Bonn destaca las coincidencias entre el presidente francés y el canciller alemán
Tras la primera entrevista, el pasado domingo en París, entre el presidente francés, François Mitterrand, y el canciller federal alemán, Helmut Schmidt, se destacan en Bonn los puntos de coincidencia entre los dos países sobre la necesidad del equilibrio en las relaciones Este-Oeste y la defensa de los tipos de cambio dentro del Sistema Monetario Europeo, al mismo tiempo que se dejan para más adelante temas conflictivos, como la política agraria europea y la financiación del presupuesto de la CEE.Dentro del esfuerzo por establecer los contactos entre el Gobierno occidental alemán y el nuevo Gobierno francés, se anuncia en Bonn la celebración anticipada, el próximo mes de julio, antes de la cumbre de los siete grandes países de Occidente en Ottawa, de la ronda de consultas franco-alemanas que estaba prevista para octubre. Schmidt y Mitterrand necesitan recuperar tiempo en sus contactos personales y tratar de establecer una línea política común. En Bonn se valora muy positivamente el primer encuentro del pasado domingo en París y, sobre todo, la forma en que se realizó, al regreso del viaje de Schmidt a Washington, antes incluso de regresar a su casa de Hamburgo.
En un punto habrá problemas de comunicación entre Schmidt y Mitterrand: la ausencia de un idioma común. Con Giscard, el canciller alemán hablaba en inglés, pero ahora ni Mitterrand habla inglés o alemán ni Schmidt francés, por lo que tienen que recurrir a un intérprete.
Después de su entrevista de París, Schmidt habló de sentimiento de continuidad y de una coincidencia total en el tema del doble acuerdo de la OTAN. Schmidt dijo que «los dos opinamos lo mismo: que el equilibrio ha sido roto por la Unión Soviética con sus misiles SS-20 Y hay que restablecerlo de nuevo. Los dos coincidimos también en que hay que llevar adelante el diálogo con Moscú».
Schmidt actuó de cartero del presidente norteamericano, Ronald Reagan, y entregó a Mitterrand un mensaje en el que, según el canciller alemán, le dice que le acoge con los brazos abiertos. Schmidt no quiso dar más detalles del mensaje de Reagan, «porque no procede que el canciller abra la carta en el camino y mucho menos que la lea en público».
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