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Tribuna
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La mala imagen

En la corrida de ayer hubo bajonazo Y fue para la fiesta. El taurineo lo inició, por torpe, y lo acabó de consumar el presidente, de sopapo. Estábamos en una fase de reconstrucción del espectáculo, muy bien iniciada por la empresa Chopera, y las figuras, con sus exigencias, lo hacen imposible. Quizá la balanza de lo bueno y de lo malo que se nos ofrece en la feria aún estaba en equilibrio. Pero ayer, el incompetente funcionario que ocupaba el palco la hundió por el lado negativo. Nunca, pero menos aún cuando la plaza está llena, se puede dar al público la sensación de estafa, pues es la forma más directa de echarlo de la plaza. Nunca, pero menos aún cuando se televisa la corrida, se puede dar al país la sensación de estafa, pues es la forma más directa para que a nadie se te ocurra entrar jamás en una plaza. La imagen del espectáculo, que ya era inquietante en Las Ventas debió resultar bochornosa en la pantalla. El comisario Blasco le ha pegado a la Fiesta de los toros un bofetón de consecuencias que pueden ser irreparables. Aquel toro que se negó a devolver al corral era un inválido, absolutamente antirreglamentario. La imposición de su lidia, un fraude y una vergüenza.La Feria de San Isidro seguirá siendo hasta el final un éxito económico, entre otras razones porque los abonos están vendidos, pero a ver ahora cómo se las arregla Chopera para que este público vuelva fuera de feria, y aún queda mucha temporada por delante. Se le está yendo de las manos, si no se le ha ido ya la oportunidad -puede ser la última- de reavivar la afición y de que los toros recuperen en Madrid el lugar preponderante que hace años tuvieron. O hay toro y lidia, o la corrida se queda para turistas. Los empresarios echaban en falta al fenómeno que llenaba las plazas, y les cuesta creer que las llena el espectáculo, por sí solo, si es auténtico.

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