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Los principales países industriales buscan una salida a la "guerra de los tipos de interés"

La fuerte escalada en los tipos de interés en los principales países industriales, que amenaza con prolongar la salida de la recesión de la economía occidental, será el tema central de la reunión que mantendrán, el fin de semana del 12 de abril, en Londres, los ministros de Finanzas de Estados Unidos, República Federal de Alemania, Francia, Japón y Gran Bretaña.

La mini cumbre occidental que se celebrará unos dos meses antes de que los jefes de Estado y de Gobierno de los siete grandes (los cinco más Italia y Canadá), se encuentren en Otawa (Canadá), reunirán además a los gobernadores de los bancos centrales, en un claro esfuerzo de Europa y Estados Unidos para evitar una situación irreversible en la llamada «guerra de les tipos de interés», que enfrenta desde finales de enero a las dos orillas del Atlántico.La restrictiva política monetaria que preconiza el Sistema Federal de la Reserva, alentado a todas luces por el heterodoxo equipo económico del presidente Reagan, ha provocado a lo largo del mes de marzo una fuerte subida en los tipos de interés en Europa, hasta llegar a niveles récords desde la segunda guerra mundial. Además de Italia y Bélgica, los dos últimos países que se han visto forzados a subir en dos ocasiones sus tasas de interés, en un esfuerzo de estabilizar sus economías y evitar un empeoramiento de sus balanzas exteriores, prácticamente todos los demás países europeos han elevado sus tipos de descuento oficiales, para tratar de compensar los efectos negativos de la política seguida desde Washington.

Esta tendencia al alza en los tipos, aunque forzada por los acontecimientos, está preocupando seriamente a los responsables de las políticas económicas de las capitales europeas. La razón es obvia: de continuar alto el precio del dinero, la ansiada y necesaria salida de la crisis económica se retrasará aún más de lo previsto, con el subsiguiente empeoramiento de la situación social en Europa y de los ya altos niveles de desempleo.

Sin confirmación oficial

Aunque la reunión de Londres no ha sido confirmada todavía por la cancillería británica del Exchequer, portavoces japoneses y norteamericanos señalaron ayer la existencia de planes occidentales para reunir en Londres a los ministros de Finanzas de los cinco grandes; los próximos 11 y 12 de abril. La asistencia de los gobernadores de los bancos centrales se debe, teóricamente, al hecho de que, en algunos casos, existe una amplia divergencia sobre la política monetaria a seguir entre los organismos que presiden y las respectivas autoridades políticas. Esto es particularmente exacto en el caso de la República Federal de Alemania.Según medios informados, los temas centrales de la reunión de Londres serán: los tipos de interés a la luz del llamamiento de la cumbre europea de Maastricht (Holanda) a Estados Unidos, la coordinación de las políticas económicas respectivas para producir una rápida salida de la recesión, la preparación de la reunión de primavera del comité interino del FMI en Gabón, y, por último, el impacto de la economía occidental de la nueva política económica de la Administración norteamericana.

En la cumbre europea de Maastricht, los diez miembros de la Comunidad Económica Europea expresaron su opinión de que el mantenimiento de los altos tipos de interés, como resultado de la política monetaria restrictiva de Paul Volcker, amenazaba con hundir las escasas posibilidades de recuperación de la economía europea. Los países europeos, amenazados por los efectos de una corriente de capitales especulativos hacia Estados Unidos hacia el dólar, se veían forzados a elevar a su vez sus tipos para poder detener esta tendencia, evitar así la caída en picado de sus monedas y corregir en lo posible los desequilibrios que experimentaban en sus balanzas exteriores.

Previsiones alarmistas

Para los europeos, el problema además no sólo se reducía a los aspectos financieros. Con esta situación en el frente monetario, sus economías se verían encorsetadas por un tiempo superior al previsto, lo que, indudablemente, ayudaría a controlar la inflación, pero inevitablemente agravaría las tensiones recesionistas.Una estimación alarmista, a cargo del Instituto Económico de Kiel, venía a poner las cosas en términos muy claros: con las actuales políticas económicas, la economía occidental, con ligeras variaciones por países, no saldrá de la recesión durante seis trimestres seguidos. Es decir, la ansiada recuperación no se produciría hasta muy entrado el año próximo.

El mismo Instituto señalaba que la economía alemana terminaría este año con un crecimiento negativo del 2%, su déficit exterior seguiría con cifras negativas y el comercio mundial, de vital importancia para una economía orientada al exterior como la germana, experimentaría una contracción del 3% en Gran Bretaña, donde el tono conservador de su política económica no ofrece visos de cambio, la recuperación podría retrasarse hasta 1983, aunque si bien es cierto que su alta inflación presentaría cifras de un solo dígito. Incluso en el resto de países de la CEE los resultados serían también negativos.

Con este sombrío panorama por delante, los países europeos miran hacia Washington con la esperanza de que la nueva Administración norteamericana de un giro de 180 grados a su política monetaria. Una suavización de la misma, especialmente en lo que concierne a los tipos de interés, permitiría relajar a algunos países europeos sus recientes medidas económicas estabilizadoras y abrazar una política de expansión que ayudara a limitar los efectos sociales de la crisis, especialmente en el capítulo del paro.

Según todos los indicios, la reunión de Londres pretende, precisamente, la búsqueda de una coordinación entre los cinco grandes, no sólo en el frente monetario, sino también en la futura política económica a seguir. A este efecto, la reunión de Gabón del comité interino del FMI -donde habitualmente se hace un examen semestral de los resultados que ha ofrecido la anterior política- terminará por concretar esa nueva estrategia de salida de la recesión, que, con unos precios del petróleo que se presentan estables por algún tiempo, podría ser la esperada respuesta a la crisis.

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