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Reportaje:100 días de régimen militar en Turquía / y 3

Todavía no hay un calendario para la restauración de la democracia

Las especulaciones y rumores sobre cuándo será restaurado el sistema democrático en Turquía son contraproducentes, dijo el pasado 18 de diciembre el jefe del Estado y presidente del Consejo de Seguridad Nacional que rige el país, general Kenan Evren, quien añadió que hablará, en el curso de 1981, sobre el calendario de retorno a la democracia.Al tomar el poder, los militares turcos dijeron que no estarían en el mismo más tiempo del necesario, y el propio general Evren aseguró que las Fuerzas Armadas se retirarían a sus cuarteles una vez cumplida su «histórica misión, con dignidad y dedicación».

En su intervención de 1971, el Ejército turco controló el aparato estatal durante treinta meses, aunque entonces no disolvió el Parlamento ni proscribió los partidos políticos, limitándose a derrocar, por primera vez, al primer ministro conservador Suleyman Demirel. En 1960, los militares estuvieron diecisiete meses en el poder, redactaron una nueva Constitución, la que ahora han anulado, y enviaron al patíbulo al derrocado primer ministro, Adnan Menderes.

La opinión más generalizada en Turquía sobre la duración de esta nueva etapa de régimen militar es que será, como mínimo, de dos años. Hay quien habla de cuatro o cinco años y quien teme que los generales construyan un sistema político a su medida y se queden en el poder indefinidamente.

El general Haydar Saltik, secretario del Consejo de Seguridad Nacional, antiguo jefe de las fuerzas turcas en el norte de Chipre, y a quien se considera el alma y el cerebro del golpe de Estado, presentó, hace unas semanas, los pasos que deberán darse, en fechas aún por determinar, para la restauración gradual de un sistema democrático de gobierno en Turquía.

En primer lugar, se creará una asamblea constituyente, cuyo funcionamiento estará regulado por decretos del Consejo de Seguridad Nacional, que comenzará a redactar una nueva carta fundamental para el país. Después, la nueva Constitución será sometida a referéndum popular. Más tarde, se promulgarán leyes regulatorias de la actividad de los partidos políticos y una nueva ley Electoral. Se celebrarán luego elecciones legislativas y comenzará a funcionar el nuevo Parlamento. Completado este proceso, el país regresará por completo a la vida democrática.

De acuerdo con fuentes periodísticas de Ankara, los militares desean crear un sistema presidencialista fuerte, para lo que están analizando varios modelos políticos europeos, especialmente el francés. La nueva ley Electoral irá destinada a hacer posible una sólida mayoría parlamentaria para el partido vencedor en las elecciones y a impedir el filibusterismo y las alianzas frágiles y cambiantes en la Asamblea Nacional. No se descarta que algunos partidos políticos sean prohibidos, ni que se suspendan de por vida los derechos políticos a determinadas figuras del antiguo régimen.

Los generales están dispuestos a seguir este proceso sin excesiva prisa. «Quieren dejar algo que dure», comenta un funcionario en Ankara. Los rumores de que el ministro de Asuntos Exteriores, Ilter Türkmen, había anunciado a sus colegas de la OTAN que el poder sería devuelto a los civiles en 1981 parecen sin fundamento.

Austeridad económica

Las presiones exteriores para el retorno a la democracia se consideran «injerencia en nuestros asuntos internos», como dijo el general Evren. Presiones que, provenientes del Consejo de Europa y del Mercado Común principalmente, van dirigidas más al respeto de los derechos humanos que al retorno al régimen parlamentario.

Cuatro o cinco años serán necesarios para resolver los graves problemas económicos de Turquía, según anunció recientemente el primer ministro, Bulent Ulusu. La tasa de inflación a finales de 1980 se esperaba de «sólo» un 60% y se anunciaban las líneas básicas de un plan de austeridad nacional que exigirá importantes sacrificios de la población.

Para dirigir el programa de recuperación económica, los militares llamaron a Turgut Ozal, de 53 años, un antiguo ejecutivo del Banco Mundial, de gran prestigio en los países occidentales. Ozal, que había dirigido ya el plan de austeridad del depuesto primer ministro Demirel, fue nombrado viceprimer ministro por el régimen militar y es, de hecho, el auténtico «zar de la economía» turca, dotado de amplísimos poderes.

La nueva devaluación de la lira turca y el aumento del precio de los productos energéticos han sido dos de las nuevas e impopulares medidas adoptadas por el Gobierno de Ulusu. La política económica del nuevo régimen, centrada en la lucha contra la inflación, la creación de empleo, el estímulo del ahorro y la modernización del sector público, ha obtenido la confianza de los acreedores occidentales de Turquía y el visto bueno de los organismos internacionales de crédito.

