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Fuerte oposición legislativa a los recortes impositivos de Reagan

Después de haber logrado una importante victoria con la aprobación del presupuesto federal para 1982, con fuertes recortes en todos los sectores, excepto en la defensa, el presidente Ronald Reagan encuentra ahora serias dificultades para que el Congreso acepte su programa de reducción del 30% de impuestos en tres años.Una reunión de la Casa Blanca, entre el presidente y los principales líderes del Partido Demócrata, actualmente en la oposición, no parece que vaya a aportar soluciones milagrosas». Los demócratas, en general son reacios a seguir la línea presidencial en tan drástica reducción de impuestos, ante el temor de que la estrategia de disminución de la presión fiscal genere un mayor índice de inflación.

Punto de vista corroborado por los expertos financieros en Wall Street, donde la política económica de Reagan no provoca la esperada reacción positiva en la inversión. Posición criticada abiertamente por el presidente, cuando la semana pasada ironizó comentando que no le extrañaba la «frialdad» de Wall Street. «Yo nunca hallé en Wall Street una fuente de buenos consejos económicos», dijo Reagan.

El duro comentario de Reagan para Wall Street no obtuvo réplica de los medios financieros neoyorkinos, que consideraron la opinión como más «política» que «económica». No dejaron de señalar, con términos similares a la ironía presidencial, que Donald Regan, el actual secretario norteamericano del Tesoro, es uno de los antiguos dirigentes de la principal sociedad inversora que opera en el santuario mundial de las finanzas, ubicado en Wall Street.

Las ideas de los nuevos economistas americanos, que aconsejan a la Casa Blanca una vuelta al capitalismo más puro, con estímulo de la oferta, reducción del gasto público y disminución de impuestos (para favorecer la inversión y mantener el consumo), chocan con las reservas del Congreso, demócratas en particular, y la desconfianza de Wall Street.

Hay un plan de «sabotaje deliberado», declaró el director para la Gestión del Presupuesto, David Stockman, contraatacando la negativa del Partido Demócrata para aceptar la propuesta « 10- 10- 10», fórmula utilizada para ilustrar el proyecto Kemp-Roth, bautizado con el nombre de los autores, que piden una disminución del 10% en tres años de los impuestos directos.

El senador republicano por el Estado de Kansas Robert Dole intenta fraguar un «compromiso», cuyo porcentaje total de reducción impositiva sería del 25%, comenzando con el 5%, a partir del próximo 1 de octubre, seguido del 10% en julio de 1982, y otro 10% en julio de 1983.

Pero el presidente de la Comisión de Impuestos de la Cámara de Representantes, el demócrata Dan Rostenkowski, no parece dispuesto a claudicar frente al «regateo» de los republicanos. Los demócratas, mayoritarios en la Cámara de Representantes, continúan opinando que es «peligroso» una desescalada impositiva tan importante, que puede tener efectos nefastos en la reactivación de la inflación (actualmente orientada hacia la baja en EE UU) y poner en peligro el intento de reequilibrio del presupuesto público a partir de 1984.

El presidente Ronald Reagan, empeñado en sacar adelante el plan Kemp-Roth, sondea actualmente a los miembros conservadores del Partido Demócrata, casi todos representantes de Estados del sur de EE UU, para que voten a favor de las tesis del presidente, como lo hicieron en el momento de aprobar, hace tres semanas, el presupuesto federal para 1982.

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