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El fuerte endeudamiento exterior evitó un déficit por cuenta corriente insoportable en 1980

El continuo recurso al endeudamiento exterior tanto público como privado fue uno de los principales factores que impidió que el déficit por cuenta corriente de nuestra balanza de pagos alcanzase cotas insoportables para la economía española durante 1980, aunque expertos gubernamentales consultados

estiman que la tendencia deficitaria del sector exterior continuará agravándose durante 1981 hasta provocar que la fuerte pérdida de posiciones de la peseta frente al dólar y las principales monedas europeas llegue a mediados de año a un tipo de cambio para la moneda española jamás alcanzado, y que puede ser del orden de las cien pesetas por dólar.Aunque en los pobres resultados del sector exterior en, 1980 han influido factores externos a la economía española, como son los altos precios del petróleo importado y la inestabilidad general de los mercados cambiarios mundiales, el fracaso casi total de la política exportadora amenaza con estrangular las escasas posibilidades de recuperación de la economía española, sin que se vislumbre a corto plazo una salida viable que modifique esta tendencia. Basta constatar, a este respecto, que el único factor que ha impedido que el (déficit por cuenta corriente de nuestra balanza no superase en 1980 nuestro nivel de reservas (12.358 millones de dólares) ha sido el continuo recurso al endeudamiento exterior.

Según un informe del Ministerio de Economía y Comercio, publicado esta semana, la financiación exterior, tanto pública como privada, alcanzó en 1,980 la cifra récord de 8.428 millones de dólares, es decir más de 600.000 millones de pesetas al cambio medio del pasado año. Esta cifra, que es un 75% superior, por término me dio, a la alcanzada en 1979, sobrepasa en 200.000 millones de pesetas la financiación interior proveniente de emisiones de renta fija, tanto pública como priva da, por citar un ejemplo.

El fuerte aumento de la financiación exterior de nuestra economía en 1980 es consecuencia directa de las medidas de liberalización adoptadas a finales de año por el Ministerio de Economía, así como una clara tendencia de las empresas españolas por buscar en los mercados exteriores de capitales una financiación más barata y a más largo plazo. Esto hizo que el límite establecido por la Comisión Interministerial para la Financiación Exterior para 1980 fuese superado en más de 2.000 millones de dólares, en gran parte debido a la necesidad de financiar el mayor déficit esperado de nuestra balanza de pagos.

El recurso a la financiación exterior fue más acusado en las empresas públicas (INI, principalmente) y en las privadas que contaron con aval público. Para éstas, el crecimiento (le su financiación exterior fue del 89% en 1980, mientras que en las privadas sin aval el aumento fue del orden del 48,9%. Los datos disponibles indican asimismo que, por sectores, las empresas que más se distinguieron en este capítulo fueron las eléctricas.

La financiación exterior continuará aumentando

A la vista de estas cifras, expertos privados afirman que la financiación exterior de la economía española continuará aumentando en 1981 pese a las sombrías previsiones estimadas para el sector exterior en 1981. En este sentido, el déficit por cuenta corriente de nuestra balanza de pagos, que alcanzó los 5.500 millones de dólares en 1980, puede superar los 6.500 millones, como mínimo, en 1981, y hasta podría dispararse a los 9.000 millones de dólares en el caso de que las cosas vayan peor de lo que se espera.

Un dato positivo en este sombrío panorama hay que encontrarlo en el hecho de que, pese a los pobres resultados del sector exterior, el nivel de reservas en divisas en el Banco de España no ha disminuido considerablemente en un año tan malo, ya que la pérdida sólo ha sido de unos setecientos millones de dólares. El volumen de reservas, a finales de 1980, era de 12.300 millones de dólares, es decir, un 5,8% menos que en 1979.

