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Incertidumbre en las empresas y sector exterior por la continua subida de los tipos de interés y del dólar

La inestabilidad creciente en los mercados de capitales exteriores, producida en parte como consecuencia de los vaivenes que se suceden en los tipos de interés en Estados Unidos y la irresistible ascensión del dólar en los centros mundiales de cambio, ha introducido en la economía española un factor adicional de incertidumbre a corto. plazo que, de continuar en los próximos meses, podría suponer un gélido jarro de agua fría tanto para las lógicas esperanzas de recuperación de nuestro sector exterior como para los esfuerzos de saneamiento financiero de numerosas empresas españolas.

Aunque un primer análisis de este fenómeno se encuentra con la ausencia forzada de cifras y datos contrastados, numerosos expertos y empresarios consultados estiman que la inesperada fortaleza del dólar (o debilidad simultánea de la peseta) y el ascenso de los tipos de interés en Estados Unidos y Europatmenazan con contraer la demanda de crédito internacional a largo plazo de las empresas e instituciones españolas, al tiempo que han enturbiado las posibilidades de saneamiento financiero de aquellas compañías que, forzadas por sus anteriores necesidades de financiación a medio y largo plazo, se encuentran ahora en fase de devolución de sus anteriores empréstitos en dólares.Los pronósticos del mes de marzo y de meses anteriores de una eventual caída en los tipos de interés en Estados Unidos y en Europa han resultado ser, de momento, totalmente infundados. En sólo dos semanas, el prime rate (tipo de interés preferente) estadounidense ha saltado del 16%-17% al 19,5%, con lo que no sólo se ha quebrado la tendencia descendente de este índice del coste nominal del dinero para el cliente, sino que se corre el peligro de que en las próximas semanas se encuentre muy fácilmente por encima de aquel histórico 21,5% que se alcanzó durante el mes de abril de 1980.

La recuperación de la economía americana

La subida de los tipos de interés en Estados Unidos se debe, lógicamente, a razones profundas e intrínsecas de la propia economía norteamericana y, coyunturalmente, a las restricciones monetarias decididas urgentemente por el Sistema Federal de la Reserva. La inesperada recuperación de la economía norteamericana durante el primer trimestre del año, con un alza importante en el crecimiento del PNB, ha estimulado las tensiones inflacionistas del sistema en un momento en que ni el calentamiento excesivo de la economía ni la vuelta a niveles de inflación de dos dígitos, interesa a los directivos de la política económica estadounidense.La consecuencia de estos planteamientos ha sido un recorte en la masa monetaria por parte del FED y la escalada en los tipos de interés. Aunque Donald Regan, secretario del Tesoro norteamericano, ha pronosticado esta semana pasada una vuelta a los niveles soportables en los tipos de interés para el verano, el dólar se ha visto súbitamente lanzado a una carrera alcista, consecuencia directa de la fuerte demanda de compra que ha experimentado la divisa estadounidense por parte de los inversores y especuladores de capitales a corto plazo.

La atracción de altas remuneraciones para los capitales que acuden al otro lado del Atlántico ha espoleado, por otro lado, una subida artificial de los tipos pasivos en Europa, incluida España, lo que indudablemente ha repercutido a su vez en los indicadores financieros europeos, especialmente el libor (London Interbank Offered Rate). De nada han servido, en este sentido, las recomendaciones adoptadas por los ministros de Finanzas de los siete «grandes» que, reunidos en Londres durante la segunda semana de abril, solicitaron a sus bancos centrales el mantenimiento de una política a la baja en los tipos de interés.

La reunión en Gabón del FMI

La reunión en Gabón, esta misma semana, del comité interino del Fondo Monetario Internacional, en el que la cuestión del alza del dólar y la escalada de los tipos será la preocupación central de los asistentes a las reuniones de primavera del organismo mundial, no se espera que modifique tal tendencia, según adelantó el pasado jueves el subsecretario del Tesoro para Asuntos Internacionales, Marc Leland, en Washington. En este sentido es lógico afirmar que esta tendencia no se va a modificar, al menos en los dos próximos meses.Para los norteamericanos, la naturaleza del problema está bien clara: lo que se pretende es frenar su recalentada economía antes de que los efectos beneficiosos de las propuestas Fiscales y de oferta del equipo Reagan (pendientes de aprobación en el Congreso) relancen en los próximos meses, por una senda mucho más sana, la propia estructura productiva norteamericana. En otras palabras, de lo que se trata es de impedir una recuperación antes de tiempo y sin control.

