Felipe González se ofrece al Rey para intentar la formación de un Gobierno en torno al PSOE
La reflexión que Felipe González parece haber transmitido al Rey, y que se proyecta hacia la opinión pública, podría resumirse así: UCD sufre una crisis de tal gravedad que no está en condiciones de garantizar la estabilidad gubernamental; el PSOE, como segundo partido del país, está dispuesto a asumir tal responsabilidad si el Monarca le hace este encargo. Para ello se puede intentar un acuerdo con diferentes sectores políticos, si están dispuestos a un compromiso razonable. Fuentes solventes interpretan esta reflexión en el sentido de que el pacto puede hacerse con las minorías nacionalistas, si se encuentran en disposición para ello, o bien con sectores políticos de ámbito nacional -desde algunos centristas hasta el PCE-, a fin de restablecer una cierta confianza nacional y comprometerse en un programa socioeconómico y de soluciones a los más urgentes problemas del país.Apuesta arriesgada
¿Cómo se puede formalizar un Gobierno estable en esta hipótesis? «Eso depende, en primer lugar, deque el Rey dé el encargo al PSOE», declaró anoche el vicepresidente de este partido, Alfonso Guerra. «Si hay que hacer un esfuerzo, e incluyo yo diría un sacrificio, estaríamos dispuestos a intentar un Gobierno estable».
La arriesgada operación que intentan Felipe González y la dirección del PSOE tiende a evitar un desenlace rápido de la crisis de Gobierno con la técnica de los hechos consumados. De acuerdo con las explicaciones facilitadas a EL PAIS por destacados miembros de la ejecutiva socialista, razones de programa y de imagen han abonado esta decisión, adoptada en virtud del apoyo personal de Felipe González a dicha posibilidad y de la reflexión efectuada por los miembros del órgano directivo del PSOE. El núcleo de la dirección socialista trata de contrarrestar la presunta operación de la gran derecha con la oferta de una fórmula moderadamente progresista, al tiempo que no quiere dejar pasar esta oportunidad sin un gesto público que demuestre la capacidad del partido para aportar soluciones, en lugar de limitarse a posturas puramente defensivas.
La actitud adoptada ayer por la ejecutiva del PSOE supone un cambio respecto al análisis que hacían el día anterior los miembros de dicho órgano presentes en Madrid en las horas posteriores a la noticia de la dimisión del presidente del Gobierno. La primera reacción de los socialistas, en boca de Alfonso Guerra, fue negar la posibilidad de una oferta concreta por parte del PSOE, pero en la reunión celebrada posteriormente, durante la madrugada del viernes, y ya con Felipe González en Madrid, la opinión mayoritaria se inclinó hacia la conveniencia de manifestar al país la disponibilidad del primer partido de la oposición para resolver la crisis política si el partido que hasta ahora ha sustentado el Gobierno -UCD- no es capaz de dar una solución con garantías de estabilidad.
Durante su sesión de la mañana de ayer, previa a la audiencia de Felipe González con el Rey, se perfiló dicha reflexión, que Felipe González planteó por primera vez en las declaraciones efectuadas al primer telediario de Televisión Española. «En esta situación histórica», dijo el secretario general del PSOE, «quiero que nuestro pueblo sepa que estamos dispuestos a asumir las responsabilidades que tengamos que asumir, y quiero también que sepa que hay que mantener la esperanza, que dentro de la democracia estos cambios siempre son sanos y que es importante mantener un espíritu abierto a la construcción de una democracia fuerte, estable y capaz de acabar con la injusticia y con los desórdenes».
¿Cuál sería la instrumentación de esta iniciativa? La ejecutiva del PSOE no tiene, por ahora, una solución concreta a dicha pregunta, pero comenzó a estudiarla anoche, tras la entrevista de Felipe González con don Juan Carlos. El núcleo de dicha respuesta se plantea en dos planos: primero, el Monarca debe ejercer la función arbitral que le asigna la Constitución, y dado que esta crisis de Gobierno no se parece en nada a las consultas protocolarias de 1979 -cuando UCD acababa de ganar unas elecciones generales-, corresponde al Rey decidir cuál debe ser el partido que se encargue de resolver la crisis; segundo, en el supuesto de que dicho encargo recayera en el PSOE, este último Iniciaría negociaciones formales con las demás fuerzas políticas para estudiar la formación de una nueva mayoría.
