_
_
_
_
_
La escalada de crisis polaca

Seguimiento masivo en Polonia de la huelga de advertencia

Millones de obreros polacos siguieron ayer en completa calma la orden dada por los sindicatos independientes Solidaridad en todo el país: strajk (huelga), que fue seguida masivamente, según la propia agencia oficial PAP, de ocho a doce de la mañana. A pesar de ello, las conversaciones entre Lech Walesa, presidente de Solidaridad, y el viceprimer ministro, Miezcyslaw Rakowski, se reanudaron a las 17.30 horas, en la sede del Consejo de Ministros de Varsovia, para tratar de impedir el paro general ilimitado anunciado para el próximo martes.

Más información
Un movimiento contra el sector "duro" del POUP
En caso de invasión, la OTAN reaccionaría en 48 horas

La huelga de ayer se realizó sin incidentes y fue ampliamente secundada en los grandes, centros industriales del país: Varsevia, el Báltico y S Ílesia.En Bydgoszcz, ciudad donde se originó el actual conflicto a causa de la represión de militantes de Solidaridad por fuerzas de la policía, la huelga fue general en todas las empresas.

A las ocho de la mañana, las sirenas de las fábricas anunciaron el comienzo de la huelga y los obreros dejaron el trabajo y permanecieron en sus puestos. No se repartió la Prensa, pero la radio informó puntualmente del desarrollo del paro.

En Gdansk, lugar de nacimiento del sindicalismo independiente polaco, la paralización fue prácticamente total, salvo los servicios imprescindibles, como hospitales, ferrocarriles y servicios eléctricos; pero sus empleados llevaban brazaletes con los colores nacionales (rojo y blanco) en señal de solidaridad con sus compañeros en paro.

Los piquetes se colocaron a las puertas de las fábricas para controlar rigurosamente las salidas y entradas de personal.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

La huelga fue ampliamente secundada en Wroclaw y Bielsko-Biala, regiones; donde se produjeron alteraciones sociales el pasado mes de febrero por grupos de campesinos privados. En Kattowice, corazón de la Silesia minera, el paro comenzó a las seis de la mañana.

Llegar hasta el fin

Lech Walesa, presidente de Solidaridad, se trasladó, durante las horas de huelga, a la factoría de tractores de Ursus, a. las afueras de Varsovia, y donde el sindicato regional de la capital, Mazowsze, instaló el miércoles su cuartel general.«Solidaridad está decidida firmemente», dijo Walesa, «a luchar hasta el final, pero no desea desencadenar la huelga general ilimitada del próximo martes, 31», a fin de «asegurar una verdadera renovación» en Polonia.

Hablando ante los obreros de Ursus, el líder polaco aseguró que su organización «no tenía otra elección (que ir a la huelga) y no puede ceder en sus reivindicaciones esenciales».

La efervescencia en la fábrica de Ursus simbolizó la que reinó en todo el país. Altavoces colocados en múltiples talleres difundieron las últimas informaciones del desarrollo de la huelga y repetían a intervalos el siguiente llamamiento: « La democracia está en peligro.

Sabemos que la huelga provocará que Polonia pierda un poco más de dinero, pero es el único medio. Solidaridad es la última esperanza para el país. Se hace huelga hoy para evitar la huelga ilimitada del martes».

Los obreros en huelga, con el brazalete y la insignia de Solidaridad, fumaban y bebían zumos de frutas, porque el alcohol fue prohibido.

Escenas en un taller

En uno de los talleres, al que tuvo acceso la Prensa, todo el mundo estaba de acuerdo con el sindicato libre. De los 420 obreros, uno de los múltiples de la gran factoría Ursus, 380 pertenecían a Solidaridad, apoyada incluso por los únicos veinticinco miembros del POUP de este colectivo obrero.Los trabajadores improvisaron tertulias, animadas con la presencia del disidente Adam Michnik, y aceptaban cigarrillos Marlboro a los periodistas. «Un paquete de estos», dijo un obrero humorísticamente, «me cuesta dos horas de trabajo».

Contrariamente a ocasiones anteriores, la Prensa occidental tuvo impedimentos para realizar su trabajo. Además de que las autoridades polacas han prohibido la entrada de periodistas occidentales, las televisiones extranjeras destacadas en Polonia no pudieron transmitir imágenes a sus países respectivos.

El Papa, polaco, siguió los acontecimientos con preocupación, y dijo ayer en Roma a unos peregrinos de su país que «una vez más reine (en Polonia) el sentido de la responsabilidad por el bien común». Wojtyla pidió a los miles de asistentes que «recen por mi patria».

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_