Esta relativa buena posición de las reservas quizá sea un factor decisivo a la hora de considerar el coste de la financiación exterior para las empresas españolas. Pese a que la deuda exterior se cifra ahora en algo más de los 24.000 millones de dólares, según fuentes cercanas al Banco de España, el nivel de crédito de España, o rating español en los mercados exteriores, continúa siendo bueno.

Algunos expertos estiman, sin embargo, que esta posición puede registrar un cambio en los próximos meses. Pese al éxito obtenido en la obtención de eurocréditos, España continúa todavía en la lista negra de los países que no pueden obtener la calificación triple A para poder emitir bonos en los mercados exteriores. Aunque parece existir la intención de buscar esta calificación durante este año, algunos medios económicos opinan que los recientes acontecimientos políticos y las frías perspectivas económicas para 1981 volverán a forzar a las autoridades españolas a abandonar la idea.

En cualquier caso, el año 1980 ha sido particularmente malo para el comercio exterior, donde el déficit ha alcanzado la cifra récord histórica del billón de pesetas. Este déficit, que ha sido el doble del registrado en 1979, hay que achacarlo principalmente al fuerte incremento de nuestra factura petrolera, que superó los 900.000 millones de pesetas; pero también hay que buscarlo en los pobres resultados de nuestra exportación, pese incluso a que el cambio de la peseta se ha ido deteriorando paulatinamente a lo largo de todo el año.

Las cifras de importaciones y exportaciones arrojan el siguiente balance: las primeras sumaron 2.450.653 millones de pesetas, mientras que las segundas, gracias al fuerte salto de diciembre, totalizaron 1.493.187 millones.

Aparte de lo fabuloso del déficit, superior incluso al pago realizado por importaciones de crudo, lo más notable del balance es el descenso de la tasa de cobertura, que pasa del 71,7%, en 1979, a sólo el 60,9%.

Las cifras finales del año sugieren, en primer lugar, el fuerte retroceso que ha experimentado la economía española a la hora ole cubrir el déficit comercial con una política agresiva exportadora. Pese a que las exportaciones crecieron en un 22,2% en el año, las importaciones se desmadraron en un año en el que se realizó un gran esfuerzo inversor en material y bienes de equipo importados. En ese sentido, las importaciones crecieron en un 43,8% sobre 1979, resultando las exportaciones incapaces de absorber tal crecimiento.

La peseta, por los suelos

Este hecho es aún más resaltable si se tiene en cuenta la política gubernamental, favorable de la depreciación de la peseta. Aunque si bien es cierto que en los primeros meses del año esta política no fue tan clara, la fuerte depreciación de la peseta -que llegó a ser del 17% para todo el año- resultó incapaz de equilibrar este desfase, hasta el extremo de que, sólo en el primer semestre de 1980 (mucho más favorable que el conjunto), la tasa de penetración en el mundo de las exportaciones españolas que descendiendo a pasos agigantados. Con todo, el crecimiento real de las mismas fue del orden del 2% (frente al 5 % de los países de la OCDE). Hay que resaltar, en este sentido, que el crecimiento real de las importaciones fue superior, del orden del 4%, lo que explica esa duplicación del déficit.

Con estos datos, las previsiones para 1981 no son nada halagüeñas, según estiman expertos privados y gubernamentales. Mientras que la depreciación de la peseta ha hecho que los cálculos sobre el comportamiento del sector exterior, en los dos prlineros meses de este año, sean algo más esf,eranzadores, no hay que olvidar que esa misma desvalorización está encareciendo notablemente nuestras importaciones, y niás cuando éstas son tan poco flexibles como las petroleras y los necesarios bienes de equipo con destino a las reconversiones en curso.

Este factor, y los ya apuntados previamente, inducen a pensar en lo ya adelantado por algunos expertos sobre las perspectivas de este año para la peseta, que hacen temer un cambio efectivo de la moneda española para finales de año de cien pesetas por cada dólar. El éxito de la política económica de Reagan y la evolución de los tipos de interés a nivel mundial podrían tener, en última instancia, una influencia decisiva en la mencionada predicción.

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