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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Terrorismo golpista

EL ASESINATO en Bilbao del comisario Moya -un tiro en la nuca, como en las estampas más aborrecibles de la crueldad y de la cobardía humanas-, probablemente por pistoleros de ETA Militar, confirma la resuelta decisión de esa banda sanguinaria de proseguir su trayectoria criminal y convertir la provocación contra los cuerpos de seguridad y las Fuerzas Armadas en el fulminante de un nuevo golpe de Estado. La opinión pública democrática, que ha salido a la calle en varias ocasiones en las últimas semanas para manifestar su rechazo de cualquier forma de violencia, debe tomar nota de que los terroristas etarras y su cohorte de ideólogos constituyen el otro brazo de la tenaza que amenaza con triturar nuestras libertades, nuestras instituciones representativas y el sistema de autogobierno del País Vasco.Las pulsiones homicidas y la necesidad doctrinaria se habían hecho ya patentes en el último comunicado de ETA Militar, aprobado, al parecer, en una tormentosa reunión en el sur de Francia, en la que las voces menos inhumanas de esa organización fueron ahogadas por los gritos de quienes pretenden transformar el fracaso de su estrategiapolítica en una catástrofe histórica que destruya el sistema constitucional de libertades.

Si bien ETA Militar había pasado ya hace mucho tiempo el punto de no retorno y se dirigía hacia ese continente de muerte, desolación y horror, el asesinato del comisario Moya y su provocadora decisión de proseguir las acciones terroristas muestran que sus dirigentes están resueltos a superar las hazañas anteriores de la historia universal de la infamia y la provocación política.

Por eso, sólo la renuncia a las fabulaciones infantiles nos impide expresar el secreto deseo, no por irrealizable y absurdo menos extendido, de muchos demócratas españoles: la ensoñación de que los golpistas de ultraderecha y los terroristas de ultraizquierda diriman ellos solos, en otra galaxia, sus conflictos, y dejen en paz a todos los que piensan que el derecho a la vida y a la felicidad tiene que prevalecer sobre el fanatismo asesino de las diversas variantes del fascismo.

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