El pueblo de Alcira recibó calurosamente al industrial secuestrado
Unas 3.000 personas recibieron ayer, a las 13.30 horas, al industrial valenciano Luis Suñr frente a su domicilio particular, en la calle de los Santos Patronos, de Alcira. Cohetes, pancartas y vivas dieron la bienvenida a Suñer en un ambiente jubiloso y emotivo que provocó al menos el desvanecimiento de una señora de edad que se encontraba entre la multitud. Ni Suñer, ni el portavoz de la familia durante el secuestro -José Palacios-, ni el gobernador civil de Valencia, ni tampoco el jefe superior de Policía de la zona, hicieron declaraciones sobre posibles negociaciones, cuya existencia negaron en todo momento. Palacios precisó más afirmando que la familia no negoció.
Junto al ambiente festivo con que sus conciudadanos recibían a Súñer se mantenía una incógnita, ya que las versiones oficiales ofrecidas en Alcira a autoridades y familiares indicaban que Luis Suñer había sido puesto en libertad de forma sorprendente tras 91 días de secuestro en manos de alguna organización cuya entidad nadie aventuraba.Por otra parte, durante la madrugada se habían producido varias felices coincidencias. Palacios estaba en el domicilio de la familia cuando se produjo la llamada de los secuestradores; el comisario de policía de la localidad, Lorenzo Mora, que a las ocho de la mañana contestaba, vestido con un planchadísimo traje azul a rayas, las preguntas de EL PAIS, también estaba en su despacho cuando a la 1.30 horas recibía la comunicación de la familia de que había buenas noticias; finalmente, el gobernador civil, José María Fernández del Río, se encontraba a esa misma hora, acompañado del jefe superior de Policía de Valencia, Rafael del Río, en el Gobierno Civil y despierto cuando se le comunicó la buena nueva.
Fernández del Río ya había manifestado de madrugada a EL PAIS que estaba celebrando con cierto retraso su onomástica en compañía de Rafael del Río y varios delegados ministeriales cuando se vio sorprendido por la comunicación de que Suñer había sido liberado. Las coincidencias dan que pensar que el desenlace del secuestro era esperado, especialmente cuando desde hace días altas fuentes del Ministerio del Interior vienen asegurando que la liberación del industrial podría producirse en breve.
Según explicaba ayer por la tarde a la Prensa José Palacios, que fue quien recibió la llamada en la que se comunicaba el paradero de Suñer, la voz comunicante, perteneciente a un hombre, sonó al otro lado del hilo telefónico a la 1.28 horas. El texto del mensaje fue el siguiente: «Tome papel y bolígrafo y anote, porque solamente se lo voy a decir una sola vez. En la carretera de Soria a Logroño, a cinco kilómetros antes de llegar a Logroño hay una carretera a la de recha de un pueblo que se llama Alberite. A la entrada del pueblo hay un camino a la derecha. En ese camino, a la derecha, antes de pasar el puente, hay una arboleda. Está apoyado en unos árboles de allí y se halla bien de salud el señor Suñer».
Inmediatamente, Palacios llamaba al comisario de policía, y éste se ponía en contacto con el jefe superior. Las medidas que tomó el comisario se centraron en asegurar que el entusiasmo popular no agravase el cansancio de Suñer, para lo que dispuso que la totalidad de los efectivos de la compañía de la Policía Nacional de guarnición en Alcira, al mando de dos tenientes, se distribuyese por la localidad para preparar el recibimiento.
Cuando el industrial llegó a Alcira, acompañado por el gobernador y el jefe superior de Policía, fue recibido por la Corporación municipal y subió a su casa, donde desde un balcón del segundo piso, abrazado a su esposa, Josefina Camarena, y a su hija, María del Carmen respondió por espacio de varios minutos a las aclamaciones de que era objeto. Suñer presentaba muy buen aspecto y vestía una chaqueta y un pantalón de color beis, camisa blanca y corbata marrón. Durante el tiempo que permaneció en el balcón, el industrial encendió y fumó con gesto tranquilo un cigarrillo y saludó varias veces alzando las manos o entrecruzándolas en señal de abrazo a sus conciudadanos que le aplaudían.
Sobre las 16.30 horas, una multitud algo más reducida, inferior a las mil personas, se volvió a congregar frente al domicilio de la familia Suñer. En ese momento llegó la banda de la sociedad musical de Alcira, que interpretó varios pasodobles, entre ellos Valencia, y el himno regional valenciano, que Suñer escuchó desde el balcón.
A continuación, tras las reiteradas solicitudes de hablar con Suñer formuladas por los periodistas, Palacios informó que el industrial posaría para los fotógrafos y haría declaraciones, pero sin responder a preguntas. Suñer explicó que desde el día anterior por la tarde había hecho más de 1.500 kilómetros y que desconocía quiénes habían sido sus secuestradores. Señaló que se había sentido muy emocionado al atravesar los diferentes pueblos por los que había pasado: «He llorado tanto en el camino, que al llegar a mi pueblo casi no he llorado ya».
Dos etapas de cautiverio
Palacios sí se prestó a contestar preguntas en torno al secuestro, indicando que era difícil precisar el punto o puntos geográficos donde había permanecido Suñer durante su cautiverio. A juicio del industrial, y siempre según lo indicado por Palacios, debió viajar entre dos y tres horas desde el lugar en que se encontraba hasta el punto en que fue abandonado en la madrugada de ayer.
El secuestro tuvo dos etapas en dos locales diferentes: una primera, de 73 días, y otra de dieciocho. Durante la primera sufrió depresiones al principio, que superó posteriormente. Hubo muy pocas conversaciones con los secuestradores, que aparecían siempre enmascarados, y no perdió la noción del tiempo, pese a no tener más luz que la eléctrica. Según Palacios, Suñer calculaba espacios de una hora ayudándose de los cigarrillos que fumaba y del tiempo que tardaban en evaporarse pequeñas cantidades de whisky que se aplicaba en la nariz.
Durante la segunda etapa, las conversaciones con los secuestradores fueron más frecuentes. En ambas etapas estuvo recluido en sendas habitaciones con las paredes recubiertas de corcho, aunque la primera era más pequeña que la segunda. El trato, tanto físico como de palabra, fue siempre correcto. Palacios indicó que uno de los médicos que examinó ayer a Suñer afirmó que la forma en que midió el tiempo demuestra la capacidad creativa del industrial.
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