De acuerdo con las fuentes antes citadas, la oferta al resto de los grupos políticos consistiría en una «reactualización» de la efectuada durante el debate de la moción de censura de la primavera pasada. Los dirigentes socialistas admiten que un Gobierno nucleado en torno al PSOE parece una de las soluciones más ilógicas desde el punto de vista de la evolución sociológica del país y, sobre todo, de la tendencia mundial hacia una «derechización»; pero, a su juicio, «en España se da la circunstancia peculiar de que la burguesía no ha conseguido articular una representación política coherente, y que las ansias de cambio permanecen vivas en gran parte del pueblo, como ponen de manifiesto las encuestas que dan un aumento sostenido de popularidad de Felipe González».
"La situación es muy fluida"
Todos los dirigentes socialistas consultados admiten que las posibilidades de éxito de su propuesta son escasas, pero almismo tiempo se destaca que «la situación es muy fluida». Felipe González mostraba anoche una presencia relajada y tranquila, y su equipo de colaboradores más cercanos destacaba la importancia del gesto de su secretario general, aunque el interés principal estaba centrado en el desarrollo de los acontecimientos en las filas centristas.
Felipe González y otros dirigentes del PSOE consideran muy incómoda la posición del candidato de UCD, Leopoldo Calvo Sotelo, sobre todo si entre su nominación y la aceptación de su nombre por el Rey tiene que celebrarse el II Congreso centrista, con las posibilidades que ello ofrece de desgaste para Calvo Sotelo. Este último no será apoyado por el PSOE en ningún caso, según declaró ayer Felipe González, «pero tampoco Fernández Ordóñez sería nuestro candidato».
Por su parte, Alfonso Guerra opina que Adolfo Suárez acudió ayer a la Zarzuela, en representacíón de UCD, debido al giro dado a la situación por la comparecencia de Felipe González en RTVE. «Unos minutos antes, era Rafael Calvo Ortega el representante anunciado por UCD, y poco después nos encontramos con que Adolfo Suárez reaparecía a títulode presidente del partido centrista». Guerra considera que el Monarca puede celebrar una segunda ronda de consultas con los partidos políticos, a fin de perfilar la solución a la crisis.
Los "críticos" no votaran a Calvo Sotelo en la investidura
Las declaraciones a la agencia Efe del viernes 23 de enero constituyen la presumible declaración de guerra de Suárez a los críticos y la inequívoca expresión de su voluntad de permanecer. Dos días después, el domingo 25, se produce el anuncio de la visita del Rey al País Vasco. Ese mismo día, Suárez hace venir a su secretario, Aurelio Delgado, y le comunica su decisión de dimitir ante el congreso de UCD, con la intención de desaparecer de la escena durante los pocos meses de vida que daba al Gobierno de su sucesor, para reaparecer encabezando las listas centristas en las elecciones generales anticipadas. Suárez no admite discusión sobre la decisión que ha tomado. Ese mismo día se la comunica a su mujer, Amparo Illana. El lunes 26 transmite esta decisión a algunos de sus más próximos colaboradores, entre ellos algunos ministros. El martes
por la mañana informa al Rey de sus proyectos y desoye las sugerencias para que continúe, pero mientras esto sucede estalla la huelga de controladores que le va a desbaratar sus planes. Eso explica el fuerte enfrentamiento con José Luis Alvarez en la reunión del Comité Ejecutivo del martes.
Suceso definitivo
La suspensión del congreso sine die es lo que produce el desmoronamiento de Adolfo Suárez, que comprende que no puede intentar rectificar ante el Rey y tampoco guardar un secreto de este tipo por tiempo indefinido. Suárez se inclina por la dimisión irrevocable e inmediata como presidente del Gobierno, aunque espera llegar a Mallorca con la llama encendida de presidente de UCD y dejar una puerta abierta para su reaparición como candidato ucedista en las próximas elecciones. Destacados diputados de UCD, cabezas de fila del llamado sector crítico, han confirmado a EL PAIS que no votarían en el Congreso la investidura de Leopoldo Calvo Sotelo, por considerarlo como una figura meramente continuista de Adolfo Suárez e impuesta por éste. Los ucedistas críticos -que podrían controlar unos cuarenta diputados- han comunicado al Rey su intención de romper la disciplina de grupo en la hipotética investidura de Calvo Sotelo.
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