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Contemporáneos de Marañón recuerdan la figura del amigo, el médico y el humanista

Gregorio Marañón no sólo fue extraordinario como médico, sino también como humanista, maestro y amigo. Este puede ser el resumen de lo que de esta figura española se dijo en el homenaje, que le ha tributado la Cruz Roja, y en el que quienes hablaron de él tenían en común la buena suerte de haberle conocido.

Intervinieron Arturo Fernández Cruz, catedrático de Patología Médica; Ramón Serrano Súñer, el crítico de arte Manuel Augusto García Viñolas, Santiago Martínez Fornés, vicepresidente de la Sociedad Española de Médicos Escrito res; Pedro Rocamora, profesor de Derecho; Francisco Vega, cardiólogo, y Benigno Lorenzo Velázquez, presidente de la Real Academia Española de Medicina. Moderó el acto el doctor Rafael González Mas.Los siete personajes que se reunieron en el salón de la Cruz Roja para rendir homenaje al doctor Gregorio Marañón llevaban preparadas sendas conferencias, suficientes cada una de ellas para llenar por sí sola tan digno acto, el cual, con todas juntas, más que lleno resultó colmado y hasta rebosante.

Al moderador, doctor González Mas, le pusieron difícil la tarea. García Viñolas, que rememoró la faceta viajera de Marañón, suspiró por aquellos tiempos en que paseaban juntos, y se lamentó de los actuales, de los que dijo: «Andamos devorados por las prisas, como aquí se ve», y, por su parte, Serrano Súñer se refirió a «la dictadura cronológica» de quien esgrimía el reloj, y se evadió de ella haciendo caso omiso de sus sucesivos ruegos para que abreviara, y hasta de los murmullos de la sala, que también los hubo.

Todos tenían mucho que decir, y lo dijeron. Rivalizaron en alabanzas que sin duda hubieran apabullado a un hombre «cuya modestia extraordinaria era paralela con su timidez», según explicó el cardiólogo Francisco Vega. Unos y otros aseguraron que Marañón está más allá de la cultura y la ciencia, que fue la sabiduría por antonomasia, el prototipo del científico germinal, imagen viva de la serenidad y la templanza, maestro incitante frente a tanto profesor irritante, uno de los últimos caballeros de la tabla redonda de la cultura española, personaje único en la historia de España, ser de otro planeta que volvía gentil todo cuanto tocaba.

Recordaron su suprema elegancia en el juicio, la pluma y el pensamiento, la nobleza de su mirada y sus ojos de varonil belleza, y le llamaron sublime, celeste, salvador, altruista, mago, liberal, tolerante y hasta «águila que mira de frente al sol, mientras que nosotros y el mundo que vivimos no somos más que lechucerías», en palabras del profesor Rocamora. ,

Hablaron también del orgullo que los españoles deben sentir por haber nacido en el mismo país que don Gregorio, y de lo muy español que él se sentía. «No he visto otro español tan español como él», afirmó el doctor Vega, y su colega Martínez Fornés, que también fue discípulo de Marañón, aseguró que «nadie ha pronunciado las aes de España tan abiertas como don Gregorio y yo», y después pidió perdón por la inmodestia.

Después de referirse al gran mérito de la amplísima obra del homenajeado y de señalar las múltiples facetas del saber en que fue un maestro, los conferenciantes insistieron en lo mucho que le conocieron, admiraron y frecuentaron todos ellos. Para el catedrático Fernández Cruz, Gregorio Marañón fue, como persona, todavía superior a su obra; Ramón Serrano Súñer parecía más contento de que fuera Marañón quien le ayudó a escapar de la España republicana que del hecho de haberlo conseguido; García Viñolas recordó con lágrimas el día en que le vio muerto, Martínez Fornés recordó la mano izquierda que el maestro puso en su hombro y cómo entonces «uno se sentía armado caballero», el profesor Rocamora se emocionó porque «mientras viva y aliente tendré nostalgia de Gregorio Marañón», Francisco Vega recordó con anécdotas cuantos ratos pasaron juntos y, por último, el doctor Benigno Lorenzo, presidente de la Real Academia de Medicina, cerró el acto con una descripción muy viva de los tiempos en que fue alumno suyo en el Hospital Provincial de Infecciosos y de la mucha medicina que aprendió, con él. Fue muy breve y muy aplaudido, pero era ya tan tarde que sólo. pudieron escucharle la mitad de los asistentes.

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