Para los europeos, por el contrario, la situación es mucho más agobiante. Sin el estímulo de la economía-locomotora, y con la continua amenaza de un empeoramiento de sus balanzas exteriores, como consecuencia de la huida de capitales y del estancamiento del comercio mundial, la única salida que se presenta es la adopción de medidas monetarias compensatorias que si resuelven algo a corto plazo perjudican a medio y largo las posibilidades de un saneamiento profundo de sus economías. Ahí están, como ejemplo, el caso de la República Federal de Alemania o los más acuciantes y cercanos de Francia e Italia, estos dos últimos países mucho más perjudicados como consecuencia de los resultados electorales inesperados o de la tortuosa y hasta equivocada política económica seguida por el Gobierno Forlani.

Las repercusiones en los mercados

El impacto de esta situación internacional sobre los mercados europeos de capitales -al que en número creciente acuden las empresas españolas en busca de una financiación más alcanzable e interesante que la interna- y sobre nuestro sector exterior, aquejado de una incapacidad casi crónica para mejorar a medio plazo sus resultados, es motivo de preocupación en los sectores afectados. Por un lado, la demanda de eurocréditos por parte de las empresas e instituciones españolas ha experimentado un fuerte retroceso en las dos últimas semanas de abril y primeras de mayo, pese a la casi ausencia de los mercados de las tradicionales salidas fuertes de mediados de año. Tras un primer trimestre prometedor, en el que España ocupó con 1.100 millones de dólares el cuarto puesto en lo que respecta a peticiones de eurocréditos, tan sólo se ha cerrado en las últimas semanas una operación importante, la del Instituto de Crédito Oficial (ICO), por un importe de doscientos millones de dólares.Si bien la Compañía Telefónica Nacional de España estaría ahora buscando cien millones de dólares en el mercado europeo, muchos expertos están sorprendidos por la inesperada reticencia de las empresas eléctricas a salir, pese a que para ellas la única vía práctica de financiación a largo es este mercado. Un directivo de una importante empresa del sector manifestó hace unos días a este periódico que la razón de esta ausencia hay que buscarla, obviamente, en el brusco encarecimiento de estos créditos por la vía del tipo, pese a que, como dato curioso, los diferenciales o spreads estaban registrando una inusitada tendencia a la baja para los prestatarios españoles.

Las empresas españolas, en este sentido, estarían adoptando una clara actitud de espera, al tiempo que confiarían en que la llegada del verano enfriara la escalada de los tipos y devolviera al sistema unos niveles adecuados de costes, tal como sucedió el pasado año. La diversificación de riesgos y la búsqueda de otros mercados y otras monedas distintas al dólar serían también responsables de esta relativa ausencia.

El dólar y la peseta

Un segundo factor preocupante parte de la tendencia alcista del dólar y la fuerte depreciación que experimenta la peseta desde el pasado año. Comparando los valores en que se movía a finales del pasado año con los actuales, la peseta se ha depreciado frente al dólar en un 13%; frente a la libra, en un 1,3%, y frente al yen, en un 4,9%, según fuentes del Ministerio de Economía. Sin embargo, hay que apuntar la apreciación que ha tenido nuestra moneda respecto al franco francés, 6%; al franco suizo, 2%; al marco alemán, 1,9%, y la lira italiana, 6,2%.)Con un dólar a más de 92 pesetas, los pagos al exterior de las empresas españolas se han convertido en un auténtico drama para sus directores financieros. Las cargas financieras de aquellas empresas que hace años se endeudaron en dólares, y a tipos flotantes, llegan a ser de hasta de un 40% para sus presupuestos de este año, sin contar que muchas de ellas, importadoras de materias primas y bienes de equipo, han visto aumentados sus pagos, en términos de pesetas, como resultado de la caída de la moneda española.

El supuesto beneficio para el sector exportador de la caída de la peseta, aunque innegable, ha quedado oscurecido por el fenómeno anteriormente descrito. Hay que tener en cuenta que menos de un 40% de nuestro comercio está orientado hacia el área del dólar y que el 80% de éste corresponde a importaciones. En este sentido, sólo una relativa pequeña parte de nuestro sector exterior se estaría beneficiando de esa caída de la cotización de la peseta frente al dólar, que, según los únicos datos disponibles hoy (registro de caja del Banco de España), habrían sido insuficientes para detener la tendencia al empeoramiento del déficit de la balanza comercial.

La inexplicable ausencia de datos fiables de la Dirección General de Aduanas, que desde enero no ha publicado sus cifras periódicas sobre la evolución del comercio exterior, impiden hacer un análisis más detallado sobre el impacto de la depreciación de la peseta. No obstante, hay que resaltar el gratuito encarecimiento de nuestra factura petrolera (compensado milagrosamente con una caída en los precios del petróleo), la subida de los costes de los productos importados (muchas veces la demanda muy rígida) y el escaso beneficio para las exportaciones con destino a países como los europeos, donde la peseta se cotiza a los mismos o incluso superiores niveles que el pasado año.

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