El conflicto del Sahara ha entrado en una fase de intensa acción diplomática
En los últimos meses, el conflicto del Sahara occidental ha entrado en una intensa fase de acción diplomática, en la que hay que subrayar una reciente declaración del Ejecutivo norteamericano en la que éste admite, por primera vez, que Estados Unidos se considera implicado oficialmente en el proceso destinado a elaborar una solución política aceptable por los dos antagonistas: Marruecos y el Frente Polisario.Desde la capital argelina, el año que finaliza es considerado como una etapa crucial en esa vía, teniendo en cuenta que, disimulado entre las proclamas de triunfos militares y afirmaciones en torno a negociaciones secretas, Rabat admite la existencia de un «hecho propio saharaui». Para el Polisario, esta nueva actitud de las autoridades marroquíes no podrá conducir a nada concreto en tanto no se traduzca en un compromiso político a tenor con las últimas resoluciones de las instancias internacionales.
En el plano político, el comunicado conjunto suscrito en Argel el 17 de diciembre entre el Gobierno español y el Polisario es un motivo de satisfacción para los saharauis, no obstante figurar muy por debajo de las exigencias que éstos planteaban al inicio de las negociaciones con la parte española.
Primer comunicado conjunto
Esta última suscribió, por primera vez, un documento de esa naturaleza, en nombre del Gobierno, reiterando su posición en favor de «una solución política, justa y global, que abarque la totalidad del territorio». Al firmar el acta, la parte española respalda directamente la voluntad del Polisario de no aceptar una rectificación del trazado fronterizo, en un gesto destinado, indirectamente, a criticar a aquellos aliados del frente saharaui que pudieran incurrir en el «desliz» de un recorte del territorio incriminado.Para Marruecos, el comunicado hispano-saharaui, los contactos reiterados entre el Polisario y las autoridades norteamericanas, la aprobación por las Naciones Unidas de una resolución favorable al frente (y el rechazo a otra presentada por Marruecos) y la audiencia internacional de la «República Saharaui Democrática (RASD), actualmente reconocida por 45 países, son otros tantos factores de equilibrio a la hora de admitir el diálogo con Hassan II.
En este sentido es muy significativo el documento elaborado por el subsecretario de Estado norteamericano, Harold Saunders, a propósito del conflicto, y expuesto el pasado día 4 de diciembre ante el subcomité para Africa de la Cámara de Representantes. Saunders, tras subrayar que en los últimos seis meses la Administración norteamericana «había observado un cambio gradual en las actitudes de todas las partes, creando una atmósfera constructiva», advertía que EE UU debía sostener tal deseo de negociación «habida cuenta de que es previsible que en la próxima cumbre africana el Polisario sea admitido en el seno de la OUA.
Un difícil referéndum
La organización de un referéndum, tal y como fuera recomendado por la última reunión del comité de expertos de la OUA, este verano, sigue siendo, en apariencia, la única vía posible para liquidar este largo contencioso político. Las modalidades prácticas de esa consulta electoral no representan un obstáculo de tal naturaleza como la definición del electorado legal. Aquí el Polisario teme que, con el apoyo de sus «fieles aliados africanos», Rabat consiga vaciar de su propia sustancia las recomendaciones del comité, para perpetuar la «marroquinización» del Sahara.Para contribuir a un retorno de la paz a la zona magrebí y asentar el gran sueño del «Magreb de los pueblos», tan caro al difunto Bumedian, los argelinos se muestran deseosos de no regatear esfuerzos ni renunciar a priori a toda oportunidad susceptible de sentar en la misma mesa a marroquíes y saharauis.
Una doble voluntad de diálogo, constatada por los observadores diplomáticos en Argel y Rabat, parece haberse visto deformada voluntariamente por los estadistas de esta última capital. Por lo menos es sintomático que sea Rabat la que, reiteradamente, entienda que la instauración de un diálogo bilateral haya de desembocar ineluctablemente en un acuerdo a espaldas del Polisario.
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