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El presidente Eanes subraya la subordinación militar al poder civil

El presidente Eanes pronunció ayer un importante discurso sobre el papel de los militares en la consolidación de la democracia, con ocasión de la investidura del general Nuno Melo Egidio, que sucede al jefe del Estado al frente del Estado Mayor General de las fuerzas armadas portuguesas. Desde ayer, el general Eanes ya no está ligado a la cadena operacional del mando del Ejército portugués, aunque conserva la doble calidad de comandante supremo y de presidente del Consejo de la Revolución.

El mensaje de Eanes ha sido una reflexión sobre el papel de los militares en el pasado remoto y reciente de Portugal, y en él se insinuaba una evidente, preocupación por los recientes acontecimientos de España.«Debemos reconocer que somos un país de tradición democrática insegura y que las experiencias democráticas en Portugal han sido siempre frustrantes o frustradas», empezó por plantear el jefe del Estado, antes de precisar que no se trata de un fatalismo histórico, sino de un concurso de circunstancias que hay que romper.

Para ello, recordó el general Eanes, «no basta al régimen democrático acabar con la dictadura, sino también con la idea de dictadura a través del hábito de todos, militares y civiles, de aceptar plena y honradamente el resultado de las elecciones libres».

Después de subrayar que «las tentaciones autoritarias, pretorianas o no, surgen cuando el poder político se muestra incapaz de dar respuesta a los conflictos reales que afectan a la sociedad», Eanes acentuó también que esta incapacidad, real o supuesta, no justifica la interrupción de la democracia, porque «el Ejército está subordinado al poder político legítimo, no por ser poder, sino por ser legítimo».

La institución militar, afírmó el jefe del Estado portugués, debe ser neutral «para poder asumir mejor su compromiso de defensa del régimen democrático y constitucional», y su independencia con relación a los distintos órganos de poder debe ser asegurada por una dependencia múltiple del jefe del Estado, del Gobierno y del Parlamento, «para evitar que se junte en las mismas manos el poder político y el poder de las armas».

Después de afirmar que el general Melo Egidio asume el mando del Ejército portugués, en un momento en que éste está en «perfecta normalidad y en condiciones de dar un apoyo constante a la democracia», el general Eanes invitó al nuevo comandante en jefe a denunciar a los que quieran desviar a los militares de sus deberes y a castigar a aquellos de sus subordinados que se dejen utilizar por fuerzas o grupos de intereses.

Después de la ceremonia, y en conversación con los periodistas extranjeros acreditados en Lisboa, el general Eanes ha justificado los cambios introducidos por él en los altos mandos del Ejército portugués, subrayando que no hizo más que usar un poder que ostenta legítimamente, «como presidente libremente elegido». «El abuso del poder corrompe y prostituye a quien lo ejerce», afirmó Eanes. «Pero no, hacer uso, en función de las necesidades, de los poderes que se tienen es otra forma de prostitución y de corrupción».

Acerca de las personalidades escogidas para los altos mandos, elección que ha merecido a Eanes severas críticas de los partidos de la coalición gobernante y violentas campañas de denuncia en los periódicos progubernainentales, de derecha y ultraderecha, Eanes ha afirmado que: «La consolidación de la democracia sigue siendo el objetivo primordial» de su segundo mandato.

En consecuencia, según él, no basta para estos jefes que no hayan tenido actitudes hostiles hacia la democracia: «Deben estar activa y profundamente comprometidos con la democracia».

La primera reacción al discurso presidencial por parte de Alianza Democrática ha sido la del dirigente democristiano Freitas do Amaral, que condenó sin matices la concepción expuesta por Eanes de la «pluridependencia de las fuerzas armadas». Freitas do Amaral considera esta tesis «totalmente errónea e inaceptable». Según él, el Ejército debe estar fuertemente jerarquizado y disciplinado y obedecer a un único poder: el Gobierno.

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