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La escalada de crisis polaca

Un movimiento contra el sector "duro" del POUP

La huelga de advertencia que paralizó Polonia ayer durante cuatro horas, a partir de las ocho de la mañana, aumentó la tensión en el país a niveles no conocidos desde el pasado mes de agosto, pero, paradójicamente, sirve a los intereses de todas las partes.La huelga se desarrolló con el telón de fondo de una lucha política entre el equipo Kania-Jaruzelski y el sector duro del partido, y se corre el riesgo de una huelga general a partir del día 31, si la situación permanece bloqueada. La huelga de ayer sirvió para que Lech Walesa, que utilizó toda su autoridad para evitar una oleada de paros sin previo aviso, mantenga el control de sus tropas, impacientes por hacer una nueva demostración de fuerza.

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Además, la huelga de ayer, al menos aparentemente, reforzó los argumentos de los duros, que intentan probar que la política de diálogo con Solidaridad conduce al país a la anarquía. Sin embargo, constituye, para el primer ministro y el líder comunista, un medio de presión sobre los «indecisos» del Comité Central, para hacerles comprender que una política distinta a la del tándem Kania-Jaruzelski llevaría a una violenta con frontación.

En este contexto, el Comité Central fue convocado con carácter urgente mañana, mientras la huelga se convirtió en una demostración de apoyo al general Jaruzelski.

Los mineros, que realizaron la huelga entre las seis y las diez de la mañana, anunciaron que trabajarán hoy como medida de apoyo a Jaruzelski. De todas las capas de la sociedad afluyen mensajes de apoyo al equipo dirigente-notas que los medios de información se encargan de hacer públicas.

Este amplio movimiento de unidad nacional y patriótica, simbolizada por las banderas rojas y blancas de los huelguistas, está encaminado a apartar del camino a los duros, que desearían sacar provecho del pleno de mañana imponiendo su línea política. Una reunión que es cuando menos interesante por cuanto la suerte del equipo Kania-Jaruzelski está en juego, así como la política de concertación social.

Hoy una cosa es segura en Polonia; si el sector duro consigue triunfar, no podrá gobernar sin ayuda exterior a un país convencido que de su última oportunidad antes de la invasión es Jaruzelski.

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