La OTAN considera insuficiente su cobertura militar en el Mediterráneo
La situación en el Mediterráneo se ha convertido en el principal tema de atención de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), desplazando otros focos de tensión en el mundo. Expertos aliados consideran que el Mediterráneo es en estos momentos un punto estratégico de la máxima importancia y que precisamente la OTAN no dispone en él de los apoyos suficientes. Los últimos descubrimientos de los servicios de información norteamericanos sobre la posible utilización de bases libias por fuerzas soviéticas ha «encendido la luz roja» en los centros de análisis de Bruselas.La Alianza Atlántica, mejor dicho, el Mando Militar Integrado de la OTAN, dispone solamente de efectivos en Italia, Grecia y Turquía, ya que Francia pertenece sólo a la organización política. Además, Grecia y Turquía continúan seriamente enfrentadas por problemas internos, sin que el comandante en jefe de las fuerzas aliadas, general William Rogers, haya conseguido aún delimitar de forma satisfactoria las competencias de cada una en el mar Egeo. El problema se complica además con la decisión norteamericano-alemana de reforzar el Ejército turco, sin mantener la relación de fuerzas existente hasta ahora con el Ejército griego.
Turquía, que cuenta con un Ejército de 470.000 hombres, el mayor de la OTAN tras Estados Unidos, debería, en caso de conflicto, defender su frontera oriental con la Unión Soviética y sus posiciones limítrofes con la Tracia búlgara.
Las fuerzas de que dispone la URSS en esa zona son impresionantes. En los distritos de Caucasia del Norte, Transcaucasia y el Turquestan hay veinticuatro divisiones. Otras seis están desplegadas en los alrededores de Odessa. Estas fuerzas están apoyadas por alrededor de 1.100 aviones tácticos y los bombarderos estacionados en Crimea. Moscú tendría también a su disposición las ocho divisiones de infantería motorizada de Bulgaria y la fuerza aérea de este país, evaluada en 210 aparatos.
Refuerzos soviéticos
Según fuentes aliadas, la Unión Soviética ha aumentado su presencia en el Mediterráneo con al menos cuarenta o cincuenta unidades navales, al tiempo que reforzaba la presencia aérea y de apoyo táctico en la península de Crimea, en pleno mar Negro, frente a Turquía. Desde el punto de vista naval, la Alianza Atlántica cuenta en el Mediterráneo con la VI Flota norteamericana y con la armada italiana, ya que ni Grecia ni Turquía disponen de elementos suficientes para hacer frente a la escuadra soviética.
De acuerdo con este análisis, la Alianza Atlántica estudia las posibilidades de crear una segunda flota aliada, con participación británica, noruega y holandesa fundamentalmente, al tiempo que intenta reforzar sus lazos con los países ribereños no miembros de la OTAN.
En este sentido habría que interpretar los calurosos elogios del presidente norteamericano, Ronald Reagan, al rey de Marruecos, Hassan II, así como los crecientes esfuerzos de la Comunidad Económica Europea (CEE) para «mejorar» la situación de Líbano, antiguo emporio occidental destrozado por la guerra civil.
Las revelaciones de la Central de Inteligencia Norteamericana (CIA) en el sentido de que aviones soviéticos podrían utilizar bases tibias en caso de crisis ha provocado una seria preocupación en el seno de la OTAN, que dedicó ayer mismo una reunión de sus representantes permanentes a estudiar las repercusiones de este nuevo dato en los propios planes de defensa.
Según la CIA, el coronel Gadafi dispone de 81 campos de aviación, de ellos diecinueve con pistas de cemento. Dos de estos aeródromos tienen pistas de 1.200 metros, capaces, según el espionaje norteamericano, de ser alargadas para permitir el aterrizaje de los bombarderos Backfire soviéticos.
En opinión de los analistas militares norteamericanos, el uso combinado en estos campos de aterrizaje de una fuerza de bombarderos Backfire, cazabombarderos Sukhoi e interceptores Mig podría inclinar del lado soviético la balanza de poder en la zona.
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