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La política de derechos humanos de Reagan amenaza con abrir una crisis interna en Estados Unidos

La polémica designación del profesor Ernest Lefever, de 61 años de edad, como responsable para velar por el respeto de los derechos humanos en el mundo en la nueva Administración republicana del presidente Ronald Reagan, corre peligro de abrir la primera gran crisis política interna en EE UU. El Comité de Relaciones Exteriores del Senado, con mayoría republicana, amenaza con votar contra el nombramiento presidencial de Lefever. El citado comité considera discutible la actuación de Lefever en materia de derechos humanos, aunque como telón de fondo están las inquietudes de los congresistas hacia la nueva estrategia presidencial, que quiere diferenciar la temática de derechos humanos, en función de que las violaciones vengan de regímenes considerados como «amigos autoritarios» o «enemigos totalitarios».

La tormenta política que sacude actualmente las audiencias senatoriales para la confirmación o el rechazo de Lefever son de envergadura. El presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, el republicano por el Estado de Illinois, Charles Perey, llegó incluso a aconsejar al presidente Reagan que retire la candidatura de Lefever. Pero la Casa Blanca, bajo la batuta de Reagan, y el Departamento de Estado, encabezado por Alexander Haig, insisten en la conflictiva personalidad de Ernest Lefever como el hombre más indicado para el cargo.En principio, el Comité de Relaciones Exteriores tenía previsto volar el próximo martes el nombramiento de Lefever. Pero, ante las protestas de senadores (demócratas y republicanos), órganizaciones liberales y Prensa en general, el Senado prepara una nueva investigación, a puerta cerrada, sobre el pasado de Lefever.

La derecha ultraconservadora y el propio Lefever contraatacan a las críticas en el Congreso, que denuncian como una «conspiración comunista» para cerrar el paso a Ernest Lefever.

La Nestlé Conection, de Lefever

Además de sus ideas superconservadoras, Lefever, ex cura, profesor universitario y director de un centro de ética y asuntos públicos, ve criticado su pasado por las conexiones que mantuvo con la multinacional suiza de productos alimenticios Nestlé.

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Esta firma, que concedió a Lefever una subvención de 25.000 dólares (unos 2.200.000 pesetas) para que, a través de las publicaciones del centro de ética y asuntos públicos que dirigía Lefever, difundiera las ventajas de los productos alimenticios para niños, especialmente la leche en polvo.

Sin embargo, los expertos relacionan la muerte de millones de bebés en países subdesarrollados con los productos de la multinacional, al disolver los alimenticios enlatados Nestlé con aguas muchas veces contaminadas. En medio de la tempestad surgida por la nominación de Lefever, la delegación estadounidense en la OMS (Organización Mundial de la Salud) fue la única que votó la semana pasada, en Ginebra, a favor de tales productos, contra los 118 países restantes que optaron por la lactancia materna. Dos expertos norteamericanos dimitieron en señal protesta por el voto aislado de EE UU en la OMS.

Los defensores de Lefever replican a las consideraciones de parlamentarios y periodistas, alegando que pretenden presentar al personaje como un hombre de la Edad de Piédra. Destacan los conocimientos de Lefever en relaciones internacionales y su sensibilidad por el respeto de los derechos humanos. Consideran, por otra parte, totalmente normal que un instituto corno el que presidía Lefever en Washington reciba subvenciones (como fue la de Nestlé) para sufragar sus gastos.

Durante las audiencias públicas en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Ernest Lefever analizó con un balance muy negativo, la política de derechos humanos del ex presidente Jimmy Carter. Política que con sus presiones públicas «contra los regímenes amigos», sólo logró precipitar Nicaragua en manos de los sandinistas, e Irán, bajo el control de Jomeini.

Defendió, además, la nueva teoría de la «diplomacia discreta» para velar por el respeto de los derechos humanos entre los países aliados de Estados Unidos.

Un testigo de excepción participó en los hearings (audiencias) senatoriales, el periodista argentino Jacobo Timerman, encarcelado y torturado por la dictadura argentina. Timerman declaró, en contra de la opinión de Lefever, que «la política de derechos humanos de Carter había salvado muchas vidas en Argentina».

"Autoritarios" y "totalitarios"

¿Por qué Reagan y Haig insisten en mantener la candidatura de Lefever? Es el interrogante que se plantean varios editorialistas en la Prensa norteamericana. Nadie duda del anticomunismo y el conservadurismo del presidente Ronald Reagan. Pero es deficil comprender el mantenimiento, contra viento y marea, de una candidatura que peligra de abrir un foso político entre senadores del propio partido del presidente Reagan.

La explicación hay que buscarla en sus raíces. En el deseo de aplicar, a rajatabla, la nueva doctrina norteamericana en materia de derechos humanos, inventada por la actual embajadora de EE UU en las Naciones Unidas, Jeane Kirkpatrick, que diferencia sutilmente entre sistemas políticos autoritarios (donde caben todas las dictaduras de derechas) y regímenes totalitarios (donde se incluyen todas las dictaduras de inspiración comunista).

Los primeros pasos de la Administración Reagan en política exterior, con un giro político de 180 grados en dirección de Argentina, Chile, Corea del Sur o Africa del Sur, simultáneamente con la radicalización de las duras críticas contra la URSS, acusada repetidas veces de «protagonista del terrorismo internacional», es la mejbr prueba de la aplicación práctica de los nuevos conceptos en que comienza a moverse la estrategia de derechos humanos en Washington.

En un editorial, el diario The New York Times señalaba al presidente Reagan que el mundo no es tan simple. Y que actualmente «hay más respeto por la vida humana en la Yugoslavia comunista que en la católica Argentina».

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