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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El regreso del duque

EL REGRESO de Adolfo Suárez a Madrid, después de sus largas vacaciones en América, abre una serie de especulaciones sobre el futuro del partido del Gobierno. En efecto, según observadores cercanos a la propia UCD, el ex presidente tiene la intención de acaudillar su propia facción en el seno del partido. Estiman algunos diputados centristas que la verdadera estrategia de Suárez sería en realidad provocar de manera indirecta las divisiones ya incoadas en la Unión de Centro, lo que le permitiría, a medio plazo, presentarse como el único líder con capacidad de encabezar una coalición tan variopinta como es la del partido en el poder.Fuentes allegadas a la Presidencia del Gobierno no ocultan la preocupación de Leopoldo Calvo Sotelo ante las eventuales maniobrasíque el recién nombrado duque de Suárez pueda instrumentar a partir de ahora en las fillas ucedistas. A tal efecto se señala que las declaraciones hechas por el ex primer ministro a su llegada a Barajas, el domingo, no han satisfecho a Calvo Sotelo, pese a los elogios a su gestión en ellas vertidos. Antes bien se consideran reticentes para con el actual equipo gobernante.

La imagen pública de Suárez ha declinado desde que, a finales de enero, dimitiera de forma sorprendente y todavía inexplicada. Sus posteriores vacaciones en el Caribe, en plena psicosis de golpe de Estado en este país, han contribuido al debilitamiento de su prestigio y popularidad, ya un tanto erosionados. Pero se estima que su capacidad de poder en el seno del partido gobernante es todavía muy amplia.

Aun reconociendo el fundamento que conllevan, los temores ucedistas no parecen, sin embargo, contar con demasiada justificación. Su eventual concreción política depende, a nuestro juicio, más de la habilidad y eficacia del actual jefe del Ejecutivo que de las virtualidades conspirativas de su antecesor. Este, en efecto, ha brillado con luz propia durante la etapa de la transición cuando de destruir el aparato burocrático del antiguo régimen se trataba. No obstante, de sus manos escaparon la reforma militar, la policial y la de la judicatura, y aun reconocien do que es imposible adjudicar a Suárez la responsabilidad esencial del golpe del 23 de febrero, no es menos cierto que los protagonistas del mismo habían dado suficientes muestras previas de su peligrosidad sin que el Gobierno tomara las medidas oportunas en su día.

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Si Calvo Sotelo es capaz de enderezar los errores de la transición, en lo que a defensa de las libertades y derechos democráticos se refiere, y de dar una respuesta política a los problemas del país (esencialmente, el paro y las autonomías), las posibilidades de Suárez de hacerle sombra en el futuro resultarán pequeña. Por, eso no puede decirse que el mejor camino sea el emprendido por el actual presidente cuando hace cosas como encargar al comisario Ballesteros como mando único de la lucha antiterrorista o envía a las Cortes el proyecto de ley de defensa de la Constitución, plagado de amenazas contra la Constitución misma. El error Ballesteros parece reivindicar el tantas vedes denunciado error Conesa. Ballesteros es, sin 'duda, un policía prestigiado entre algunos de sus colegas. No obstante, no sería justo callar las dudas que sugiere a la opinión este comisario, que se ha visto envuelto en historias sobre la guerra sucia contra ETA, y que pasa por ser uno de los inspiradores del sector reaccionario del cuerpo al que pertenece. Por otra parte, resulta más que improbable que quien hasta ahora ha llevado con eficacia discutible la lucha antiterrorista pueda cosechar mayores frutos por el solo hecho de recibir un nombramiento añadido. Lo esperpéntico de la medida se termina de completar cuándo se señala que «sMo una autoridad militar» pertenecerá a ese mando unificado, refiriéndose al jefe del CESID. Resulta que esa autoridad militar es por el momento inexistente, pues el organismo de investigación de la Defensa se encuentra sin jefe desde hace varios meses, precisamente desde que el antiguo ministro del ramo, y actual presidente de UCD, decidiera que fuera un civil, y no un militar, el director de dicho centro.

Es a cuestiones como éstas, más que a las pequeñas conspiraciones de café, a las que el actual Ejecutivo debería prestarle alguna atención si quiere,sobrevivir, no ya a las intrigas de las ridículas mafias ucedistas, sino a los problemas acuciantes del país y al veredicto de las urnas. Ese es el reto de Leopoldo Calvo Sotelo: gobernar, dejándose de la antigua política de la mesa camilla, el chalaneo y el contubernio menor. Cuantos gestos ha hecho en ese sentido le han sido y le deben ser amplia mente reconocidos. Cuantas dudas o errores denoten su incapacidad para emprender las reformas que su propio antecesor no supo o no quiso llevar a cabo, pueden con vertirse, a su vez, en los hitos que marquen las fechas contadas para la destrucción política del actual jefe de Gobierno. Y quién sabe si del sistema que tan atribuladamente le aupó al poder.

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