Durante 1980, los países occidentales dieron ayuda económica a Turquía por valor de 1. 160 millones de dólares. La Comunidad Económica Europea ha condicionado la entrega de 780 millones de dólares de ayuda, en cinco años, a los progresos que efectúe el régimen hacia la reinstauración de la democracia.

La OTAN, reforzada

Paso natural entre Europa y Asia, con seiscientos kilómetros de frontera con la Unión Soviética y el control de los estrechos del Bósforo y los Dardanelos, que debe atravesar la flota soviética para salir al mar Mediterráneo, Turquía tiene un alto valor estratégico para la OTAN, organización a la que pertenece desde 1952. Tras la pérdida de las estaciones de espionaje electrónico norteamericanas en Irán y después de los recientes conflictos en Oriente Próximo, esa importancia estratégica se ha visto todavía reforzada.

Los militares turcos que tomaron el poder el pasado 12 de septiembre aprovecharon unas maniobras de la OTAN que acababan de iniciarse en Tracia para mover los efectivos que llevaron a cabo la «Operación democracia». En las primeras declaraciones tras el golpe, el general Evren reafirmó el compromiso de Turquía con Occidente, en general, y con la Alianza Atlántica, en particular.

Pocas semanas después del golpe de Estado turco, Grecia reingresaba en el ala militar de la OTAN, con lo que el flanco sureste de la Alianza, que tanto había preocupado a los estrategas atlantistas en los últimos anos, quedaba considerablemente reforzado. Grecia se había retirado de la estructura militar de la OTAN en agosto de 1974 como protesta por la intervención turca en Chipre, tras el golpe de Estado contra el arzobispo Makarios, urdido por los coroneles griegos.

La actitud de Turquía ha ayudado a la reincorporación de Grecia al ala militar de la OTAN, reconoce, en Ankara, Kaya Toperi, director general de información del Ministerio de Asuntos Exteriores Quedan importantes cuestiones por resolver con Grecia, especial mente las relacionadas con la plataforma continental, el espacio aéreo en el mar Egeo y las minoría turcas que viven en el norte de Grecia, pero el nuevo régimen de Ankara tiene voluntad de desarrollar las relaciones con Atenas, si bien se muestra «cautamente escéptico» por el momento.

La decisión tomada por los generales de reducir al mínimo nivel sus relaciones diplomáticas con el Estado de Israel ha sido quizájunto con la actitud que permitió el reingreso de Grecia en la estructura militar de la OTAN, el cambio más significativo en política exterior de Turquía después del golpe.

«No hemos roto relaciones diplomáticas con Israel», dice el señor Toperi, «simplemente disminuido el nivel de las mismas, en acordancia con la resolución de la ONU del pasado 15 de noviembre, que permite a los Estados miembros tomar medidas si Israel no modifica su actitud de desobediencia a otras resoluciones, sobre los territorios ocupados y los alcaldes palestinos expulsados, adoptadas en las Naciones Unidas.

Niega rotundamente el director general de Información del Ministerio de Asuntos Exteriores que la presión de los países árabes y la dependencia turca de su petróleo haya estado detrás de esta decisión. El nuevo régimen de Ankara se mantiene estrictamente neutral en el conflicto entre Irak e Irán, países ambos con los que tiene fronteras y con los que comercia. Las relaciones con las naciones árabes, con las que une a Turquía una herencia común, son buenas y, aparte de recientes visitas a Arabia Saudí y Jordania del ministro Turkes, se está firmando un importante acuerdo comercial con Libia.

Del mismo modo, el régimen militar turco quiere tener buenas relaciones con su poderoso vecino del Norte, la Unión Soviética. Pese a su pertenencia a la OTAN y a que alberga en su suelo doce importantes estaciones de espionaje electrónico norteamericanas, Turquía mantiene un creciente comercio con la URSS y una delegación turca negocia estos días en Moscú un importante protocolo comercial.

La celebración de un «mini Camp David» sobre el problema de Chipre se descarta totalmente en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Ankara. El líder turcochipriota Rauf Denktas efectuó una visita oficial a Turquía la semana pasada, en la que se abordó el tema de las conversaciones intercomunidades que se vienen celebrando en la isla. No parecen próximas iniciativas espectaculares en la cuestión de Chipre, sin embargo.

El régimen militar turco emprenderá una campaña internacional de «recuperación de imagen» en el año que ahora se inicia. El embajador adjunto en las Naciones Unidas, Talat Halman, será el encanyado de coordinar esta acción, destinada, por un lado, a divulgar la figura de Mustafá Kernal Ataturk, el fundador de la República, de cuyo nacimiento se celebra el centenario en 1981, y de otro, a luchar contra el «problema del expreso de medianoche», en una referencia a la película del mismo nombre, que ha deteriorado notablemente la imagen de Turquía en el mundo

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