La formidable dirección de Iuri Temirkanov

Para despedirse del público madrileño, la Orquesta y Coro del teatro Kirov, bajo la dirección de luri Temirkanov, han ofrecido un concierto en el Real, verdadera cima de toda. la campaña. Temirkanov es un director espléndido, tanto por la sabiduría constructiva como por la capacidad de efusión que despliega en sus versiones.La Quinta sinfonía de Shostakovitch -que no sin razones ponen en sus atriles las mejores orquestas y directores primerísímos- es página de gran fuerza, excelente andamento sinfónico, arquitecturación firme y contrastes de gran riqueza. Este amplio sinfonismo del músico soviético se sitúa en la onda de Mahler y hasta prolonga cierto regusto popularista e irónico. Matiz, por cierto, que Shostakovitch cultivó con inteligencia y poder incisivo; quien lo dude, piense en la. ópera La nariz, sobre Gogol.

Por otra parte, Shostakovitch viene a heredar el patetismo chalkovskiairio, el formalismo de Glazunov, el colorido orquestal de Rimski, asumido a través de Steínberg y un eslavismo que va de un lirismo pesimista y amargo a impulsos vitales y heroicos resumidos en el hímnico movimiento final.

Según pasa el tiempo y resulta posible desligar al compositor de la incidencia política que presidió su entorno, Shostakovitch recupera su veracidad creadora, con frecuencia oculta tras dedicaciones y programas que no llegan al fondo de la cuestión. Algunas cosas aclaran las memorias publicadas por Salomon Volkov (cuya traducción española se prepara), pero aun sin ellas, no es preciso ser demasiado zahorí para reconocer la autenticidad de la música de Shostakovitch junto al combate humano para no traicionarse, al menos en las obras fundamentales.

luri Temirkanov hizo sonar a los músicos de Leningrado con una fuerza vital, con un vibrato humanísimo, con una intensidad poética fuera de lo común. La forma de preparar los procesos de ascensión a los puntos culminantes de tensión y su consecuente relajamiento nos habla de un conductor a la vez sabio e inspirado, de un intérprete creador poderosamente atractivo.

Otro concepto sonoro: el de la plasticidad y movilidad propias de la cantata Alexander Nevski, procedente, como es sabido, de la partitura para el filme de Eisenstein, una de las principales colaboraciones de Prokofiev con el cineasta soviético. Las siete escenas -con coro, unas; meramente instrumentales, otras- encuentran remanso lírico en El campo de la muerte, transida melodía de inequívoco carácter ruso que cantó, con voz bellísima y potente y expresividad conmovedora, la mezzo Eugenia Goroioskaia. Gran versión la de Temirkanov, sus músicos y cantores, y triunfo clamoroso, al que -tras muchas salidas- correspondieron los visitantes con una versión preciosista del más popular momento musical de Schubert.

En la ópera y en el concierto, luri Temirkanov se ha mostrado como uno de los grandes directores de nuestro tiempo; uno de esos elegidos que ponen en pie, literalmente, a los auditorios.