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Las grandes potencias y sus aliados intentan impedir la individualidad de la isla

Desde que se hizo cargo de la jefatura del Gobierno, Constantino Karamanlis, ahora presidente de Grecia, se mostró predispuesto a entablar un diálogo en profundidad con Turquía sobre la cuestión, chipriota. Pero el Gabinete turco centroderechista de Suleiman Demiriel, sumergido por sus problemas internos, no estaba en condiciones de llevar a cabo una negociación tan ardua.«Ahora, desde la toma del poder por los militares turcos, hay por lo menos, un interlocutor en Ankara», comenta un diplomático. El nuevo jefe de Estado turco, general Kenan Evren, expresó su voluntad de llegar a un acuerdo el 15 de septiembre, tan sólo tres días después de hacerse cargo del poder.

La reintegración de Atenas en el mando militar atlántico facilitará, sin duda, el diálogo con Ankara. Así opina Rauf Denktash, líder de la comunidad turcochipriota, quien asegura que «ahora habrá más canales de comunicación». Paralelamente, un sondeo realizado a finales de noviembre entre la comunidad grecochipriota por Middle East Marketing revela que el 43 % de las personas interrogadas creen que la total reincorporación de Grecia a la OTAN tendrá un efecto positivo sobre la cuestión chipriota.

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Pero que la mayoría de la población chipriota se alegre del retorno griego a la Alianza Atlántica no significa que desee abandonar su política de no alineamiento y neutralidad pára incorporarse también a la OTAN. Todos los partidos políticos de la isla, tanto en el Norte como en el Sur, abogan por la neutralidad y el no alineamiento de Chipre, e incluso el Partido Comunista Grecochipriota (AKEL) y el partido socialista (EDEK) preconizan el desmantelamiento de las dos bases militares británicas situadas en la parte sur, Dhekelia (naval) y Akrotiri (aérea).

Si el bloque occidental y los dos Daíses que integran su flanco suroriental, Grecia y Turquía, no tienen casi nada que perder con el desarrollo de una política exterior chipriota no alineada; el mantenimiento en la isla de las dos «bases soberanas» británicas, a las que Estados Unidos ha reconocido oficialmente haber enviado aviones U-2 para la vigilancia de la zona, es considerado por la OTAN como indispensable para «el control atlántico del Mediterráneo oriental». Este sería el límite impuesto por la Alianza Atlántica, con el beneplácito de Grecia y Turquía, a la política neutral de un Chipre reunificado.

El papel de los partidos

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En junio del año próximo se celebrarán elecciones generales en las dos zonas de la isla. En el norte, los partidarios de Rauf Denktash integrados en el Partido de la Unidad Nacional, conservarán, casi seguramente, el poder, aunque el Partido Republicano registrará probablemente importantes progresos.En el sur, el panorama político cambiará radicalmente. La introducción de una ley electoral proporcional provocará, en la parte grecochipriota, el hundimiento del Partido Democrático (DIKO), dirigido por el presidente Spyros Kyprianu, cuya postura, tras su ruptura con los comunistas del AKEL y los socialistas del EDEK se encuentra ya debilitada.

Los sondeos otorgan la mayoría relativa a Glafcos Clérides, líder del Reagrupamiento Democrático (DEK), de abierta inspiración derechista, pero partidario de hacer concesiones a los turcos en las negociaciones bilaterales. «Con Clérides», declaró Rauf Denktash, se puede dialogar, algo casi imposible con Kyprianu». Por de pronto, los dirigentes turcochipriotas mantienen contactc)s regulares con el probable futuro presidente de Chipre.

Teóricamente, el DEK no debería poder contar, a causa de su ideología derechista, con el apoyo de la izquierda para gobernar. Pero en Chipre la actitud adoptada de cara a la otra comunidad predomina sobre las tradicionales divergencias entre izquierda y derecha.

Tanto el EDEK, socialista, como el AKEL, comunista, que obtuvo en las elecciones generales de 1976 el 38% de los sufragios, podrían respaldar a Clérides, si éste adoptase una actitud más flexible en las negociaciones intercomunitarias. El AKEL, de marcada orientación prosoviética, pedirá probablemente a Clérides, a cambio de su apoyo, la completa desmilitarización de la isla; es decir, el desmantelamiento de las bases británicas.

En el peso que los comunistas grecochipriotas consigan ejercer sobre el desarrollo de la negociación tienen puesta su esperanza buena parte de los turcochipriotas. Porque si los grecochipriotas han sido, en algún momento de su historia reciente, partidarios de la enosis (unión con Grecia), los turcochipriotas nunca han deseado, y ahora todavía menos, la unión. con Turquía.

El desembarco de las tropas turcas, en el verano de 1974, fue acogido con alivio por la población turcochipriota pero su presencia hoy en el norte de la isla es sólo considerada como un mal menor.

Siete años de convivencia con 26.000 soldados turcos -la cifra oficial es de 15.000- y con una población campesina emigrada de la meseta de Anatolia (Turquía) que oscila, según las estimaciones, entre 5.000 y 10.000 personas, han contribuido a fortalecer el sentimiento de una identidad nacional turcochipriota diferente de la turca.

El autodenominado Estado Turco Federado de Chipre no es una prolongación de Turquía. El nivel cultural de sus ciudadanos le sitúa muy por encima de su protector. «Por eso», opina un diplomático, «el riesgo no es tanto el de su incorporación a Turquía como el de una declaración unilateral de independencia, que acabaría, eso si, por hacerle depender aún más de Turquía».

La situación no podrá permanecer indefinidamente estancada. O las conversaciones fracasan, Y los turcochipriotas hacen secesión, o los negociadores llegan a un acuerdo, como todo el mundo parece sinceramente desearlo, y la isla se reunifica.

«Pero», comenta un funcionario de la oficina de información turcochipriota, «hay que darse prisa. Mi hijo», añade, «tiene ya siete años y no ha visto a un solo griego en toda su vida».

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