes, terroristas, golpistas, macarras y chorizos.
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