Ya están aquí los cojitrancos
Los gozos que ilusionaron a la afición en los festejos anteriores, motivados por el extraordinario juego del ganado, se evaporaron en la corrida del domingo. No ha sido culpa de nadie y menos aún de la nueva empresa, pero el hecho es que de las ganaderías que enviaron toros a Las Ventas, uno de los de Hernández fue rechazado por cojo en el reconocimiento y el de Fernández Palacios se marchó al son de los esquilones de los cabestros por andar mal de las patitas de atrás.La corrida no ha gustado, probablemente, ni a los toreros ni al ganadero. Aunque, en general, tomaron las varas con algo de fijeza, anduvieron sueltos, inciertos, distraídos y sin fuerzas. Sólo el sexto, muy cuidado por el peón Ordóñez, llegó a la muleta apto para el triunfo, pero Campuzano perdió la ocasión con una faena vulgar, de postura encorvada y falta de temple.
Plaza de Las Ventas
Cinco toros de Gabriel Hernández García, de aceptable presencia, bien puestos de pitones, pero faltos de gas y blandos de remos, y dos de Fernández Palacios, uno devuelto por cojo y otro lidiado en su sustitución, sin casta ni fuerza. El Inclusero: ovación. Vuelta con protestas. Curro Vázquez: silencio. Pitos. Tomás Campuzano: ovación. Vuelta al ruedo. Presidió, sin reparos, Angel Blasco.
Viene El Inclusero buscando el triunfo con tesón y enormes deseos. Siempre con maneras muy clásicas, preocupado por la pureza de las suertes. Su labor con el capote destacó sobremanera: las verónicas ganando terreno, los recortes para poner el toro en suerte y una admirable chicuelina nos revelaron a un estilista del primer tercio. Con la muleta le faltaron acoplamiento y reposo, tal vez porque las tarascadas de sus enemigos, que se defendían por la flojedad, le encogieron un poquito el ánimo.
Tiene Curro Vázquez trazas de alumno modelo de la clase. En consonancia con esta guisa, el torero anduvo tímido, retraído, dejando pellizquitos de arte en algún muletazo por bajo, para desarmarse luego visiblemente ante los problemas de sus toros. Ninguno tuvo fuerzas y se cayeron mucho, pero el torero tampoco fue ejemplo de decisión.
Campuzano ha tenido como virtudes la voluntad y el aguante. Su toreo, en cambio, no dice nada. Sus faenas fueron rápidas y sin paladar.
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