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VALENCIA: PRIMERA CORRIDA FALLERA

Precios desorbitados

Nada ha cambiado, por lo menos para bien. Empiezan la corrida, la feria y la temporada -que todo eso inauguraba Valencia el domingo-, y vemos que la fiesta sigue tan triste como la dejamos el año anterior. El rollo continúa, ahora a precios desorbitados.Quizá sea eso lo único que ha cambiado: el precio de las entradas. La más barata, allá por la andanada de sol, cuesta en esta plaza seiscientas pesetas. Aun en plena inflación, seiscientas pesetas si guen siendo muchas pesetas, más si sólo valen para presenciar la corrida desde el tejado y a la solanera; más si sólo sirven para ver pegar derechazos.

Aunque sea de milagro, el buen público aún cree

Plaza de Valencia

Primera corrida faliera (domingo). Toros de Alvaro Domecq, flojos, aborregados. Paquirri: pinchazo, (aviso y palmas) (dos orejas). Manzanares (aplausos) (palmas y pitos). Niño de la Capea: (vuelta con protestas) (aviso y silencio).

Cada año que pasa las figuras del toreo olvidan alguna suerte, y en 1981 da la sensación de que las han olvidado todas, excepto el derechazo. El derechacismo irrumpe en las fallas con clamoroso frenesí; Paquirri, Manzanares y Niño de la Capea pegaban derechazos como locos.Convertido el arte de torear en un derechacismo esquizofrénico, ya me dirán quién se va a dejar en taquilla las seiscientas pesetas, y de ahí hasta las 3.560 de barrera, para semejante aventura. Quizá otro esquizofrénico. Lo que ocurre es que el público, más bueno que el pan, con posos de afición y las ilusiones no del todo marchitas, sigue creyendo -y nosotros con él- que esto de¡ toreo tiene arreglo, aunque sea de milagro. Y poco faltó para que llenara la plaza.

La presunción es que no volverá, al menos cuando le anuncien este cartel de derechacistas a destajo. Los Paquirri - Manzanares - Capea hace ya anos que dieron su medida, por supuesto más alta que la actual, y de sus cantadas glorias sólo les queda el estribillo del derechazo. A veces les sale medianamente ligado, como a Paquirri, y cortan oreja. A veces se les pierde en la infinitud de la incontinencia, como a Manzanares y Capea, y sólocortan la respiración de los más pacientes.

Si no hay toreros,suple quedar el recurso del toro, que siempre genera emoción; pero de esto tampoco hubo en la primera corrida fallera, adonde Domecq envió unos gordinflones e hipotensos pupilos que daban la imagen del borrego en ubérrimo pastizal. Y en estas condiciones no hubo lidia, naturalmente. Con toros de granja no puede ser.

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